Las muertes mediáticas de Fidel Castro
Publicado el Sábado, 20 Octubre 2012 18:31
Por Wilfredo Cancio Isla
Por más inmortales que lleguen a ser, es evidente que (...) las personas
en general, se mueren.
Augusto Monterroso
La semana que termina nos deja una nueva estela de rumores y desvaríos
sobre la supuesta gravedad de Fidel Castro.
Se trata de una historia cíclica que hemos visto agitar las pasiones
repetidamente en la comunidad de Miami, crispar las redacciones
periodísticas y provocar sucesivas cadenas de intranquilidad en los
medios de comunicación alrededor del mundo desde que el anciano líder
cubano anunció su enfermedad en julio del 2006.
El último de los capítulos viene sazonado con un ingrediente de curiosa
precisión. Desde la ciudad floridana de Naples, el médico venezolano
José Marquina ha lanzado la primicia a partir –según dice- de fuentes y
datos de primera mano. El doctor asegura que Castro sufrió "una embolia
cerebral y ya no conoce absolutamente a nadie" y se encuentra moribundo
en su "casa de El Laguito" en La Habana.
Las revelaciones de Marquina siguieron a una estela de "indicios" sobre
la "muerte cerebral" de Castro que rodaron por la internet desde
comienzos de octubre, y que implicaron a cuentas hackeadas por el
periodista italiano Tommasso Debenedetti, de larga reputación como
suplantador de perfiles ilustres en Twitter y Facebook. La histeria
mediática se desencadenó y con el golpe de Marquina la historia escaló
hasta la sacrosanta prensa norteamericana.
Pasajes del desenfreno
Durante algunos pasajes de este desenfreno, mensajes internos en
connotados medios de prensa alertaron más de una vez sobre inminentes
anuncios de Raúl Castro, presuntamente escuchados en la emisora Radio
Reloj. Analistas comparecieron en radio y televisión para analizar el
impacto del suceso. Hubo incluso movilizaciones y acuartelamientos en
el edificio de The Miami Herald ante lo que sus fuentes le aseguraban se
produciría a la vuelta de 72 horas. Y el relato continuó multiplicándose
en la internet tras el cordón de rumores y vaticinios apócrifos.
El flujo de los reportes personales por la internet y la penetración de
las redes sociales ha creado un panorama comunicativo muy distinto al
que existía seis años atrás, cuando se conoció de la primera crisis de
salud que sacó a Fidel Castro de sus funciones de mando, al menos
nominalmente. De manera que hoy cualquier versión imprecisa sobre un
hecho de interés público, sin suficiente confirmación ni escrutinio de
fuentes, puede echarse a rodar y convertirse en trending topic con la
consiguiente movilización de los medios periodísticos tradicionales. La
democratización de las nuevas tecnologías es una indiscutible conquista
ciudadana, pero a la vez ha creado una ilusión informativa que ha
terminado por desdibujar peligrosamente la franja que separa un
comentario de andar por casa o un chisme de oídas con una noticia
periodística.
Lo que se ha difundido sobre la salud de Castro en días recientes no
escapa de ese fenómeno de distorsión mediática. Que agencias
internacionales y publicaciones de sólida tradición profesional se hayan
lanzado al ruedo de las especulaciones reportando rumores sin apelar a
un recurso mínimo de cruzar fuentes y comprobar el origen de la versión
magnicida, es una clara evidencia de los tiempos de destripamiento
profesional que estamos atravesando.
¿Casa en El Laguito?
¿Le preguntó alguien a Marquina, por ejemplo, de esa casa de Fidel
Castro en El Laguito? Entre los especializados informadores de la
actualidad cubana que nos gastamos, ¿no pudo alguno cuestionarle al
doctor o poner en perspectiva en su reporte que -a no ser por una
mudanza de última hora- la casa de Fidel Castro está en Punto Cero, en
Jaimanitas, a varios kilómetros de El Laguito? ¿O al menos apuntar, como
dato significativo acerca del testimoniante, que se trataba del mismo
médico que aseguró meses atrás que Hugo Chávez no llegaba a las
elecciones del 7 de octubre en Venezuela?
Tal vez el doctor Marquina tenga alguna fuente que le cuente al oído, no
cuestiono que eso sea cierto. Lo que resulta imperdonable es la ligereza
con que se ha asumido este nuevo zafarrancho sobre Fidel Castro y el
descrédito que arrastra una cobertura recitativa de las versiones que
atraviesan la internet y fecundan casi siempre en la Calle Ocho de
Miami, al pie del restaurante Versailles.
¿Está moribundo Fidel Castro? Pudiera estarlo, pero no existen fuentes,
pruebas o testimonios que puedan atestiguarlo de manera convincente como
para convertirlo en titular periodístico. Los hechos que tenemos sobre
la mesa nos pueden aproximar a una verdad menos imperfecta.
Sintomáticamente, el personaje no ha sido visto en público desde el
pasado 28 de marzo, cuando visitó la Nunciatura de La Habana para
encontrarse con el Papa Benedicto XVI. Se le vio entonces tambaleante y
desorientado, con serias dificultades para mantenerse en pie sin ayuda.
Tampoco ha escrito más reflexiones desde el 19 de junio, fecha en que
publicó una rara parrafada sobre "El universo y su expansión", el último
de un grupo de artículos epigramáticos que desconcertaron incluso a sus
más entusiastas apologistas. La más enigmática de todas, "¿Qué son los
FC?" (10 de junio de 2012), curiosamente no publicada en el diario Granma.
Ausencias e interrogantes
A esos datos puntuales se suma la ausencia de un mensaje suyo por la
victoria electoral de Chávez y el hecho de no haber recibido a
visitantes como Evo Morales, quienes en fechas anteriores posaban junto
al ex gobernante en cada viaje a La Habana. No ha dado a conocer
valoraciones en ocasión del 50 aniversario de la Crisis de Octubre, un
tema sobre el cual se dijo escribía un libro. En cambio, su hijo
fotógrafo, Alex Castro, dijo que "el Comandante está bien", con sus
habituales rutinas de lectura y ejercicios, y una carta con la firma del
ex gobernante se dio a conocer este miércoles.
Pero todo eso no es suficiente para completar el mosaico de la noticia
de su agravamiento o "muerte encefálica" si no existen otros elementos
factibles.
Porque ya hemos leído y oído demasiadas antesalas de muerte de Fidel
Castro en Miami. Recuerdo las insistentes llamadas telefónicas y las
presiones que enfrenté en enero del 2009, negándome a reportar rumores
semejantes que corrían en Miami, al punto que Diario Las Américas llegó
a publicar en primera página un titular inolvidable: "Fidel en coma". El
decano de los diarios miamenses en español abundó entonces en pormenores
de la "inconciencia" del paciente, presuntamente conectado a un
respirador artificial, citando "fuentes cercanas a hijos y familiares en
Cuba".
Después ya sabemos el desmentido, con la reaparición y presencia pública
del moribundo durante casi dos años, a partir de junio del 2010.
He recibido en estos días decenas de llamadas desde los puntos más
increíbles y mi respuesta siempre ha sido la misma: la muerte de Fidel
Castro se conocerá cuando Cuba la anuncie oficialmente y se dispongan
sus funerales. Todo lo demás será siempre especulativo y ni siquiera el
Departamento de Estado se adelantará a revelarlo hasta que La Habana no
lo pronuncie muerto.
Desde el 27 de julio del 2006, cuando la hemorragia intestinal obligó a
realizarle una operación de emergencia de pronóstico reservado, pasaron
cuatro días hasta la difusión de la Proclama del Comandante en Jefe al
Pueblo de Cuba", sin el más mínimo atisbo de información filtrada a
través de esas fuentes que ahora pululan con noticias de Punto Cero y de
la hora final de Castro. Un sistema totalitario como el cubano -en
control casi absoluto de la sociedad mediante un asfixiante dominio
desde la élite- es tan desastroso en su eficiencia económica como
infalible en el manejo de la información en situaciones límite. Y
debiéramos aprender la lección para operar con mayor nivel de
responsabilidad periodística.
Una muerte simbólica
Por razones históricas comprensibles, la desaparición física de Fidel
Castro sigue siendo una noticia de interés mundial, aun cuando tendrá
más un carácter simbólico que un efecto de final político como pudo
tenerlo seis años atrás. Será el ocaso de una era, la despedida de un
líder mesiánico que provocó traumas sociales y familiares de los que la
población cubana no podrá desprenderse por largo tiempo. Pero el
significado de su muerte –sea cuando sea- es cada vez menos trascendente
para los destinos del país.
Aventurarse a adelantar la víspera del deceso para cumplir ciertas
expectativas o anhelos de audiencia no parece ser lo más recomendable.
Si queremos realmente seguir tras pistas reales, este domingo tendremos
una buena oportunidad durante las elecciones para delegados a las
asambleas municipales del Poder Popular que se celebrarán en todo el
país. Como ha sido costumbre desde su prolongada convalecencia, Castro
ha enviado puntualmente su voto en todos los comicios convocados, la
última vez durante las elecciones municipales de abril del 2010. Los
corresponsales extranjeros tal vez se atrevan a indagar en el colegio
electoral donde está inscrito, si su voto llega, quién lo tomó y en
cuáles circunstancias.
En última instancia, Fidel Castro ya anunció su muerte en una reflexión
titulada "El undécimo presidente de Estados Unidos", augurando que no
sobrepasaría el 2013: "Recibo información y medito sosegadamente sobre
los acontecimientos. Espero no disfrutar de tal privilegio dentro de
cuatro años, cuando el primer período presidencial de Obama haya concluido".
Y quizás esté menos preocupado con su partida de este mundo que todos
nosotros.
http://cafefuerte.com/cuba/noticias-de-cuba/politica/2271-las-muertes-mediaticas-de-fidel-castro
No comments:
Post a Comment