Política
Se retiran los últimos cubanos trabajadores de la base naval de Guantánamo
Agencias
Base Naval de Guantánamo 15-12-2012 - 12:02 pm.
Durante más de medio siglo, Luis La Rosa y Harry Henry han salido antes
del amanecer de sus casas en la ciudad oriental de Guantánamo, y
abordado sus taxis para ir a trabajar a la base militar estadounidense
ubicada en la provincia del mismo nombre.
El viaje les lleva menos de una hora, pero abarca dos mundos y una
frontera fuertemente custodiada.
Ahora esa rutina toca a su fin. La Rosa, un soldador de 79 años y Henry,
oficinista de 82, se retiran a fin de mes y el viernes les tributaron un
homenaje en la base, reporta la AP.
Los amigos íntimos, verdaderas celebridades en la base, son los últimos
de los que alguna vez fueron cientos de cubanos que llegaban todos los
días para trabajar en la aislada instalación militar estadounidense.
Para ellos es una ocasión agridulce, el fin de uno de los últimos
vínculos reales entre Cuba y la base estadounidense, que ha sido una
presencia irritante para el Gobierno cubano.
"Me siento un poco triste porque me retiro, pero me voy a mi país",
afirmó La Rosa el jueves después de trasponer los alambrados de púas y
un puesto de guardia custodiado por infantes de marina estadounidenses
que separa la base del resto de Cuba.
La ciudad de Guantánamo se encuentra al noroeste de la base, separada de
esta por montañas y pantanos. Una ciudad más pequeña junto a la bahía,
Caimanera, es la más cercana a la instalación militar.
Una treintena de cubanos vive en el puesto, y el comandante de la base
se reúne todos los meses con su contraparte cubano para discutir
cuestiones logísticas y administrativas. Pero la base y Cuba no tienen
casi nada que ver entre sí, y esa situación se pone de manifiesto
todavía más con el retiro de los dos longevos trabajadores.
"Es un verdadero vínculo simbólico que desaparece", comentó Jonathan
Hansen, autor del libro Guantánamo: una historia estadounidense.
La bahía de Guantánamo, considerada un puerto natural ideal, fue
capturada por Estados Unidos a España en la guerra de 1898. Los
estadounidenses la retuvieron durante la ocupación de Cuba y después
obligaron al Gobierno cubano a firmar un contrato por la base de 117
kilómetros cuadrados. Las relaciones se deterioraron después que Fidel
Castro se adueñó del poder en 1959 y se tornaron en hostilidad abierta
cuando abrazó el comunismo de estilo soviético.
Castro, que ha calificado la base como "una daga clavada en el corazón
del suelo cubano", se ha negado a cobrar los cheques del contrato por
unos 4.000 dólares anuales.
En enero del 2002 Estados Unidos empezó a usar la base para encerrar a
sospechosos de pertenecer a Al-Qaeda y el Talibán. Ahora quedan 166
prisioneros en comparación con 680 en junio de 2003. El presidente
Barack Obama prometió cerrar la prisión poco después de asumir, pero el
Congreso le impidió transferir prisioneros a suelo estadounidense y
aquellos siguen prácticamente en un limbo.
Aunque Obama haya prometido cerrar la prisión, Estados Unidos no ha
anunciado planes de ceder la base, que sigue siendo considerada
estratégica por el Washington.
La mayoría de los cubanos quieren que se cierre la base, aunque también
sirve como "una hermosa herramienta de propaganda conveniente" para
Castro, opinó Hansen, disertante en la Universidad de Harvard, que
prepara una biografía sobre el exgobernante cubano.
"Viviendo entre dos mundos"
Los dos trabajadores que están por poner fin a su vinculación con la
base no parecen interesados en cuestiones polémicas. "No nos metemos en
política", aseguró Henry. "Cumplimos con las leyes de aquí y de allí".
Afirman además que nunca les pidieron que espiaran para uno u otro
bando, aunque los dos han sido un importante canal de comunicación para
las familias de los exiliados que huyeron de Cuba y fueron autorizados a
asentarse en la base.
La Rosa, de risa fácil, dijo que la gente a uno y otro lado de la cerca
los ha tratado bien. "Nos hacen bromas y aquí nos dicen que somos
comunistas", comentó risueño. "Y cuando regresamos, nos llaman
imperialistas".
A lo largo de los años ha habido una declinación paulatina del número de
cubanos que trabajan en la base.
A medida que los trabajadores envejecían y se retiraban, su número se
redujo de centenares a una cincuentena para 1985, según un boletín
informativo de la base, la Guantanamo Bay Gazette. En junio del 2005
quedaban Henry, La Rosa y otros dos, todos con salarios de unos 12
dólares la hora, un ingreso astronómico para los estándares cubanos,
según otra hoja informativa de la base, The Wire.
Actualmente, la mayor parte de los trabajos que solían hacer los cubanos
están a cargo de trabajadores de Jamaica y Filipinas.
Después de salir de sus casas con gorras de béisbol y chaquetas en la
fresca madrugada caribeña, La Rosa y Henry cruzan la cerca a la salida
del sol. Desayunan en una casa cerca del perímetro mientras los
militares entonan el himno nacional por los altavoces.
Los dos cubanos se trepan a una camioneta azul que circula por las
calles de la instalación militar que parece un suburbio típico
estadounidense con campos de juego, una escuela, una tienda por
departamentos con supermercado, un cine y restaurantes de comida al
paso. La base aloja a unos 6.000 militares, civiles y contratistas.
Es un lugar tranquilo, a veces aburrido, donde los residentes suelen
pasar su tiempo libre aprendiendo a bucear.
"A veces uno siente que está viviendo en dos mundos", comentó Henry,
cuyos antepasados llegaron a Cuba desde Jamaica. Ha trabajado en la base
62 años. "Hay dos sistemas comoquiera que uno lo mire. Pero estamos
acostumbrados".
Ambos dicen que esperan descansar después de décadas.
La Rosa, que ha trabajado en la base durante casi 54 años, agradece el
trabajo que le ha permitido mantener a su familia y el reconocimiento de
los militares por sus años de servicio.
"Mi compañero y yo nunca esperamos esto", comentó con la voz ahogada por
la emoción. "No me será fácil decir adiós a toda esta gente".
http://www.diariodecuba.com/cuba/14474-se-retiran-los-ultimos-cubanos-trabajadores-de-la-base-naval-de-guantanamo
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