El único futuro posible
La Cuba del futuro no heredará las doctrinas de los hermanos Castro. Aún
no han muerto y sus ideas ya se erosionaron. En veinte años solo
quedarán como un mal recuerdo
Diego Alberto Cairo, La Habana | 20/05/2013 11:13 am
No quiero ni pretendo saber que va a ocurrir en Cuba durante los
próximos años, pero escucho tantas opiniones de tantas personas,
involucradas o no con la realidad de esta isla, que me pregunto si acaso
no estarán ellos sirviéndose de algunas fuentes a las que yo no tengo
acceso. Sin ánimo de poner en duda sus "autorizadas" opiniones me
gustaría saber cómo hacen para no perder la fe en un orgullo nacional
que yo solo encuentro en los libros de historia.
Es verdad que mis veintiocho años no me alcanzan para incorporar todo la
experiencia y el saber que ostentan algunos colaboradores y lectores de
CUBAENCUENTRO. Pero no pretendo salvar mis carencias pidiendo ni dando
tregua, sino expresándome con la cruda franqueza que caracteriza la
pincelada de un pintor naif, pero no ingenuo.
Una vida entera anulado por el régimen cubano me ha permitido comprender
que el silencio no ayuda a resolver las diferencias y mucho menos a
reconciliar la enorme paleta ideológica que existe entre las dos
orillas. Tanta diversidad es saludable siempre y cuando no se
neutralicen mutuamente porque al final estaríamos haciéndole un favor al
régimen que en última instancia es la negación de la diversidad que la
mayoría de nosotros defendemos.
Donde yo veo matices ellos ven en blanco y negro. Como tantas veces en
este mismo diario se ha dicho, el verdadero peligro radica en aquellos
que quieren combatir el sistema con sus mismas armas. Ojo por ojo y
diente por diente, todos quedaremos ciegos y necesitando prótesis.
Pensar el futuro de Cuba es complicado, sobre todo desde un presente que
no les brinda demasiadas oportunidades a los hijos más jóvenes y
talentosos de esta tierra. Pero voy a tomar el riesgo del profeta
mundano, sin oráculo ni revelación divina recorreré el espectro político
en un orden natural para cualquier lector occidental, de izquierda a
derecha y de principio a fin.
I
A los pocos que aún creen en la continuidad de la "Revolución" les
aseguro que tuvo una vida breve, terminó el viernes 1 de julio de 1960.
Antes de su victoria, Fidel Castro y los líderes de otros movimientos
revolucionarios, redactaron el Manifiesto de la Sierra Maestra en el
cual se comprometían a celebrar elecciones generales, en el plazo de
dieciocho meses al término de la dictadura de Fulgencio Batista. El
Gobierno descartó cumplir con ese compromiso y ese fue el fin de la
Revolución.
A los seguidores de Fidel Castro les pido que hagan un poco de memoria y
recuerden que dijo y que hizo finalmente. En sus Palabras para la
Historia recogidas en un folleto del año 1960, el entonces Primer
Ministro se pronunció así:
"El pueblo sabe que nunca lo engañamos, el pueblo sabe que nunca
faltamos a nuestra palabra, el pueblo sabe que ésta es una Revolución de
hechos y no de promesas falsas..." Y ya vimos como faltó a su palabra
desde el mismo principio al incumplir con el Manifiesto de la Sierra
Maestra.
También dijo: "La democracia es mi ideal, pero mucho gente llama
democracia a cosas que no son democracia... Yo no soy comunista, ni
estoy de acuerdo con el comunismo... La democracia y el comunismo no es
lo mismo para mi". Pero menos de un año después en plena televisión
nacional declaró: "con entera satisfacción y con entera confianza soy
marxista-leninista y seré marxista-leninista hasta el último día de mi
vida".
Y como para ponerle la tapa al pomo declaró que: "La libertad de opinar,
la libertad de escribir, la libertad de hablar, la libertad de reunirse
y la libertad de creer, son libertades sagradas de nuestra Revolución.
Pero los derechos sociales del hombre son también derechos sagrados de
nuestra Revolución". Y una vez más demuestra su falta de entereza en su
discurso del 30 de junio de 1961 (Palabras a los intelectuales) cuando
pronunció su célebre frase "Dentro de la Revolución todo; contra de la
Revolución, nada". Y hasta aquí duró la libertad de opinar y de crear.
No, realmente los partidarios de los hermanos Castro no tienen ninguna
credibilidad para el pueblo ni para los intelectuales honestos de este
país. Si aún ostentan el poder no es por la admiración que sentimos
hacia sus vidas o sus obras. Ellos lo saben, nosotros los más jóvenes lo
sabemos y es solo cuestión de tiempo para que vayan a parar al basurero
de la historia.
Definitivamente la Cuba del futuro no heredará las doctrinas de los
hermanos Castro. Aún no han muerto y sus ideas ya se erosionaron. En
veinte años solo quedarán como un mal recuerdo y en el peor de los casos
como una secuela de la que nos costará mucho recuperarnos.
Avanzando de la izquierda tradicional hacia la versión burocrática del
régimen encuentras a la nueva clase dirigente. Un grupo de funcionarios
formados en las escuelas del Partido y de las FAR que lamentablemente
han perdido sus mejores cualidades a la sombra de los líderes
históricos. Todos son personajes bastante grises muy lejos del ideal
revolucionario y su único mérito ha sido mantener a flote una maquinaria
obsoleta con la intención de heredar las cuotas de poder que por ley de
la vida habrán de quedar vacantes en los próximos años.
Ellos confían en seguir aplicando las mismas fórmulas de control de
masas que los han traído contra todo pronóstico hasta el presente.
Mantendrán la estructura centralizada del estado y se apoyarán en las
imprescindibles válvulas de escape económico y político que han diseñado
para evitar un posible estallido social. Tratarán de hacer tiempo para
amasar sus propias fortunas. Reprimirán por aquí y por allá pero sin
ensuciarse mucho las manos, porque necesitan afianzar la imagen
progresista que ya se están construyendo, solo por hacer dos o tres
concesiones en algunos temas de la economía y la emigración que muy poco
les han mejorado la vida al pueblo.
Estos chicos de cincuenta y tantos años crecieron con el proceso, se
formaron en él y como parte de su evolución profesional para cumplir con
"las tareas" del sistema perdieron los escrúpulos, la dignidad y los
valores. Pueden mentir y actuar sin ningún remordimiento, pero a
diferencia de sus mentores ellos no creen en el propósito superior de su
misión, porque al final son concientes del triste papel que ocupan en
los planes hegemónicos que sostienen al sistema. El ideal revolucionario
para ellos no es más que un imagen de marca, necesaria para reconocerse
mutuamente y recibir la aprobación de los viejos líderes.
A mediano plazo estos chicos van a resultar tremendamente incómodos y
harán mucho daño al país antes de apartarse definitivamente del poder.
Aunque no les veo futuro porque carecen del carisma, de la iniciativa y
del mito que rodeaba a los líderes históricos. Así como Maduro nunca
será Chávez, nuestros cuadros nunca serán victoriosos comandantes.
Pero que nadie se engañe no son las masas trabajadoras las que
propiciarán el desplome de totalitarismo cubano. El cambio solo se hará
efectivo en la medida que las ambiciones personales de cada uno de estos
altos funcionarios los arrastre a negociar mayores aperturas hacia la
economía de mercado.
Eso no significa necesariamente un mejor gobierno ni una verdadera
democracia, sino más bien una vuelta a los orígenes de la República,
donde los nuevos ricos controlarán el país, los exiliados tendrán las
puertas abiertas para invertir sus fortunas y la corrupción no tendrá
límites.
Con suerte evitaremos convertirnos en una imitación del modelo asiático:
partido único, economía de mercado y una fuerzas armadas listas para
arremeter contra el pueblo. Este es el peor escenario posible. La
alternativa es una grieta dentro del Partido que lo divida en dos o tres
facciones y eventualmente conduzca a la creación de varios partidos
político en pugna. Esto sentará las bases para la construcción de un
estado democrático en los próximos veinte o treinta años.
II
En una posición de centro izquierda, al estilo de una social democracia,
se mueven la mayor parte de los intelectuales cubanos que viven dentro o
fuera de la Isla. Su amplia formación cultural y sana afición por el
diálogo propician una mirada crítica sobre los fenómenos sociales y
políticos de la que carecen la mayor parte del pueblo incluyendo la
oposición y un gran sector del exilio.
A su favor tienen una insuperable capacidad para comunicar y tocar los
corazones de la gente común, en especial el de los jóvenes. Lo mejor que
podría pasarle a Cuba es que sus artistas e intelectuales ejercieran
mayor influencia en la vida política del país, pero tomando en cuenta el
despliegue de las Fuerzas Armadas, en los cargos medulares de la
administración central y los organismos a través de sus
oficiales-funcionarios, no parece muy probable que esto ocurra, almenos
no de forma significativa.
Yo sé bien lo que opinan los oficiales de los artistas e intelectuales y
no es nada bueno.
Muy próximos al centro pero sin vocación socialista están los líderes
religiosos, en particular los cristianos y católicos que hábilmente han
ido ganando terreno sobre importantes espacios no solo de culto sino de
diálogo directo con los altos mandos del Gobierno.
Las influencias de este sector aún están por demostrarse, pero en su
momento pueden jugar un papel significativo. Gracias a su bien
estructurada jerarquía y a su ascendencia sobre un privilegiado sector
de la sociedad, tienen la capacidad de movilizar ideas y potenciar
líderes laicos que eventualmente ganarán protagonismo en la vida
política del país.
Luego te encuentras una pálida oposición privada de todo acceso a los
medios, asediada constantemente por los perros del sistema. Buscando
amparo en los cuerpos diplomáticos de la Isla y mendigando los pocos
dólares que logran escurrir a través de sus patrocinadores en el exilio.
No tienen ninguna influencia social. No logran definir un camino
transitable hacia la democracia y mucho menos consiguen proyectar un
líder carismático que pueda movilizar a los sectores más proclives al
cambio, es decir los jóvenes aún no comprometidos con el sistema que no
ven resueltas sus expectativas y que necesitan de una alternativa real
de cara al futuro.
La oposición en Cuba está más preocupada por ganarse el favor de un
sector extremista del exilio que el apoyo de los millones de cubanos
dignos que aún conservan una luz de esperanza. Los opositores son más
conocidos en el exterior del país que hacia el interior de la sociedad.
Es un hecho innegable de cara al futuro que tienen muy pocas por no
decir que ninguna posibilidad de éxito.
Dentro de la Isla no hay un sector de ultraderecha, lo más parecido a
esto son los presos políticos y casi todos se han ido al exilio. Al
igual que los lideres históricos, los viejos anticastristas han muerto o
están en plena retirada pero también allí hay una especie de relevo
generacional y son ellos los abanderados de la ultraderecha cubana
asentada fundamentalmente en Miami.
Su poder está basado en las fortunas de fieles partidarios capaces de
mover voluntades políticas y eso en un país tan grande como Estados
Unidos no es poca cosa. Ahora bien como yo lo veo estos grandes
capitalistas no están dispuestos a perder dinero en nombre de una "Cuba
libre". En cuanto los hermanos Castro desaparezcan del panorama político
y el Gobierno cubano les guiñe el ojo ellos mismos se van a ocupar de
ponerle fin al embargo y traer sus empresas a la Isla.
Para los empresarios la única democracia es aquella que les permite
ganar dinero. Nunca han tenido problemas con las dictaduras más atroces,
siempre y cuando no sean comunistas. Y de ponerle fin al comunismo se
van a encargar los propios jerarcas del Partido y si no me creen yo me
creo, tiempo al tiempo.
III
El cubano de a pie tanto el que vive en Cuba como en la diáspora tiene
pocas ambiciones políticas, ya sea por desencanto o apatía la realidad
es que sus únicas ambiciones son personales si es que tienen esa
posibilidad, cuando no se limitan a "sobrevivir hoy y mañana ya veremos".
Nada desearía más que estar equivocado pero la vocación de lucha en las
grandes masas ha muerto. Las chispas que pueden desencadenar el
levantamiento popular han tenido lugar en varias oportunidades después
del "Maleconazo". Para hacernos una idea:
Durante la visita de Juan Pablo II a Cuba se produjeron enormes
concentraciones y se dijeron palabras que calaron muy hondo en el
corazón del pueblo, sobre todo en la misa de Santiago de Cuba pero no
pasó nada.
Luego en abril de 2003 nos golpeó la Primavera Negra, ocurrieron
manifestaciones de repudio popular por los tres fusilados en juicio
sumario y surge el "Movimiento de las Damas de Blanco" de nuevo faltó el
apoyo del pueblo.
Más de una vez familias que residen en zonas marginales de la Habana han
sido víctimas de abusos y atropellos por parte de agentes del ministerio
del interior pero los amotinamientos nunca rebasan los límites del
barrio. Se han producido desalojos, demoliciones de viviendas, tiroteos
con víctimas fatales y nada.
Tras el paso de los huracanes el pueblo tomó por asalto camiones con
alimentos provocando enfrentamientos directos con las autoridades, he
sido testigo de actos vandálicos contra tiendas, ómnibus, instalaciones
públicas incluso autos patrulleros. He sido parte de masas enardecidas
en medio de un concierto con más de mil jóvenes gritando ―¡Libertad,
libertad, libertad!― en plena cara de una tropa de uniformados y nunca
ha pasado de ahí. Sin ir más lejos durante el Concierto por la Paz que
ofrecieron Juanes y otros artistas en La Habana hubo situaciones y
chispas de sobra para encender una demoledora manifestación pública.
¡Pero no prende!
Póngale el nombre que quieran: miedo, desencanto, apatía, perdida de la
dignidad, miedo, estupidez, egoísmo, no lo sé, lo único real es que todo
sigue igual y el pueblo no da el paso decisivo. Pero si quiero dejar
claro que el futuro de Cuba no es solo responsabilidad del los cubanos
de aquí, habría también que pedirles cuenta a los millones que andan
repartidos por el mundo entero y tampoco hacen nada, algunos para colmo
se las dan de activistas dedicándose a organizar "grupos de solidaridad".
Estoy muy lejos de ser un nihilista o un escéptico, aunque sí me siento
bastante frustrado y aún no alcanzo a ver la luz al final del túnel.
Repito que quisiera estar equivocado, pero si aquello de que cada uno
obtiene lo que se merece, es real, habrá que terminar aceptando una
terrible lección. Un pueblo que fue capaz de renunciar a su fe y a su
identidad en nombre de un comunismo impuesto sin consulta ni referéndum,
un pueblo que fue capaz de vender su libertad a cambio de palabras y
promesas incumplidas desde el mismo principio de la Revolución, un
pueblo que buscó garantías de justicia y seguridad en un hombre y no en
un gobierno popular respaldado por la constitución vigente y sus leyes,
un pueblo que tuvo la osadía de vestir de verde olivo hasta su iconos
más sagrados se merece esta suerte, ni más ni menos.
Ahora escucho silbidos… muy bien entonces dejemos de lamentarnos por lo
que hicimos o dejamos de hacer, calcemos las botas y echemos a andar, el
único futuro posible es el que seamos capaces de construir.
Sirvan estos largos años de angustia y dolor para nunca más confiar a un
hombre la tarea que se hará con todos y para el bien de todos. Termino
citando un fragmento de este inolvidable discurso que pronunciara el
Maestro en vísperas de la Guerra Necesaria:
"¡Ahora, a formar filas! ¡Con esperar, allá en lo hondo del alma, no se
fundan pueblos!"
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/el-unico-futuro-posible-284285
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