Thursday, August 9, 2012

El salto del mosquito

El salto del mosquito
Jueves, Agosto 9, 2012 | Por Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -Edigio es un campesino oriundo
de Pinar del Río, aunque reside en Bauta, pueblo del oeste habanero.
Cultivó la tierra desde que abrió los ojos al mundo, porque lo aprendió
de su padre y de su abuelo. Hoy, con 75 años, ya jubilado, recuerda como
algo muy importante en su vida un viaje que realizó a Viet Nam, en 1978,
cuando formó parte de una delegación campesina, perteneciente a las
grandes arroceras de su provincia natal.

Hacía muy poco que había concluido la intervención estadounidense en ese
país del sureste asiático. Edigio vio, asombrado, cómo aquellos pequeños
hombres ya se disponían a desarrollar la agricultura sobre los campos
minados y cómo, para vergüenza nuestra, hasta nos enviaron arroz.

"Allá supe –dice Edigio- que los vietnamitas practicaron la agricultura
desde mucho antes de Cristo. Pero no creo que esta fuera la única razón
para que ese país haya podido dar el Salto del Tigre, respecto a su
economía. Lo más importante fue que tras el derrumbamiento del comunismo
soviético, en 1991, Viet Nam aceleró el proceso de reformas económicas.
También influye mucho que Estados Unidos haya hecho importantes
inversiones con el gobierno de Hanoi. En este sentido, Cuba se ha
quedado atrás. No hizo como Viet Nam, que se levantó sobre sus ruinas,
pasó la hoja y se olvidó de rencores y odios inútiles".

A Eligio le gustaría volver a visitar la ciudad de Ho Chi Minh. "Los
vietnamitas no mencionan para nada el pasado –puntualiza-, ni insisten
tanto con el socialismo. Se enfrascaron en hacer avanzar al país y lo
están logrando, mientras que Fidel y Raúl sólo han podido dar el salto
del mosquito¨.

En cuanto a cómo ve los pretendidos cambios del gobierno de Raúl Castro,
este avispado campesino afirma: "Mal, muy mal. Es que Cuba comenzó mal y
lo que mal comienza, mal termina. Es un proverbio que los comunistas
olvidamos".

¿Usted es comunista todavía?, le pregunto. Ante lo que Edigio responde
con sinceridad: "Un poco, sí. Es como un sentimiento romántico, como la
novia de los quince que no se olvida. Una tontería tal vez. El corazón
humano tiene sus misterios. Pero si le dije que todo comenzó mal, es
cierto. Ahora todos nos damos cuenta. Yo no sé si a Fidel le ocurre lo
mismo. Acabamos con el comercio en el que participaba todo el pueblo, un
comercio floreciente y ahora queremos comenzar de nuevo con unos miles,
improvisados, que de comercio no saben nada, porque pasó mucho tiempo y
el pueblo se olvidó no sólo de producir de forma individual, sino de
vender sus productos.

-¿Qué hacer entonces, Edigio?

-Ni me lo pregunte. ¿Ve cómo estoy vestido, que parezco un mendigo? Así
está Cuba y así seguirá si no ocurre un milagro.

-¿Cuál milagro?

-Que los viejos se retiren y le den el mando a los jóvenes, esos que no
pueden decidir, porque no los dejan.

-¿Cree usted que verá realizarse tal milagro?

-¿Antes de mis ochenta años? Por supuesto. Sólo faltan cinco. Siempre
he sido un guajiro optimista.

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