El Palmar
Jueves, Octubre 18, 2012 | Por Michel Iroy Rodríguez
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -El Palmar, uno de los barrios
del municipio Marianao, con una población de más de siete mil personas,
colinda a la izquierda con el reparto Los Ángeles, y a la derecha con
Los Pocitos, tierra de abakuás. Al fondo queda Toledo y al frente,
Almendares y el reparto Pastorita.
En el barrio pululan los mosquitos y las moscas. Las aguas albañares
corren por las aceras y las calles. Son comunes los vertederos llenos de
basura y escombros. Los niños juegan en ellos, y nadie se asombra, ni
siquiera los inspectores de Salud Pública. Oficialmente, El Palmar es
considerado un barrio insalubre.
El ómnibus de la 34, conocida como la ruta fantasma debido a que nunca
aparece, pasa cada dos o tres horas. Para abastecerse, los pobladores de
El Palmar tienen que caminar hasta la calle 51, que queda a más de un
kilómetro de distancia. En muchas ocasiones, tienen que caminar más de
tres veces esa distancia para resolver necesidades del hogar.
El hospital más cercano queda a más de dos kilómetros de distancia. En
caso de urgencia, los residentes del lugar deben molestar a algún vecino
que tenga transporte o, en última instancia, si es grave, llamar a la
policía para que un carro patrullero les sirva de ambulancia, porque
ambulancias no hay. Eso, si hay carros patrulleros disponibles.
La madrugada del 4 de octubre Dianelys González Pérez, que vive en El
Palmar, tuvo que recurrir a un vecino dueño de un Chevrolet para llevar
al hospital a su esposo; Eduardo López Guzmán, quien tenía fuertes
dolores en el abdomen.
El entretenimiento de la mayoría de los vecinos es emborracharse. Casi
siempre con el alcohol utilizado para encender las cocinas de kerosén.
Lo filtran por carbón para quitarle un poco el sabor a kerosén. El
dinero no les alcanza para comprar ron, ni siquiera del peor.
Muchos jóvenes de El Palmar, la mayoría negros, se encuentran en
prisión por uno u otro delito o por la llamada Ley de Peligrosidad,
ley arbitraria que es impuesta cuando el jefe de sector de la policía
que atiende el barrio cree que alguien podría cometer un delito en el
futuro. Para "prevenir", la persona es sancionada por un tribunal
hasta a cuatro años de privación de libertad, a veces en prisiones de
régimen severo. Esta ley es aplicada a los mayores de 16 años.
Lino César Bouza Piard, quien padecía retraso mental ligero, fue
sancionado a cuatro años de privación de libertad en el año 2008,
cuando tenía 20 años. En cuatro años y seis meses de reclusión ha
estado en el Combinado del Este y en la cárcel de Taco-Taco, en la
provincia de Pinar del Río, de donde se evadió, lo que sumó una nueva
sanción de un año y seis meses a su condena. Fue trasladado a Kilo
Cinco y Medio, y después de nuevo a Taco-Taco, donde se encuentra
actualmente.
Pero en El Palmar también los no tan jóvenes corren el riesgo de ir a
prisión debido a los suspicaces jefes de sector.
Eduardo Leiva, de 45 años, residente en calle 85, se ganaba la vida como
jardinero y reparando colchones. Estaba casado con una profesora de la
CUJAE, con quien tiene una hija. El pasado mes de septiembre fue
sancionado a cuatro años de cárcel. En el juicio alegaron que no
trabajaba, que era borracho, se reunía con elementos antisociales y no
participaba en las actividades del CDR. Ha pasado por las prisiones
Valle Grande, 1580 y el campamento La Lima, donde se encuentra actualmente.
En la zona abundan las prostitutas, pero nadie las llama putas, sino
"luchadoras", porque con su cuerpo ganan el sustento de sus familias.
Sus tarifas oscilan entre 80 pesos y 125 pesos (de 4 a 6 dólares).
En El Palmar reinan la pobreza, la violencia, la drogadicción, la
corrupción. Hay que pensarlo dos veces para salir a la calle de noche.
El temor ya se ha hecho una costumbre.
El Palmar tiene poco que ver con el supuesto paraíso, que nos
prometieron, donde viviría el "hombre nuevo".
yeikosuri11@gmail.com
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