Monday, March 11, 2013

Ángel Carromero y su cubo de agua

Ángel Carromero, Payá

Ángel Carromero y su cubo de agua

Carromero fue, y sigue siendo, una broma de mal gusto de la derecha
europea, un regalo tóxico que ha costado muy caro

Haroldo Dilla Alfonso, Santo Domingo | 11/03/2013 8:59 am

Las últimas declaraciones de Ángel Carromero retractándose de todo lo
que anteriormente afirmó, me parecen, para ser compasivo, poco felices.

Si aquella tarde en Bayamo se cometió un crimen o hubo un accidente solo
lo saben dios y los involucrados. Yo no puedo asegurar nada. Pero debo
decir muy claramente que pienso que, desde el principio hasta ahora, no
hay datos consistentes que indiquen que Oswaldo Payá haya sido
asesinado. Entiendo perfectamente a su familia, atenazada por el
hostigamiento a que han sido sometidos por muchos años y por la negativa
del gobierno cubano a permitir una investigación independiente. Pero lo
primero lo hacen siempre y lo segundo nunca lo permiten, y nada de ello
prueba que se haya cometido un asesinato. No obstante, creo que a la
familia le asiste absoluto derecho a solicitar una investigación
independiente y el gobierno cubano está obligado, en nombre de la
decencia, a facilitarla.

La muerte lamentable de Oswaldo Payá es otro ejemplo de las morbosidades
que acarrea la falta de transparencia informativa en Cuba, y la carencia
de espacios sociales autónomos. Aunque el gobierno cubano se alistó para
dar información rápida y técnicamente avalada sobre las incidencias del
hecho, no creo que ello baste a nadie, si tenemos en cuenta que Payá fue
siempre considerado un enemigo y hostigado como tal. Y luego, las
pasiones que se desatan del otro lado, con denuncias de conspiraciones
al estilo le Carré, supuestos descubrimientos de photoshops (como si los
expertos de los servicios de seguridad cubanos fueran tan estúpidos como
para dejarse sorprender por navegadores amateurs) y rastreos de tuits
que al final nadie puede garantizar que existieron.

Pero, repito, yo no creo que hubo un asesinato, siquiera por un
motivo: hubiera sido el tipo de acción que —teniendo en cuenta la
visibilidad de Payá y las urgencias del gobierno cubano— hubiera
producido más problemas que ventajas. Dicho en términos de Talleyrand,
hubiera sido —peor que un crimen— un error político.

Luego hay una cadena de hechos que, como mínimo, nos hacen dudar de la
supuesta trama criminal. Primero, está la negativa del sueco implicado a
decir ni media palabra, como si se hubiera pasado durmiendo un viaje de
ocho horas en que según se dice siempre fueron hostigados por autos de
la seguridad del estado. Después, como explicar que si el gobierno
cubano pretendía cometer un asesinato haya practicado un burdo chequeo
japonés intimidatorio durante ocho horas de viaje, dejando todo el
espacio a las denuncias. Luego todo lo que dijo Carromero ante las
cámaras, en el juicio y en cuanta oportunidad tuvo de decir algo: se
trató de un accidente producto del mal estado de la carretera y de la
falta de señalización. Y de todo lo que no dijo, ni siquiera en la más
absoluta intimidad, cuando tuvo las oportunidades de decirlo. Incluyendo
las semanas que lleva el buen Carromero en España en un régimen de
restricción de libertad muy benigno.

Y lo que ahora dice el chico del PP viene a confirmar mis dudas. Ahora,
este gladiador internacional por la democracia cambia toda su
declaración que según dice fue obtenida bajo amenazas, drogado y alojado
en una "espeluznante" celda en la enfermería de Bayamo, donde había que
echar agua con un cubo en el inodoro. Y acicateado, confirma, por su
incapacidad para seguir siendo cómplice de su propio silencio. Carromero
acaba de declararse víctima del hecho, y no victimario. Y con ello acaba
de dar un paso adelante para conseguir una reducción de su ligera pena
carcelaria, una situación que considera injusta y que espera "no dure
mucho tiempo", lo cual es una aspiración legítima de todo reo. Pero no
razón suficiente para cambiar una declaración.

No me detengo en los argumentos de Carromero y la historia que cuenta.
Remito al lector a que la lea, incluso que vea el video de la confesión,
y saque sus propias conclusiones. Carromero fue, y sigue siendo, una
broma de mal gusto de la derecha europea. Fue un regalo tóxico que ha
costado muy caro: la vida de dos activistas opositores, incluyendo a uno
de sus más reputados líderes. Y ahora quiere seguir ganando un espacio
bajo los reflectores con una historia floja y llena de agujeros.

Apoyemos a la familia Payá en su justa demanda de una investigación
independiente y dejemos que este pobre chico siga su camino, deseándole
mejor suerte que el agua del cubo que tuvo que usar en la enfermería de
Bayamo.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/angel-carromero-y-su-cubo-de-agua-283425

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