Represión
Bombas de papel
Julio César Álvarez | La Habana | 22 Mayo 2013 - 2:51 pm.
No es extraño que aparezcan en calles y avenidas de La Habana octavillas
con estos mensajes: 'Abajo la dictadura', 'Democracia para los cubanos',
'Abajo Fidel', 'Abajo Raúl'.
Pedir democracia en una hoja de papel y lanzarla en una calle
cualquiera, puede costar en Cuba años de cárcel. El Estado cubano asigna
recursos para atrapar a los autores de esos hechos, considerados
delitos, y tipificados en el código penal con el nombre de "propaganda
enemiga".
No es extraño que aparezcan en calles y avenidas de La Habana octavillas
con mensajes escritos con crayola, tinta, o simplemente con lápiz.
"Abajo la dictadura", "Democracia para los cubanos", "Abajo el tirano",
"Abajo Fidel", "Abajo Raúl", son algunos de los mensajes que portan esas
hojas de papel.
También esos mensajes aparecen en grafitis, sobre paredes de casas y
escuelas, algunos pintados al lado de mensajes oficialistas como "Viva
Fidel" o "Socialismo o muerte".
"Las octavillas se retiran rápido de las calles para que el menor número
de personas logre leer el mensaje, o contamine las huellas que pudiera
dejar quien las lanza. Los carteles en las paredes se tapan hasta que el
departamento de Criminalística tome fotos del mismo. Esto se hace para
que los peritos en caligrafía puedan después cotejar la letra del cartel
u octavilla con alguna muestra de letra de algún sospechoso", asegura
Jesús, un expolicía de la estación de Acosta, en el municipio Diez de
Ooctubre.
Raúl es el nombre ficticio de un hombre que confeccionó y lanzo
octavillas como esas, y pasó un año en prisión. No quiere publicidad, le
va bien como trabajador por cuenta propia, y no quiere revolver viejos
asuntos. Asegura que antes de su arresto nunca perteneció a ninguna
organización opositora, ni manifestó en público lo que pensaba. "Siempre
quise mantenerme fuera del alcance del radar."
La idea de lanzar octavillas le vino de unas que vio en la calle. Pensó
que era una forma efectiva de decir lo que pensaba y transmitírselo a
muchas personas. Nadie lo había identificado aún como un desafecto a la
revolución. Pensó que con esa fachada podría pasar desapercibido, y
llenar de octavillas las calles de La Habana.
"Los órganos represivos, la Seguridad del Estado en particular, llaman
'iniciativistas' a ese tipo de personas. Las consideran muy peligrosas,
pues son solitarios, y les resultan difíciles de detectar y
neutralizar", afirma el expolicía.
Cuenta Raúl que la primera vez que confeccionó y lanzó octavillas sintió
mucho miedo. A pesar de que la calle estaba desierta, y de que nadie
parecía haberlo visto, pensó que se desmayaría antes de alejarse del lugar.
Con el tiempo perdió el miedo, y perfeccionó sus tácticas. Salía vestido
de madrugada, con pantalón del Ministerio del Interior, botas rusas, y
un pulóver con la imagen del Ché Guevara. De esa forma creía que podría
transportar las octavillas en su mochila sin levantar sospechas. Unas
veces las lanzaba desde su bicicleta, otras a pie. Así estuvo por
espacio de seis meses.
Un día lo citaron a la estación de policía. Le tomaron huellas, y le
indicaron que escribiera en un hoja en blanco lo que había hecho la
noche anterior, pues lo habían visto merodeando cerca del lugar de un robo.
Todo fue un montaje para tomarle una muestra de letra, y las huellas. A
los quince días lo detuvo una patrulla de Villa Marista (Departamento de
Seguridad del Estado), y lo acusaron formalmente del delito de
"propaganda enemiga".
Según la acusación de la fiscalía, el jefe de vigilancia de la cuadra
había denunciado que Raúl se comportó de forma sospechosa un día en el
que aparecieron en el barrio centenares de octavillas. Según el
laboratorio de criminalística las huellas en el papel, y el trazo de las
letras coincidían con las de Raúl. Fue sancionado a dos años de cárcel.
Raúl está convencido de que jamás dañó a la sociedad con aquellos
papeles escritos. Cuando más, le tocaba una contravención por arrojarlos
en la calle.
Aún está fresco en su memoria el despliegue de fuerzas para capturarlo.
"Parecía que venían a detenerme no por lanzar hojas, sino bombas de papel."
http://www.diariodecuba.com/cuba/1369180954_3367.html
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