En busca de la píldora perdida
Yoani Sánchez
junio 19, 2013
El pedazo de papel lo dejaron por debajo de la puerta, pero sólo lo
encontró al otro día. La lista estaba escrita con una letra tosca, con
una ortografía que cambiaba "r" por "l" y algunas "b" por "v". No
obstante lo entendió todo. El diazepam seguía a 10 pesos una decena de
pastillas y debía garantizar una diaria, al menos para el próximo mes.
El paracetamol tampoco le podía faltar, así que anotó al lado del nombre
del medicamente un número dos. Esta vez no necesitaba alcohol, pero a la
Nistatina en crema sí que se apuntaba. A su hijo, inquieto por
naturaleza, le vendría bien unos meprobamatos de manera que también
escribió una cantidad para varias semanas. Este comerciante era
confiable, nunca la había timado, todas las medicinas eran de buena
calidad y algunas hasta importadas. Más de una vez le compró los pomos
sellados que decían "prohibida la venta, sólo distribución gratuita".
El negocio de medicamentos y otros implementos hospitalarios crece cada
día. Un estetoscopio cuesta en el mercado ilegal el salario de dos
jornadas laborales; un spray de Salbutamol para asmáticos necesita del
monto de todo un día de faena. Ante las desabastecidas farmacias
estatales, los pacientes y sus familiares no se quedan de brazos
cruzados. Un rollo de esparadrapo ronda los 10 pesos moneda nacional, el
mismo precio que un termómetro de cristal. Se quebranta la ley o se
sigue calculando la fiebre con la mano sobre la frente. El peligro, sin
embargo, no viene sólo de infringir lo establecido. Muchos clientes en
realidad se automedican o consumen píldoras que ningún doctor les ha
prescrito. Ante el vendedor clandestino, no es necesario mostrar una
receta y éste nunca cuestiona qué hará el cliente con las pastillas o
los jarabes.
A pesar de las sucesivas barridas contra el contrabando de medicamentos,
el fenómeno parece aumentar en lugar de reducirse. En la zona habanera
de Puentes Grandes una antigua papelera devenida almacén de fármacos, es
el emblema de las estrategias y los fracasos gubernamentales para
prevenir la venta ilícita. La policía está incapacitada para erradicar
la situación, pues el desvío de medicamentos lo llevan a cabo desde
almaceneros, técnicos en farmacia, enfermeras, doctores, hasta
directores de hospitales. Las demandas más altas se centran en
analgésicos, antiinflamatorios, antidepresivos, jeringas, algodón y
cremas contra dolores. Al ilegal mercado de los fármacos lo acompaña
también la adulteración y la falsificación.
Unas pequeñas píldoras blancas, pagadas a treinta veces su valor
oficial, pueden terminar el problema o comenzar otros más graves.
Publicado en Generacion Y el 18 de junio del 2013
Source: "En busca de la píldora perdida" -
http://www.martinoticias.com/content/yoani-pildora-farmacias-salud-/23609.html
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