Política
¿Hacia dónde va Cuba?
Antonio G. Rodiles | La Habana | 11 Mar 2013 - 10:00 am.
Embargo y Posición Común son piezas claves del ajedrez político. Si el
Gobierno recibe una transfusión de recursos que le permita mantener su
hipertrofiado aparato represivo, digamos adiós a la democracia por los
próximos 20 o 30 años.
Hace cinco años se levantaban expectativas sobre la selección de la
elite gubernamental. Muchos conjeturaron sobre quién sería el próximo
primer vicepresidente. Las apuestas se dirigían a dos candidatos: Carlos
Lage Dávila y José Ramón Machado Ventura. Según el elegido, teorizaban
los observadores, se perfilaría la orientación de Raúl Castro en los
próximos cinco años. Las principales especulaciones hablaban de dos
tendencias en pugna, la raulista o reformista y la fidelista o
conservadora. Aparentemente, una de ellas marcaría el ritmo y el tipo
de reformas.
El resultado no solo se concretó al acto de selección, sino que trajo
consigo que Carlos Lage y su amigo Felipe Pérez Roque, fueran
defenestrados junto a otros altos funcionarios. Las acusaciones fueron
las conocidas: traicionaron la confianza de los máximos líderes mediante
conductas impropias para "cuadros" de sus envergaduras. Después se supo
que en varias ocasiones se habían mofado de sus longevos jefes y que
deseaban disponer de más cuotas de poder.
En aquel 2008 el contexto internacional era diferente. Raúl Castro
intentaba relanzar una imagen renovadora con la firma de los Pactos en
Nueva York, unido a reformas de poco calado pero ampliamente divulgadas.
Chávez se había convertido en una fuente inagotable de recursos y sostén
para la desastrosa economía que Fidel Castro legaba. Barack Obama se
perfilaba como el próximo presidente de los EE UU y eso daría, según sus
cálculos, amplias posibilidades de terminar o al menos relajar, el
diferendo bilateral sin perder mucho a cambio. Ese mismo año tres
huracanes golpeaban la Isla, la precaria economía cayó aún más y la
dependencia hacia Venezuela se profundizó.
A pesar de las medidas tomadas por la nueva administración
norteamericana, el Gobierno cubano dio muy tímidas señales de querer
generar una nueva dinámica. Aferrados a un control total de la sociedad
mediante la Seguridad del Estado y todo un ejército de informantes, el
Gobierno cubano prefirió enviar una señal de lealtad a sus asalariados.
En noviembre de 2009 arrestó al contratista Alan Gross ofreciéndolo como
moneda de cambio por los cinco espías relacionados con el arranque
histérico que pulverizó a cuatro seres humanos en el aire.
El año 2010 trajo un brote de mayor activismo desde la oposición. La
huelga de Guillermo Fariñas, el activismo de las Damas de Blanco, la
muerte de Orlando Zapata Tamayo tras una prolongada huelga de hambre,
desataron una fuerte presión interna y externa sobre el tema de los
presos políticos que resultó insostenible. La necesidad de frenar una
situación que a toda luces estaba tornándose peligrosa, trajo como
consecuencias la intervención de la Iglesia católica, quien sirvió de
enlace entre el Gobierno y las fuerzas prodemocráticas.
Dando muestras de desatino político, el Gobierno seguía esperanzado en
lograr, al menor costo, ciertos favores de la administración Obama.
Según los consejeros del totalitarismo las "reformas" del "modelo
económico", apoyadas en los subsidios venezolanos, podrían llevar a un
ritmo "adecuado" y sin demasiada tensión a la mutación neocastrista.
Sin embargo, las tan cacareadas transformaciones no han despegado. Los
inversionistas extranjeros no se han acercado, a diferencia de lo
ocurrido en los años noventa. La dependencia económica del "hermano país
bolivariano" y la muerte del presidente venezolano Hugo Chávez hace
tambalear el escenario previsto.
La situación de Venezuela se ha complejizado con una economía que se
tambalea con altísimos índices de inflación y desabastecimiento. El
candidato escogido por Chávez, Nicolás Maduro, no se está proyectando
nada seguro ante una situación que claramente rebasa su arsenal político.
Para el Gobierno cubano, la necesidad de un plan B cobra carácter
urgente e inmediatamente todas las miradas han caído sobre los EE UU.
Un plan B del Gobierno cubano
El Gobierno cubano necesitaría, al menos, un relajamiento de las
sanciones económicas. Solo ahora el Gobierno se percata de la magnitud
del error cometido al encarcelar a Alan Gross. La liberación del
contratista sería una pésima señal para todos los agentes secretos
cubanos, pero garantizaría al menos, el inicio de un proceso de
intercambio más fluido con el objetivo final de lograr la relajación del
embargo. Todo parece indicar que las viejas rabietas no tienen el mismo
impacto.
Dentro de Cuba las grandes expectativas creadas por Raúl Castro se van
desvaneciendo y el Gobierno necesita dar algunos pasos para que el
cubano pueda respirar algo más de libertad. La férrea política
migratoria relaja sus controles buscando drenar las crecientes carencias
de los cubanos y se convierte en uno de los pasos más "audaces" del
totalitarismo.
En este escenario se realiza la nueva selección de puestos. Esteban Lazo
con su avanzada edad y una mentalidad muy básica simboliza todo lo viejo
e inoperante del sistema. Tomará las riendas de una asamblea que jamás
ha tenido votaciones divididas, ni siquiera en temas tan triviales como
los que discute. Lazo representa un muro de contención para frenar
cualquier iniciativa que pueda nacer o llegar a dicho órgano de gobierno.
El cambio de Machado por Díaz Canel, busca acomodar a un relevo
necesario. Se trata de un individuo más joven, obediente, poco
carismático, sin popularidad, puesto a dedo. Alguien que dependerá en su
totalidad del buen consentimiento del aparato militar que en los últimos
años ha afianzado su influencia indicando cual es el diseño social que
se intenta perpetuar. No creo que estas designaciones generen nuevas
dinámicas. La elite solo pretende que estas personas ejecuten el plan
diseñado a su medida y la de sus herederos.
La oposición comienza entonces a jugar un interesante papel. La
colaboración entre diferentes grupos se hace cada vez más articulado. El
trabajo que en los últimos meses se ha ido tejiendo alrededor de la
campaña "Por otra Cuba", demandando la ratificación e implementación de
los Pactos de la ONU como hoja de ruta para un proceso de transición,
apunta que es posible encontrar aquí y ahora un camino viable. La
sociedad civil, está preparada para dar pasos más audaces, esperamos que
así sea de parte de todos los actores.
¿Qué podemos esperar en el corto y mediano plazo?
El Gobierno seguirá acomodando en posiciones claves a sus cuadros más
confiables, gente que garantizaría que el neocastrismo se concrete.
Colocará también algunos rostros que le permitan mostrar cierta cara
"renovada" al exterior, y con esto intentar relanzar sus relaciones
internacionales.
Ese nuevo diseño necesita de una economía que pueda sufragarlo, es este
el punto crítico ¿Cómo lograr viabilizar una economía completamente
desarticulada y destrozada? Esto solo puede lograrse con una inyección
de capital, inyección que en la actualidad solo podría provenir del
vecino del norte. Nadie desea invertir en un país donde no se pagan las
deudas.
El embargo estadounidense y la Posición Común europea son piezas claves
de este ajedrez político. Si dentro de la situación que vivimos el
Gobierno recibe una transfusión de recursos que le permita mantener
intacto su hipertrofiado aparato represivo, digamos adiós a nuestros
sueños democráticos por los próximos 20 o 30 años. Cuando he escuchado a
varios actores prodemocráticos abogar por el fin inmediato e
incondicional del embargo, me percato de una falta de previsión de los
escenarios políticos posibles. ¿Será que no conocen experiencias previas
de otras regiones? ¿Será que no conocen la famosa frase de "apertura"
económica con apretura política? ¿Será que no es suficiente con la
abultada deuda que ya le legaremos a nuestros hijos y nietos?
Si la comunidad democrática le señala al gobierno totalitario que la
ratificación e implementación de los derechos fundamentales,
contemplados en los Pactos de la ONU, es el único camino de solución al
dilema cubano; si condiciona cualquier medida de relajamiento de
sanciones económicas al cumplimiento de dichos acuerdos internacionales,
no tardaremos mucho tiempo en ver resultados.
El Gobierno cubano no ha sido y no es temerario, menos aún en el
contexto actual. Resulta ilógico que la elite desee entregarle una bomba
de tiempo a su familia y aliados cercanos. La oposición por su parte,
en su amplia mayoría, es promotora de cambios pacíficos. Cambios en los
que transitemos a una democracia verdadera, con el pleno y absoluto
respeto de las libertades individuales y no a un engendro totalitario
típico de naciones fallidas. Un engendro que en el mediano plazo estará,
con toda seguridad, cargado de más corrupción, inseguridad y conflictos
sociales.
Resulta en extremo entendible, que el pueblo cubano desea la oportunidad
de vivir en paz, ser próspero, disfrutar de sus familias y de su tierra.
Necesitamos dejar atrás toda esta pesadilla de alarmas de combate,
guerras de todo el pueblo, milicias de tropas territoriales, socialismos
o muertes y bastiones inexpugnables. Superar las locuras tipo cordones
de la Habana, plátanos microject, tribunas abiertas, batallas de ideas,
lineamientos y toda esa sarta de tonterías y mediocridades. Esas que nos
han hundido en el desastre que hoy todos, absolutamente todos, tenemos
la ineludible obligación de superar. Nos urge otra Cuba.
http://www.diariodecuba.com/cuba/1362992453_831.html
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