Contrabando a la cubana
Fernando Ravsberg
BBC Mundo, @ravsberg
Jueves, 24 de octubre de 2013
Cuando era un niño simpatizaba con dos tipos de delincuentes, los que se
desbalijaban bancos sin violencia y los contrabandistas. Los veía como
una especie de Robin Hood que robaban a los más ricos y poderosos, es
decir a los banqueros y a los estados.
Sin embargo, fui creciendo y, aunque mantuve siempre ciertas simpatías,
aprendí que quienes roban bancos no son financistas dedicados a la
redistribución de las riquezas, ni los contrabandistas son empresarios
al servicio del pequeño comercio informal.
Los recuerdos infantiles llegaron a mi mente producto del debate que hay
en Cuba sobre la prohibición de la venta de mercancía de contrabando, es
decir de productos que entraron al país con fines comerciales pero
eludiendo los tramites de importación.
Sin embargo, la isla está repleta de ropa, zapatos, muebles y
electrodomésticos traídos de esa forma. Es algo que existe en el resto
mundo pero aquí nadie se esconde, lo venden en el portal de la casa o lo
ofrecen en las páginas web de compraventa.
Los productos llegan por diferentes vías, desde el cubano residente o
emigrado que aprovecha un viaje puntual para ganarse unos dólares hasta
los tripulantes de Cubana de Aviación, que siempre regresan al país con
maletas repletas de mercancías para vender.
Pero la mayor cantidad viene en los bultos de las "mulas", personas que
viven de traer paquetes a Cuba, y también mediante el contrabando de
pacas, actividad para la que se necesita la ayuda de algunos miembros de
la Aduana General de la República.
Conozco a quienes traen bimensualmente un contenedor de 20 pies cúbicos
repleto de mercancías, donde vienen muebles, cocinas, refrigeradores,
televisores, motos, lavadores, aires acondicionados o equipamiento para
montar negocios por cuenta propia.
He estado presente cuando lo entran al país y por ende conozco los
mecanismos que utilizan para pasar las mercancías, resquicios legales
útiles para esconder el delito entre los papeles de registro pero que no
deberían poder engañar a los inspectores presentes.
No parece un problema legal aunque las leyes cubanas sean más tolerantes
que las que existen en la frontera de clic México con EE.UU., por ejemplo.
El asunto es que algunos funcionarios venales se han aprovechado de eso
para montar su negocio por cuenta propia.
En el caso de Cuba, el contrabando y la corrupción no es solo un
problema económico, tiene también un componente de seguridad nacional,
por el aeropuerto entraron los explosivos que detonaron en hoteles
turísticos a finales de los años 90.
El combate al contrabando
El gobierno viene anunciando desde hace tiempo que las licencias que
entregó no son para tiendas de venta de productos de contrabando sino
para producir ropa en Cuba. Lo que nunca explicó es donde están los
almacenes para comprar los insumos.
Promover una industria textil entre los trabajadores por cuenta propia y
las cooperativas parece una buena idea pero, para que se hagan realidad,
las ideas requieren recursos, la agricultura arados, el transporte
combustible y las modistas telas, elásticos, adornos, hilo y botones.
El Estado debería beneficiar al sector que quiere promover con la
importación de insumos a precios mayoristas, reducción de aranceles y
beneficios impositivos para permitirles ser competitivos frente a lo que
llega desde el exterior a precios irrisorios.
El contrabando de ropa y zapatos ha crecido además porque en las tiendas
del gobierno lo que se vende es feo, malo o caro, y a veces las tres
cosas juntas. Se compra sin hacer estudios de mercado, adquiriendo
baratijas a cambio de comisiones y aplicándoles voraces impuestos.
El Estado cubano, igual que cualquier otro Estado, tiene derecho a
gravar los productos que se importan con fines comerciales pero también
tiene la obligación de responsabilizarse de la efectividad de las
instituciones encargadas de impedir el contrabando.
El cierre de las tiendas particulares sin taponear las grietas en las
fronteras y sin potenciar una industria propia solo servirá para hacer
clandestino el negocio. Ayer mismo vi en la panadería francesa como una
señora con un gran bolso intentaba vender ropa a los dependientes.
Difícilmente las cosas se arreglarán persiguiendo a los revendedores,
molestando incluso más a los viajeros en el aeropuerto o reduciendo lo
que un médico puede traer después de una misión porque no son ellos los
que entran el grueso del contrabando a Cuba.
Un economista cubano me decía que una estrategia de combate al
contrabando para ser efectiva debería incluir la venta de ropa a precios
acordes al ingreso, aunque sea reciclada, la promoción real de una
industria propia y el saneamiento constante de las aduanas.
Source: "Contrabando a la cubana - BBC Mundo - Blogs" -
http://www.bbc.co.uk/mundo/blogs/2013/10/131024_blog_cartas_desde_cuba_contrabando.shtml
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