España, principal inversor en Cuba, muy atenta a la nueva Ley de Inversión
La Ley, la última medida de Raúl Castro para liberalizar el país, cuenta
aún con algunas incógnitas, como su aplicación en las empresas mixtas y
la forma en la que se solucionará el reclutamiento de empleados, hasta
ahora en manos del Estado cubano.
La Asamblea Nacional Cubana aprobó la semana pasada la nueva Ley de
Inversión Extranjera, un proyecto ambicioso sobre el papel pero que aún
debe definirse en sus particularidades para conocer su alcance. En
principio, la ley pretende captar capital y nuevas tecnologías para
desarrollar su precaria estructura empresarial e incentivar la
implantación de nuevas empresas. Desde el Gobierno ya se ha hablado de
un objetivo de 2.500 millones de dólares al año que llevarían en
volandas la economía de la isla hasta llegar a un crecimiento del 7%
anual, un objetivo a todas luces desmesurado, dado el actual crecimiento
del 2,4% anual y la tradicional dificultad de Cuba para aumentar,
incluso unos pocos puntos, su PIB.
"Cuba necesita 3 ó 4.000 millones de dólares anuales para sostener el
régimen y su Gobierno vive aterrorizado ante el posible fin del subsidio
venezolano, que son 13.000 millones de dólares al año, algo que puede
ocurrir como ya ocurrió en los noventa con el subsidio ruso. Esta ley de
inversiones lo que trata es de adelantarse a esta posibilidad", explica
Carlos Alberto Montaner, escritor y periodista cubano actualmente
residente en Madrid.
España, como principal inversor mundial en Cuba al aglutinar con un 45%
de las inversiones totales – seguida de Canadá e Italia con el 10%
respectivamente –, permanece atenta a la formulación de la ley y de
momento, pequeñas y medianas empresas vinculadas al turismo de
comunidades como Baleares ya han expresado su interés por la reforma. El
turismo, sobre todo en forma de contratos de administración hotelera es
el principal negocio español en Cuba y aunque ocupa el 75% de las
inversiones españolas no es el único sector en el que invertimos y le
siguen en importancia la industria ligera, la construcción inmobiliaria
y la industria agroalimentaria.
La Ley de Inversión extranjera presenta algunas incógnitas, como el
régimen dado a las empresas mixtas y la contratación de trabajadores.
Las empresas mixtas son la única forma que hasta el momento existía para
invertir en Cuba y hasta ahora se exigía que el 51% fuese capital cubano
y sólo el 49% extranjero. "El Gobierno cubano mantiene, por así decirlo,
el control sobre todas las inversiones de extranjeros en la isla y este
aspecto no parece que vaya a cambiar con la nueva ley", explica el
investigador asociado del Instituto Complutense de Estudios
Internacionales (ICEI), Francesc Bayo, experto en asuntos de Cuba.
En Cuba toda inversión parte de una ardua negociación donde se establece
exhaustivamente el marco de la operación, incluidos los supuestos de
expropiación y las indemnizaciones correspondientes porque de otro modo,
nadie invertiría en el país. No obstante, disipar el miedo a las
expropiaciones parece ser una de las preocupaciones de esta nueva ley,
que quiere poner el acento en la seguridad jurídica y así, el diario
oficialista Juventud Rebelde explica que las inversiones "no podrán ser
expropiadas, salvo motivos de utilidad pública o interés social
previamente declarados por el Consejo de Ministros". De este modo y en
caso de producirse, se realizarían "en concordancia con la Constitución
y los tratados internacionales suscritos al respecto por el país y con
la debida indemnización, establecida por mutuo acuerdo, pagadera en
moneda libremente convertible, y con un árbitro que satisfaga a ambas
partes".
Por otro lado, está el tema de la contratación de trabajadores. Uno de
los aspectos principales por los que Cuba quiere que haya inversión
extranjera es para aliviar la carga de trabajadores públicos que soporta
el estado e incentivar la contratación de trabajadores, sin embargo,
hasta ahora, la empresa de selección y contratación era estatal, es
decir, el Gobierno se encargaba de escoger y pagar a los trabajadores,
previo recibo de los salarios por parte de las empresas. Este modelo,
que tampoco parece que vaya a cambiar con la nueva ley, plantea
múltiples dificultades, entre otras la motivación de sus trabajadores, a
los que las empresas no pueden dar, por ejemplo, incentivos por
productividad.
"Lo que parece más novedoso y más atractivo es que va a haber un
tratamiento fiscal más favorable para las empresas, además de una mayor
apertura hacia los sectores en los que se puede invertir, donde parece
que sólo habrá trabas a la Sanidad, la Educación y el Ejército", explica
Francesc Bayo, que recuerda que ya desde los años noventa existe una
normativa para invertir en Cuba bastante parecida a la que establece
esta ley. "Quizás entonces había más dificultades para encontrar una
oportunidad de inversión, ya que el Estado estudiaba cada caso y escogía
en qué sectores le interesaba una inversión y en cuáles no". Respecto al
tratamiento fiscal, en efecto, el porcentaje sobre los beneficios que se
queda el estado cubano se reduce a la mitad y pasa del 30% habitual al
15% con la nueva ley.
La gran dificultad para que la Ley de Inversión Extranjera funcione es
la complicidad de los Estados Unidos. "No hay que olvidar que la ley
entra dentro de una serie de medidas de liberalización que van asociadas
a la apertura del nuevo Canal de Panamá, con unas expectativas de
aumento considerable del tráfico de barcos de gran tamaño desde el
Pacífico hacia el Atlántico, que necesitarán de puertos de
avituallamiento y tránsito en la zona. En este sentido, Brasil está
construyendo un nuevo puerto en la zona de Mariel que pretende
convertirse en zona franca con miras a acaparar parte de este tránsito",
explica Bayo. Para el analista, todo esto necesita un mercado activo y
normalizado que pasa por recuperar las relaciones con Estados Unidos,
aunque de momento este aspecto sigue en el aire.
Relaciones congeladas con Estados Unidos
La ley de inversión extranjera no ampara ninguna limitación específica
para los cubanos residentes en Estados Unidos, aunque estos tienen sus
propias limitaciones por el embargo financiero a Cuba de 1963, que
impide a los residentes invertir capitales en la isla. "El fin del
embargo va para muy largo. Hay una legislación reforzada recientemente
en Estados Unidos, de modo que por mucho que quisiera un presidente – y
no creo que Obama haya dado muchos pasos en este sentido – tendría que
presentar una iniciativa legislativa que no sería fácil ni rápido
sacarla adelante", asegura Francesc Bayo.
Aunque teóricamente los norteamericanos no pueden viajar a Cuba, existen
permisos especiales para deportistas, académicos y familiares, una
puerta que permite cierta distensión en las relaciones, aunque todavía
están muy lejos de normalizarse completamente. "Las divisas que mandan
los cubanos residentes en Estados Unidos también son un aporte muy
importante a la economía cubana y mientras esto no se obstruya,
constituye un alivio importante para las familias con emigrantes en este
país. Este tipo de relaciones son más abiertas pero de esto a que se
vaya a terminar con el embargo media un abismo", indica Francesc Bayo.
No obstante, parece claro que las relaciones Estados Unidos-Cuba no son
tan tirantes como lo fueron durante el Gobierno de George W. Bush y
existen ejemplos que lo demuestran. Cuba rechazó, por ejemplo, dar
refugio al analista de la CIA, Edward Snowden, mientras que otros
países, como Ecuador, se apresuraron a ofrecerlo. Gracias a la nueva ley
de emigración, además, miles de cubanos viajan a EEUU cada año,
principalmente con destino a Miami y lo mismo ocurre en sentido inverso,
donde el número de residentes norteamericanos que viajan a Cuba se
acerca al medio millón.
Respecto a la Unión Europea y pese a ser origen de más del 50% de las
inversiones que recibe Cuba, sus relaciones no dejan de ir remolque de
las pautas que marcan los países más próximos a la isla y no nos
referimos sólo a los países con afinidades ideológicas, como Bolivia,
Ecuador, Argentina o Venezuela, sino sobre todo Brasil y México, que
aspiran a ser potencias dominantes. La UE basa en este sentido sus
relaciones en el comercio y no aspira, al menos de momento, a tener una
influencia mayor en la zona.
No obstante, sobre la mesa de los 28 hay un principio de acuerdo para un
convenio bilateral que abriría un nuevo marco de relación a partir de
2015. Este acuerdo implicaría que Cuba ha dado pasos en materia
democrática y liberalización de su mercado y en este contexto debe
incardinarse también la nueva Ley de Inversión Extranjera, sobre cuya
efectividad se plantean no obstante serias dudas. España es, como
dijimos, el principal inversor a través de una amplia gama de sectores
como el turismo, la industria ligera, los servicios financieros y la
industria de agua, cemento, construcción… En 2013, según datos de
Comercio Exterior de la Cámara de Comercio, España realizó 38.751
operaciones comerciales con Cuba por algo menos de 800 millones de
euros. Un dato que podría mejorarse en un contexto comercial más favorable.
Las dudas de la Ley de Inversión
En definitiva, la nueva medida para atraer inversión extranjera del
régimen cubano no supone una panacea en cuanto a la apertura del país al
capitalismo y de hecho, al mantenimiento de las empresas mixtas –
participadas en un 51% por el Estado – se une la prohibición de los
cubanos a invertir, puesto que se trata de una medida dirigida
exclusivamente al capital foráneo. "Por supuesto que la ley será un paso
de avance para los que contemplan invertir en Cuba, en cuanto a
exenciones fiscales, y está supuesta a prestar mejores garantías a las
inversiones. Lo que no contempla la ley es fabricar un país nuevo, de la
noche a la mañana, donde todo esté resuelto para quien quiera arriesgar
su dinero en Cuba", escribía el periodista cubano afincado en Miami,
Alejandro Armengol.
Además y dadas las infladas previsiones – 2.500 millones de dólares al
año – es muy posible que la medida sea un nuevo fiasco, como cuando se
aprobó en 2010 la legislación necesaria para desarrollar exclusivos
campos de golf en la isla destinados al turismo. En la actualidad, el
número de empresas mixtas con capital extranjero no sobrepasa las 200 y
las restricciones del pasado pueden afectar a las promesas del futuro,
pese a las buenas intenciones del régimen, acuciadas por la mencionada
incertidumbre sobre la ayuda venezolana, nada menos que 13.000 millones
de dólares al año a cambio de tecnócratas cubanos que interfieren en la
autonomía de Nicolás Maduro. "Creo que Cuba sigue siendo un país muy
riesgoso para invertir, puesto que el Gobierno controla los Tribunales
de Justicia. Hace poco, dos empresarios canadienses fueron detenidos
acusados de sobornos y este es un problema que ocurre a menudo con los
inversionistas. El problema es que Cuba extiende el estado policial a
todos los sectores, incluido el económico. Un español que estuvo muchos
años en Cuba y que finalmente fue expropiado contaba al regresar que
tuvo a menudo que colaborar con la Policía para sobrevivir. Esto
implicaba poner cámaras de vigilancia en los hoteles y llevar a cabo
prácticas poco honorables que se saltaban los derechos esenciales de las
personas, como su privacidad. El inversionista se convierte así en
cómplice de la dictadura", explica Carlos Alberto Montaner, que no
obstante reconoce que es lógico que los españoles se sientan atraídos
por Cuba, "por razones históricas siempre ha sido así", concluye.
Source: España, principal inversor en Cuba, muy atenta a la nueva Ley de
Inversión -
http://www.teinteresa.es/mundo/Espana-principal-Cuba-Ley-Inversion_0_1114089043.html#sr=g&m=o&cp=or&ct=-tmc&st=(opu%20qspwjefe)&ts=1396719753
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