Creerse libre
Lunes, 06 de Agosto de 2012 03:34
Escrito por Luis Cino Álvarez
Cuba actualidad, Arroyo Naranjo, La Habana, (PD) Hace unos siete años,
en una entrevista con el periódico mexicano La Jornada, el cantautor
Amaury Pérez me sorprendió con un razonamiento que hubiese hecho
palidecer de envidia al mismísimo Baruch Spinoza, el de aquello de que
la libertad solo se puede alcanzar en el terreno de las esencias, en lo
universal e inmanente.
El inefable Amaury Pérez simplificó la cosa, cuando dijo, tan fresco
como una lechuga de huerto hidropónico (de las FAR): "Uno, para ser
libre, lo primero que tiene que hacer es creérselo. No importa donde se
esté. La libertad se la lleva uno consigo".
Un artículo, en este mismo número de PD, Sobre la libertad (I), del
escritor y artista de la plástica Eduardo Cordoví, me ha hecho recordar
aquella memorable incursión en el terreno filosófico del autor de
"Acuérdate de abril".
En verdad, no soy especialmente dado a filosofar ni me atraen demasiado
las abstracciones. Tal vez por ese exceso de "gotas de sangre jacobina"
que tanto molesta a algunos, suelo ponerme apasionado cuando de la
libertad se trata. Por eso, me resisto a aceptar que para ser libre,
basta con creérselo. O peor aún, que nunca hemos dejado de ser libres,
porque siempre hemos dispuesto -a pesar de los riesgos y los castigos-
de la posibilidad de elegir, que es lo que plantea Cordoví que nadie nos
puede quitar.
Así, ¡ay, Espartaco!, la eterna epopeya humana por la libertad sería un
estúpido derroche de mares de sangre. Estaba errado Paul Elouard.
También Miguel Hernández. No era necesaria tanta carne talada ni entrar
"en los algodones como en las azucenas". Si la libertad, va con uno,
como la llave de la casa, y uno la saca o se la guarda en el bolsillo,
según lo que elija...
Ojala nunca logren convencerme de que son vanos los afanes tras la
libertad, esa ilusión. Que no nos quiten la posibilidad de luchar y de
morir por ella; total, si la sangre es nuestra. Luego que el Creador nos
la da, podemos hacer con ella lo que nos venga en gana. Por aquello del
libre albedrío, quiero decir. Y eso sí es elegir...
Aunque a estas alturas del despelote mundial, uno ha aprendido a no
confiar demasiado en las elecciones –mire las del Poder Popular-, ni
siquiera en las elecciones de las democracias que lleven apellidos, como
popular, burguesa, representativa, participativa, etc. Supongo que con
Dios, si no están de por medio los hombres, no haya fraude posible.
Digan lo que digan, me cuesta mucho envidiar la libertad de los esclavos
en el cepo, aunque hayan sido ellos los que decidieron aceptar el
castigo. Me prefiero cimarrón. Libre en el monte. Y a veces no es
suficiente. Sé que hay cadenas que se llevan en el alma. Son las que más
pesan, pero generalmente se rompen. O uno se pasa la vida en el intento
de romperlas, que es casi tan reconfortante como vivir en libertad. El
mérito es no resignarse a llevar cadenas. Lo realmente malo es arrastrar
grilletes y creerse libres. O simularlo, para buscarse coartadas y no
reconocer que se siente miedo.
Se supone que un disidente bajo una dictadura sabe bastante al respecto.
Pero no necesariamente siempre es así. Está demostrado que nos
equivocamos. Y bastante. Cordoví debe tener algo de razón. Conozco
hombres y mujeres que dicen haberse sentido libres mientras estaban
encerrados en celdas de castigo. Supongo que también se refiera Cordoví
a esos casos cuando habla de la libertad.
Es bueno que en medio del apasionamiento y de tanto discurso de
barricada, alguien, sin pretender bailar en casa del trompo, y mucho
menos mencionar la soga en casa del ahorcado, nos advierta de los
riesgos de la pataleta. De cualquier modo, sin ánimo de polemizar a
priori, esperemos las nuevas argumentaciones que Cordoví nos anuncia en
Sobre la libertad (II).
Para Cuba actualidad: luicino2012@gmail.com
http://primaveradigital.org/primavera/section-blog/154-agaleria/4829-creerse-libre.html
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