"Voluntad hidráulica" fidelista acabó con los manglares
La política "Ni una gota de agua al mar" implementada por Castro en los
'60 cortó la circulación natural de las aguas, causando entre otros
efectos la muerte de los manglares... y el avance incontenido del mar.
Rolando Cartaya
octubre 22, 2013
"Los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones
de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas
especies se extinguen".
La cita es del discurso de Fidel Castro ante la Conferencia de la ONU
sobre Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro en junio
de 1992, y se refiere al daño, según él, causado por el capitalismo al
medio ambiente. Sin embargo, bien podría describir los resultados de los
esfuerzos del joven Castro por derrotar y subyugar a la naturaleza.
Gran parte de los bosques que quedaban en Cuba en 1959 fueron borrados
por intervención humana, gracias a una de las ideas faraónicas del jefe
de la revolución: la Brigada Che Guevara, un contingente de 500
bulldózers y otros equipos pesados al que se le asignó la tarea de
allanar las áreas de "monte" del país para convertirlas en tierras de
cultivo.
Tras el desbroce de las del valle del río Cauto, Castro instó a los
brigadistas a protagonizar una peculiar invasión, como en las guerras de
independencia, de Oriente a Occidente, y llevar su misión de tierra
arrasada hasta Pinar del Río, en el otro extremo del país.
Los desiertos se extendieron –Las Tunas y Guantánamo tienen hoy zonas
desérticas que no existían en esas provincias-- y las tierras se
salinizaron, debido sobre todo a la Voluntad Hidráulica del máximo
líder, un programa ideado por Fidel que bajo el lema de "Ni una gota de
agua al mar" se dedicó a represar y embalsar prácticamente todas las
corrientes fluviales y reservas pluviales del país.
El río Cauto, el más extenso de Cuba, terminó siendo en algunas partes
un hilillo de agua; en otras, un paraje desolado, con la consiguiente
desaparición de especies autóctonas, dijo a martinoticias.com el
periodista independiente especializado en temas ecológicos Reynaldo
Cosano Alén.
En 1968, en el acto de inauguración de una de esas represas, Castro
pontificó: " El hombre debe luchar con la naturaleza para imponerle su
voluntad, para imponerle sus leyes".
Avance rápido al presente. Por estos días una agencia acreditada en Cuba
ha sacado a la luz otra de las consecuencias nefastas del programa
Voluntad Hidráulica. Según un reportaje de Inter Press Service (IPS)
"los manglares cubanos gritan de sed".
Esa barrera protectora de las costas, que necesita para desarrollarse la
confluencia del agua dulce y la del mar, está desapareciendo, debido a
la interrupción de la circulación natural de las aguas, de la tierra
hacia las costas, como le explicó a la reportera de IPS. Ivet González,
la investigadora y bióloga Leda Menéndez.
"Los embalses cortan la circulación natural del agua". El reportaje
precisa, citando datos del estatal Instituto Nacional de Recursos
Hidráulicos que solamente las presas suman 969 en todo el país.
Y mientras los manglares se mueren, el mar avanza. "Los mangles se
deterioraron tanto que, en 2008, el huracán Ike empujó el mar un metro y
medio costa adentro y ya no volvió a salir. Ha seguido avanzando", le
dijo a IPS Flora Yau, vecina de Surgidero de Batabanó, un pueblo en la
costa sur de la actual provincia de Mayabeque que según González, está
cansado de anegarse con cada viento que sopla del sur.
Con Castro retirado y ocupado con otras obsesiones ("La moringa: fuente
inagotable de carne, huevo y leche"), la periodista establece la
relación causa-efecto: "En la década de 1960, el gobierno de Cuba
consideró que el almacenamiento de agua dulce para enfrentar sequías y
huracanes era un asunto de seguridad nacional, y comenzó a represar
ríos. Esa política tiene hoy una víctima impensada: los manglares, que
ya no pueden atajar el avance de las marejadas".
González también menciona otros factores agravantes del encogimiento de
los manglares, una familia vegetal que además de evitar la erosión de
las costas "permite el desarrollo de la fauna marina, y por tanto de la
pesca, impide la intrusión salina en terrenos agrícolas y fuentes de
agua, detiene el avance de las inundaciones y conserva la biodiversidad".
El comunicador independiente Cosano Alén alertó sobre los efectos de las
represas y otros factores destructores de los manglares desde la isla y
hace más de diez años, cuando Castro aún gobernaba y el precio por decir
en voz alta verdades inconvenientes era más alto que ahora.
Su reportaje para Cubanet titulado Peligra el mangle cubano todavía
puede leerse en Internet. La fecha de publicación, 5 de marzo de 2003.
Compárense estos párrafos de González, en negritas, con los escritos por
Cosano, en 2003, en cursivas:
"Además de la falta de agua dulce, estos ecosistemas que ocupan 4,8 por
ciento del territorio cubano, se están transformando por la construcción
de canales y diques, la tala, el sellado de los suelos y la
contaminación industrial".
"Los manglares representan el 26 por ciento de toda la flora del país
[González actualiza la cifra: 20 por ciento]. Pero esos ecosistemas se
encuentran entre los más dañados por una política anárquica que incluye
dragados, canalizaciones, represas, viales asfálticos, vertimientos de
basuras, escombros y sustancias químicas venenosas".
"Los vertimientos del proceso productivo del mineral en las minas de
níquel y cobalto de Moa y de Lengua de Pájaro, al norte de la oriental
provincia de Holguín, han tenido un impacto tremendo sobre el mangle de
esas costas".
"Cuatro especies, el rojo (Rhizophora mangle), el negro (Avicennia
germinans), el patabán (Laguncularia racemosa) y el pseudomangle yana
(Conocarpus erectus) se han explotado en Cuba para hacer carbón,
durmientes para el ferrocarril o tanino para curtir cueros".
"Una población yugulada por la pobreza, que reside en zonas apartadas
donde se da el mangle, ha tenido que recurrir a la rolliza madera para
la construcción de sus viviendas o como fuente energética en forma de
leña o carbón, al no disponer por lo general de otro tipo de combustible".
"El cambio climático ha sido el disparador del interés por conservar los
manglares", dice Menéndez. "Los seres humanos los necesitamos para
salvaguardar los lugares donde se desarrolla la vida y la economía",
cuando se eleven el nivel del mar, la salinidad y la ocurrencia de
eventos extremos".
"El mangle puede proteger las costas de la isla, que por su
configuración estrecha y alargada, está a merced de los grandes
desastres naturales. De continuar el deshielo polar y aumentar el nivel
de mares y océanos, el mangle podría actuar como amortiguador de la
avalancha de mar".
En un artículo publicado en el portal Encuentro en la Red, antecesor de
Cubaencuentro, el ecologista cubano Eudel Cepero caracterizaba así los
daños infligidos por la política fidelista al entorno natural en Cuba:
"Todo lo anterior coincide con la llamada ecomoral neolítica de la nueva
edad de piedra ambiental, caracterizada por la ideología de la conquista
de la naturaleza; sostenida en el pensamiento y el esquema desarrollista
del régimen cubano, empecinado en lograr resultados económicos
inmediatos, utilizando un diseño militar de producción sin importar el
costo social o ecológico a largo plazo".
A largo plazo, aquellas presas trajeron estos costos.
Source: ""Voluntad hidráulica" fidelista acabó con los manglares" -
http://www.martinoticias.com/content/voluntad-hidraulica-acabo-con-los-manglares/28601.html
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