Cuba, santería oficial
Publicado el Martes, 21 Mayo 2013 10:06
Por Carlos Cabrera Pérez
El que sabe no muere como el que no sabe
Proverbio yoruba
Verde con pinchos: guanábana; y con pinchitos: anón. O sea, que más
claro, agua. El primer vicepresidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel
Bermúdez, acaba de confirmar que una parte de los babalawos forman parte
del entramado de dominación castrista, al asegurar que comparten
objetivos y propósitos con el régimen.
La noticia aparece desplegada en la primera página del diario Granma y
otros medios replicantes de la maquinaria oficial. Acompañado por
Caridad Diego, jefa de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos
del Comité Central, Díaz-Canel sostuvo el lunes un encuentro con los
dirigentes de la Asociación Yoruba de Cuba, en el que constató que
"cuando uno ve los símbolos de la asociación, aprecia que tenemos los
mismos propósitos e intereses y que creemos en el mejoramiento humano".
El anfitrión fue Antonio Castañeda, presidente de la Asociación Yoruba
de Cuba y el segundo diputado menos votado para la Asamblea Nacional,
con el 73.6 por ciento, según estadísticas oficiales.
Cultura de la pobreza
La cultura de la pobreza impulsada por el castrismo ha conseguido
alienar a buena parte de la población, que se ha entregado con
entusiasmo a las prácticas de la Regla de Ocha como si los orishas de
fundamento pudieran traer la libertad, la independencia y la riqueza a
la isla, cuando no lo han conseguido ni para yorubas o bantúes en la
mísera África.
El castrismo, un poder blanco y excluyente que 54 años después de llegar
al poder anda buscando negros, mulatos y mujeres para equilibrar la
representatividad racial, ha usado la santería para consolidar su
estructura totalitaria y contrarrestar -sobre todo en los años de dura
pugna- a la Iglesia Católica, que ha tragado con casi todo.
Lamentablemente, la tiranía no ha estado sola en este empeño. Muchos
santeros se han prestado al juego para vivir un poco menos mal que sus
ahijados; muchas familias blancas, católicas y decentes han tenido que
asumir modas y modos de aseres y ecobios para sobrevivir en el mapa de
mala educación generalizado; turistas de todas partes del mundo
haciéndose santos por decreto del CUC; e intelectuales nacionales y
extranjeros, abrazados al sincretismo de ocasión.
En Cuba no hubo sincretismo, porque los colonizadores españoles
impusieron su fe y hasta sus apellidos a sus esclavos negros que se
vieron obligados a asumir la fe católica de sus amos, trasmutando sus
deidades en vírgenes y santos cristianos. Pero fue dominio, imposición,
no mezcla de culturas, como pretenden oportunistas de toda clase y
condición.
La población está parcialmente justificada porque les ha ocurrido como a
los esclavos: no les ha quedado más remedio que tragar con lo dispuesto
por el monólogo totalitario, exiliarse o inxiliarse. Pero los
intelectuales comprometidos pasaron de esconder a Lydia Cabrera, por
ejemplo, a participar activamente en la arqueología cultural que
practica el castrismo con los muertos que vivos fueron incómodos.
Si alguien saliera ahora mismo por La Habana preguntando por Rómulo
Lachatañeré es muy probable que pocos puedan decirle que fue un
dirigente comunista y estudioso de la santería que falleció en un
accidente aéreo en 1952; son los riesgos que tiene el intentar
reescribir la historia a imagen y semejanza del caudillo Made in Jesuitas.
De Martí al plátano microjet
Y como la revolución fue una desde Céspedes hasta los Castro, con Martí
como autor intelectual hasta del plátano burro por microjet (la
mariquita más cara del mundo), pues ya sabéis que no hay cama para tanta
gente, aunque el poder siempre esté dispuesto a contar con arrepentidos
como Miguel Barnet, autor del espléndido Cimarrón, y quien ha vuelto a
casa como el hijo pródigo extraviado en Solentiname.
Pero los que no tienen perdón, son todo ese ejército de intelectuales y
periodistas oficialoides, venidos de mundos aparentemente cartesianos,
quienes han asumido a Changó y Yemayá como sus padres, y han vuelto a
las democracias en las que viven confortablemente para anunciar la buena
nueva que Orula les abrirá las puertas a todos los pobres del mundo en
el nuevo milenio.
La porción de aliados extranjeros del castrismo por diversas razones
-odio a Estados Unidos, frustración personal en sus países de origen y
su condición humana miserable- ha encontrado en la neobrujería cubana el
surrealismo de Bretón, que alimenta sus filias y sus fobias, a golpe de
tambor del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP) y otras
medidas activas del régimen.
¿Qué castigo establece la Regla de Ocha para quienes se hagan el santo,
aunque ningún orisha haya reclamado previamente su cabeza? ¿Qué castigo
establece la Regla de Ocha para quien defienda a un régimen totalitario
monoteísta?
Ideales traicionados
La miseria castrista y la pobreza de nuestros hermanos y hermanas en la
isla ha terminando atrayendo a una legión de miserables, que enmascaran
sus instintos depredadores en la supuesta defensa de un ideal
traicionado por la cúpula castrista y sus seguidores, incluidos los
santeros que meses atrás montaron varias farsas de exaltación por el
moribundo Hugo Chávez en La Habana.
Por si fuera poco, las cifras oficiales de los dos últimos censos de
población no dejan dudas de que los negros y mestizos cubanos son los
que en peores condiciones socioeconómicas viven en la isla, como si sus
poderosos orishas los hubieran condenado a cien años de soledad.
¿Cómo es posible entonces que muchos cubanos acudan a mirarse con un
santero para saber si van a tener salud, dinero y amor? En otras
palabras, si podrán viajar al extranjero con buen desenvolvimiento,
porque juntar esa trinidad en la Siempre Fiel Isla de Cuba es más
complicado que hacer pasar un camello por el hueco de una aguja.
Sencillamente porque el régimen consiguió que mucha gente asumiera la
santería como parte del sainete nacional, hasta el punto de que la
famosa Letra del Año es seguida con vivo interés por una mayoría, como
esperando que llueva café en el campo.
Sangre derramada y sufrimiento
Ocurrió que en sus predicciones recomendaban no tirar agua a la calle el
siguiente 31 de diciembre, como marca la tradición, porque dicha agua
"podría convertirse en sangre derramada y sufrimiento". La lectura era
evidente, pero algo pasó cuando la noticia empezó a recorrer el mundo y
los letristas lucumíes salieron inmediatamente a la palestra para
aclarar que se referían al Polo Norte.
Tremendo, porque tanta simulación a la fuerza no solo garantiza el
control totalitario, sino que provoca mutaciones hasta en el ADN
nacional, convirtiendo a uno de los pueblos más ¿cultos? del mundo en un
teatro de máscaras, donde casi toda lealtad alcanza hasta la siguiente
orden divina.
La grosería castrista -consentida parcialmente por casi todos nosotros-
ha contaminado el esqueleto social cubano, transformando a la mayoría en
seres en penumbras y acomodaticios, expertos en miedos, fingimientos y
traiciones, por mucho que las autoridades aren en el mar y al personal
que discrepe -otro acto de reiterado fariseísmo.
Solo nos queda la esperanza en la primera regla de oro de la Santería:
todo lo que hagas contra otros, se volverá contra ti. Si así fuera, al
menos cabría la esperanza de que los Orishas de fundamento traigan una
mejor vida para sus ahijados, aunque la cuota de sufrimiento ha sido
mucho más de lo imaginado para alcanzar la tierra prometida.
El creyente de Jacomino
Los que perdieron un buen empleo o una buena carrera universitaria por
tener creencias religiosas o aquel señor de Jacomino (barrio habanero),
trabajador ejemplar en el sector del transporte urbano, quien murió a
consecuencia de las quemaduras sufridas, intentando borrarse a la Santa
Bárbara tatuada en su espalda, en promesa por la salvación de su
hermano. El trágico incidente sobrevino tras anunciarle que sería
elegible para integrar las filas del glorioso Partido Comunista de Cuba,
en el que militaron Rómulo Lachatañeré y Aracelio Iglesias, entre otros
practicantes del animismo.
En el ¿quinquenio? gris, un burócrata del aparato de gira por municipios
y provincias se permitió una revelación a su auditorio: TASS está
autorizada a informar que el compañero Aracelio Iglesias estaba
autorizado por la entonces dirección del Partido Socialista Popular
(PSP) a hacerse abakuá y santero (son cosas diferentes) para facilitar
su liderazgo entre los obreros portuarios.
Poco importa, si cumplía una orientación bajada o fue una inspiración de
Oggum. El orador sabía que estaba actuando dentro de la revolución, que
ya sabemos que es -entre otras muchas cosas- cambiar todo lo que deba
ser cambiado y no mentir jamás.
Pobres santeros, sincretistas, aduladores y miserables de toda clase,
que se han prestado al juego sucio de poner una fe politeísta al
servicio del totalitarismo castrista. Ese ejército de vividores debía
saber que un perro tiene cuatro patas, pero siempre coge un solo camino.
Ellos ya eligieron; el perro todavía.
http://cafefuerte.com/opinion/opinion/puntos-de-vista/2865-cuba-santeria-oficial
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