Tuesday, August 14, 2012

Nos hemos acostumbrado a la suciedad?

Salud

¿Nos hemos acostumbrado a la suciedad?
Yoani Sánchez
La Habana 13-08-2012 - 7:08 pm.

Anuncian un nuevo código de sanidad para el manejo de alimentos, pero
los graves problemas higiénicos no se resuelven con decretos.

Un adolescente escribe —con su dedo índice— la palabra "límpiame" sobre
el polvo de la ventanilla del ómnibus. Una madre pregunta a su hijo cómo
está el baño de la escuela y éste confirma que "la peste no lo deja ni
entrar". Una estomatóloga se come una fritura delante de su paciente y
con las manos sin lavar procede a extraerle la muela. Un transeúnte hace
gotear el queso de su pizza —recién salida del horno— sobre la acera,
donde se acumula en un charco de grasa. Una camarera limpia con un trapo
pestilente las mesas de la heladería Coppelia y reparte vasos pegajosos
por sucesivas capas de lácteo mal fregadas. Un turista se bebe
embelesado un mojito en el que flotan varios cubos de hielo hechos con
agua del grifo. Una fosa albañal se desborda a pocos metros de la cocina
de un centro recreativo para niños y adolescentes. Una cucaracha pasa
rauda y veloz por la pared de la consulta mientras el médico ausculta al
paciente.

Todo eso y más podría enumerar, pero he preferido hacer una síntesis de
lo que he visto con mis propios ojos. La higiene de esta ciudad muestra
un deterioro alarmante y crea un escenario propicio para la propagación
de enfermedades. El brote de cólera en el oriente del país es una triste
advertencia de lo que podría ocurrir también en la capital.

La ausencia de una instrucción sanitaria desde los primeros años de vida
ha hecho que lleguemos a aceptar la suciedad como el entorno natural en
el que debemos movernos. Las carencias materiales aumentan también el
riesgo epidemiológico. Muchas madres usan varias veces los pañales
desechables de bebé, rellenándolos con algodón o gasa. Las botellas de
plástico recogidas de la basura sirven de envase para fabricantes de
yogurt doméstico o para vendedores de leche en mercado ilegal. El
deficiente suministro de agua que padecen numerosos barrios disminuye el
lavado de manos e incluso la cantidad de baños a la semana.

Los elevados precios y el desabastecimiento de los productos de limpieza
complican aún más la situación. Ahora mismo resulta muy difícil
encontrar en alguna tienda una frazada para limpiar el piso y el
detergente también escasea. Mantenerse limpio es caro y complicado.

La semana pasada, los medios informativos anunciaron un nuevo código de
sanidad para el manejo de alimentos, medida —sin dudas— bienvenida. Pero
los graves problemas higiénicos que muestra La Habana no se resuelven a
base de decretos y resoluciones. Educar en el aseo, ensalzar desde
edades tempranas la necesidad de la limpieza sería un paso trascendental
para lograr verdaderos resultados. La escuela tiene que ser un modelo de
pulcritud, no el sitio donde los estudiantes tienen que taparse la nariz
para ir al servicio. El maestro tiene que transmitir normas de aseo,
tanto como enseña oraciones y fórmulas matemáticas. También se debe
abaratar y mantener estable el suministro de productos para el lavado
del cuerpo, de la ropa y de los hogares. Eso se vuelve imprescindible y
perentorio en la situación que estamos viviendo. Necesitamos medidas
urgentes que no se queden sobre el papel sino que toquen las
conciencias, sacudan esta conformidad con la mugre que nos rodea y
logren devolvernos una ciudad limpia, cuidada.

http://www.diariodecuba.com/cuba/12536-nos-hemos-acostumbrado-la-suciedad

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