¡Hágase la luz!
Miércoles, Abril 17, 2013 | Por Frank Correa
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -El 14 de abril Cuba votó de
manera imaginaria en las elecciones de Venezuela, cuando buena parte
de la población cubana no se fue a dormir hasta saber el resultado de
los sufragios, disputados entre el candidato chavista -presidente
encargado Nicolás Maduro- y el opositor Henrique Capriles, quien
perdió en los escrutinios por un escaso margen.
Desde el fondo de su corazón, cada cubano apostó por uno de los dos
contendientes, en unas elecciones caracterizadas por el continuo
llamado de ambos líderes a sus seguidores para que primara la
ecuanimidad y la calma en las urnas, por el bien de toda la nación.
A la media noche y antes que finalizara el conteo total de votos, se
anunció por el canal televisivo Telesur como irreversible la victoria de
Nicolás Maduro, quien desde una tribuna y en emotivo discurso dijo que
su triunfo era fruto de mucho esfuerzo y trabajo conjunto de las
autoridades con el pueblo y las instituciones del país. Juró serle fiel
a la revolución bolivariana, a la constitución, a la integración
latinoamericana. Agradeció el apoyo de otros países, en especial de
Cuba. Y expresó que era la victoria del comandante Chávez.
A las doce de la noche el sueño de los niños en casa fue roto de repente
por una música a todo volumen. Un reguetón que por estos días se
escucha mucho en Cuba, titulado Búfalo Bill, integrado en su totalidad
por un solo estribillo, dicho en diferentes tonos, pero donde prima
una constante: Bill… Bill… Bill…
Nadie entiende el mensaje de la canción, ni qué significa, pero está
sembrada en la preferencia de los jóvenes que la escuchan como un
himno: Búfalo Bill… Bill…. Bill… La música provenía de la casa de
nuestra vecina Tatiana. Su esposo presta colaboración militar en
Venezuela y festejaba la victoria chavista.
Otro que festejó por lo grande fue Félix, un barbero por cuenta
propia que pela en su vivienda a muchos venezolanos de la misión
denominada Milagro, hospedados en Marina Hemingway, junto a Jaimanitas.
El barbero se ha contagiado con la aversión de sus clientes contra
Capriles y aprovechó la victoria de su candidato para beberse una
botella de Havana Club y amanecer borracho y contento, mirando el mar
desde la azotea de su barbería.
Al día siguiente, por la mañana, Josefa, La Gorda, que temía que
ganara Capriles y regresaran a La Habana los apagones, me mostró con
alegría el periódico Trabajadores con el saludo de Raúl a Nicolás
en primera plana. Dijo que por lo menos quedaron asegurados el aire
del ventilador, la novela brasileña y el agua fría.
En la cola del pan, Marta, la mensajera, dijo en voz alta que había
otro pueblo que quería a Capriles, casi del tamaño del pueblo que votó
por Maduro y sugirió que debían dividir Venezuela en dos, como las dos
Corea, pero Pipe, el jubilado, le salió al paso y le dijo que no,
porque una Corea se había dedicado al desarrollo tecnológico y la
otra al armamentismo, y no deseaba eso para la hermana tierra de Oscar
de León y Simón Bolívar. En cambio, Yudith, de 35 años y emigrada a la
capital desde Rinconcito, en Las Tunas, dijo que hubiera deseado que
ganara Capriles, para que el gobierno cubano se viera precisado a
apurar los cambios en Cuba.
En todos los lugares donde se recogieron opiniones sobre los comicios,
los votos virtuales estuvieron divididos, con un pequeño margen a
favor de Maduro, por considerarse la garantía de la tranquilidad
ciudadana en lo referente a la electricidad, el transporte y los
beneficios que pudiera brindar la integración económica.
Aunque no hubo cañonazos, ni toques de sirenas, ni bocinas de autos, ni
fuegos artificiales celebrando al momento de anunciarse el ganador,
sí varios niños se despertaron asombrados por la contagiosa música a
esa hora de la noche: Bill… Bill… Búffalo Bill…
Por el momento, aquí todo sigue igual. Inerte.
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