Elecciones en Venezuela definen nuevo amanecer
[03-10-2012]
Dr. Darsi Ferrer
(www.miscelaneasdecuba.net).- La derrota final que va a sufrir el
naciente totalitarismo chavista el próximo octubre va a marcar la
verdadera entrada de Venezuela en el siglo XXI. El fracasado modelo
cubano, ese maltrecho Frankestein zurdo, vuelve a su acostumbrado
derrumbe cuando su benefactor sudamericano sea sacado del poder.
Una y otra vez redivivo por los cocineros del aparato de inteligencia de
La Habana en lamentables y dolorosos intentos de resurrección, caerá en
olvido más pronto de lo que se pueda imaginar luego de tanto
protagonismo vociferante y, ojo, están quebrados y sin sustitutos que
les garanticen el sostén de su aberrante régimen.
Y es que, en esencia, ¿qué le puede aportar al beneficio de los
venezolanos envenenarse de tamaño odio, alimentar el rencor y la
retaliación? Con tanto futuro por delante en una nueva etapa de la
Humanidad, ¿para qué el enfrentamiento con un supuesto enemigo USA que,
contradictoriamente, es el mejor cliente para el grueso del producto
nacional más valioso? Y ya que sale a relucir el petróleo, ¿es hora de
que un próximo gobierno trabaje por qué no sea un mero elemento natural
extraído de la tierra, sino el venezolano mismo, el bien más preciado
del país?
Algo significativo que va a surgir del triunfo electoral de la oposición
en estas elecciones es precisamente la oportunidad que tendrán los
venezolanos de quitarse la dependencia psicológica del petróleo. La
principal fuente de riqueza de cualquier país son sus pobladores, el
capital humano. A ellos hay que dedicarles los mayores esfuerzos en su
formación como seres emprendedores e innovadores.
El modelo estatista, reforzado hasta límites onerosos por la pandilla de
mafiosos en el poder, también deberá ser desmantelado, abandonando el
espacio público como empleador, creador de burocracia y corrupción. Y el
pueblo deberá aprender a valerse, a pensarse y desarrollarse en
iniciativas, no dormitando en la precaria condición de amodorrado
clientelismo.
Las nuevas fuerzas anti totalitarias que accedan al poder del Estado
tendrán la tarea de empeñarse en transformar radicalmente el país. El
espejismo del chavismo ha sido precisamente el mensaje basado en un
mayor estatismo y dependencia de Papa Estado, con la consecuente pérdida
de voluntad y acomodo a lo que se otorgue a nombre de una redistribución
equitativa de la riqueza nacional. Eso fue lo que permitió al régimen
chavista triunfar en anteriores procesos electorales.
Este es un peligro que continuaría latente, sujeto a despertar de nuevo
ante otro cantamañanas que prometa, otra vez, redistribuir el pastel en
migajas, en lugar de crear las condiciones para que la gente se cree su
propia pastelería. Ese es el mayor peligro para la libertad y el
derecho, el falsario atractivo de la apatía que provoca la enfermiza
dependencia del pueblo del Estado benefactor.
Por tanto, el nuevo gobierno deberá hacer tripas corazón y emprender lo
que éticamente se necesita en el país para verdaderamente hacerlo
crecer. Por tanto, la manga arremangada hasta el codo, debe abandonar el
monopolio estatal del petróleo y disponerlo a la libre competencia del
capital nacional y extranjero.
Ese preciado oro negro debe dejar de ser una excusa para no empeñarse.
Los réditos que provengan de las ganancias que recaude el Estado deben
ser expuestas en cuentas abiertas, al libre acceso de la nación. En
lugar de ceder al tentador subterfugio politiquero o populista de ser
maná inagotable para suministrarle un cheque mensual de sostenimiento
personal a cada venezolano, esas cifras de ingresos deben ser puestas a
disposición en créditos con intereses para que cada nacional que quiera
emprender un negocio o crearse una fuente de trabajo en su país tenga la
oportunidad de echar adelante sus propios sueños de progreso.
Una nación que quiere ser rica y próspera no puede sentarse a esperar
porque alguien les haga el trabajo, pues a la larga eso significa la
pérdida de la libertad personal y de la preciosa libre determinación.
Además, eso no significaría que el pueblo sería despojado de la riqueza
que le pertenece, sino que ésta dejaría de ser una excusa para no
salirse de la apatía complaciente que provoca. Las nuevas autoridades y
el pueblo en general deben mirar con extrema atención la crisis
económica que sacude economías mucho más desarrolladas en Occidente.
En todos los orígenes yace el mismo principio de corruptivo y
despilfarrador intervencionismo y asistencialismo gubernamental, que en
su nefasta variante más populista se ha intentado poner en marcha en los
últimos años en Venezuela.
Si la nación venezolana quiere un verdadero cambio de vida, va a tener
que ser tomando las riendas de su propio destino y no dejándolo a la
responsabilidad y discreción de unos pocos. El fin del chavismo no sólo
significará un punto y aparte en la nación hermana.
Todo el fraguado tinglado político de enfrentamiento antiimperialista
continental se derrumbará como un castillo de naipes ante la ausencia
del cada vez más oneroso bombeo de petróleo a su debilucho corazón. Y
por primera vez en muchos años los populismos de izquierda sostenidos a
la sombra de este absurdo político, tan alejado a sabiendas de las
nuevas realidades mundiales que llegan a diario, se verán enfrentados a
las carencias y desmadrados desvíos sin salida a donde se empeñan en
conducir a sus pueblos. Evaporado el espejismo chavista, quedará tan al
descubierto el despropósito de este inútil absurdo que muchos gobiernos
comenzarán a ser repudiados por la mayoría de sus gobernados.
Pero será la dictadura cubana la que más pierda en este juego de ruleta
rusa que una y otra vez se empeña en poner la sien. Esta vez la cosa
será tan en serio que muchos de esos personajes privilegiados que
parecen columnas incondicionales del raulismo se preguntarán si no será
ya la hora de pasar a forzoso retiro a este parapetado inepto y comenzar
a cambiar realmente algunas cosas en el árido paisaje nacional.
No los guiará el patriotismo, un repentino dengue democrático, o ni
siquiera la preocupación por el creciente y prolongado sufrimiento de
una miserable población a la que se han acostumbrado a ver como ganado
disponible. Se decantarán por mejorar algunas cosas, concediendo ciertas
libertades que le permitan respirar un poco y de verdad a la gente.
Quizá no sepan o no quieran saber que ni siquiera ese tipo de modesto
empeño se podrá emprender sin el peligro de que el dique de la libertad
se desborde. Demasiado tiempo la libertad ha sido retenida entre cuatro
paredes.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=37275
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