Los antihéroes
Lunes, Junio 18, 2012 | Por Pablo Pascual Méndez Piña
LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -El sistema judicial más
conocido por los cubanos es el norteamericano, debido al sinnúmero de
películas y seriales televisivos que hemos visto, donde muchos
personajes encarnan a fiscales, acusados, jueces, miembros del jurado,
abogados defensores y al público presente en la sala. Entre los más
populares héroes del género se recuerdan aquí algunos interpretados por
estrellas como Henry Fonda, Paul Newman, Gregory Peck o Robert de Niro.
Mientras, por el lado contrario, también recordamos el mayor fiasco del
género, representado en la televisión cubana hace 23 años, con el
título: "Causa Nº 1" (el Estado contra la llamada pandilla de Ochoa-La
Guardia), cuyo elenco estelar estuvo integrado por tres jueces y dos
fiscales por cada enjuiciado. Y digo "dos fiscales", porque los abogados
defensores en Cuba generalmente fungen como otro fiscal, el fiscal
"bueno", algo más moderado.
El guión fue un desastre, sin el menor suspenso. Todos los espectadores
identificamos desde el inicio a un sentenciado a muerte que realizaba un
breve trámite burocrático.
Arnaldo Ochoa asumió que sería fusilado para servirle "aunque fuera de
mal ejemplo a la revolución". Con su declaración, el pundonoroso
general y héroe de la República de Cuba, acusado de narcotráfico,
insinuó que estaba listo para el paredón. Su sacrificio evitaría
salpicar a Fidel y Raúl, únicos jefes inmediatos y supuestamente máximos
responsables de aquella olimpiada del narcotráfico.
"Mi último pensamiento -expresó Ochoa ante el tribunal de honor- será
para Fidel y la gran revolución que le ha dado a este pueblo". Tras la
sentencia, le metieron 7 plomazos y lo sepultaron en una fosa común.
Después, como ocurre al final de todas las películas, vinieron los
créditos y el público se largó.
Otra chapuza fue el remake llamado "Causa Nº 2", donde el acusado era un
coprotagonista, llamado Juan Abrahantes, general y ministro del
Interior. Por igual impulso que Ochoa, Abrahantes se convirtió en el
chivo expiatorio de los deslices del departamento MC, que estaba
subordinado a él, de la misma manera que él estaba subordinado a Fidel y
a Raúl Castro. El final de la película estuvo a cargo de la maquinaria
publicitaria, a través del periódico Granma, que proclamaba: "lavar
ejemplarmente la afrenta".
Después de los fusilamientos, más otras largas sentencias y
destituciones, los puertos cubanos se convirtieron en una importante
escala del narcotráfico Colombia-Europa.
Empresas fantasmas lavaron dinero en la industria turística. Se
desplegaron redes de prostitución, hasta la infantil. Inversores
extranjeros, allegados a Fidel y a Raúl, protagonizaron escándalos de
corrupción, que además salpicaron a generales, ministros, altos
funcionarios, hijos de papá e integrantes de la nomenclatura, más
diversos actores de reparto que aparecerían en las nóminas de otras
tantas malas películas.
Para los cubanos, de la cinematografía nortemericana también procede el
concepto de "cuarto poder" (prensa libre y libertad de expresión).
Robert Redford y Dustin Hoffman, en el film "Los hombres del
presidente", nos demostraron cómo en los Estados de derecho, un
presidente involucrado en un escándalo puede ser enjuiciado
políticamente y destituido.
En Cuba, la "justicia y la prensa" continúan generando desastrosas
películas sobre el tema; pero Fidel y Raúl -los verdaderos antihéroes,
siempre son excluidos de los guiones. Los Castro han demostrado ser
inmunes a las salpicaduras de los escándalos.
http://www.cubanet.org/articulos/los-antiheroes/
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