El difícil camino a la democratización
Lunes, Mayo 21, 2012 | Por Jorge Olivera Castillo
LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Los amarres del castrismo no
parecen estar a punto de desanudarse. Es cierto que el sistema no
funciona, pero, los hechos corroboran que la élite verde olivo siempre
se las ingenia para vadear con éxito los peores tramos del abismo.
¿Está Cuba peor que en 1993, cuando el cese de los subsidios del campo
socialista llevó al país a una situación de emergencia nacional a causa
de la hiperinflación, la falta de alimentos y medicinas, además de los
continuos y prolongados cortes del servicio eléctrico? Por supuesto que no.
Si en aquella oportunidad las protestas de mayor envergadura se
circunscribieron a un sector de la capital, sin que hubiera un contagio
por demás lógico, a partir de la grave situación social, hoy es
impensable la articulación de un masivo movimiento popular que empuje
hacia verdaderos cambios, hasta ahora postergados por una habilidosa
combinación de utilitarias aperturas económicas, junto a una eficiente
aplicación de la fuerza ante cualquier indicio de rebeldía contra el
estatus quo.
El bache dejado por la ex Unión Soviética y sus satélites fue cubierto
por los petrodólares de Hugo Chávez y los préstamos de China, sin dejar
al margen otros auxilios, menos voluminosos pero también importantes, en
un rescate que sin lugar a dudas ha servido para prolongar los años de
una dictadura que todavía exhibe sin disimulo sus credenciales estalinistas.
Si bien es cierto que existen innumerables condiciones para la
estructuración de una serie de eventos contestatarios, en la práctica
tales posibilidades terminan diluyéndose, hasta quedarse, por el número
de participantes, en actos meramente testimoniales.
La apatía, el miedo y la tendencia a apostar por la sobrevivencia
individual dentro de la órbita del mercado negro, antes que enfrentar
los riesgos de una militancia en alguna de las agrupaciones disidentes,
actúan como frenos en el desarrollo de una masa crítica que pudiese
presionar al gobierno de manera efectiva.
Como parte de esta realidad que fluctúa entre el estancamiento y
modestos avances, respecto a años anteriores, en cuanto a la captación
de nuevos opositores, habría que citar el interés mayoritario de la
población en buscar la manera de abandonar el país. Quedarse a luchar en
Cuba es visto como una elección suicida. Son pocos los que, aunque
entienden la necesidad de luchar por la democratización dentro de las
fronteras nacionales, abandonan la idea de emigrar.
Tal y como ocurría en las naciones gobernadas por el partido comunista
antes la caída del Muro de Berlín, en Cuba las personas asumen posturas
según las circunstancias y no basadas en lo que verdaderamente sienten.
Es un recurso que puede resultar cínico o amoral, pero que refleja el
instinto de conservación ante un régimen que posee infinidad de métodos
para destruir a los disconformes, sin utilizar la tortura física. Del
control a nivel de cuadra y centro de trabajo, no escapa nadie.
Cada cubano tiene un expediente en los archivos de la policía política y
después de esos interrogatorios en que salen a relucir detalles
comprometedores, no son pocos los que terminan como informantes. El
chantaje ha sido y es un medio esencial en la construcción de una
sociedad basada en el temor a ser delatado por un amigo o el vecino que
aparenta ser una persona incapaz de cometer una bajeza de este tipo.
En un país donde se vive a expensas de las ilegalidades, siempre habrá a
quien doblegar, sin muchos esfuerzos. El salario promedio de no más de
25 dólares al mes, es el motivo que justifica los robos en los
respectivos centros laborales y también la manera que tienen las
instituciones represivas de ampliar su eficacia con la captación de
nuevos colaboradores.
Si a esto unimos la impunidad de los centros de poder que se aprovechan
de los órganos de prensa (todos en poder del estado) para dar rienda
suelta a sus campañas difamatorias, las permanentes intromisiones en las
cuentas de correo electrónico, las escuchas telefónicas y la posibilidad
de que estos detalles de la vida privada de las personas sean difundidos
por los medios escritos y audiovisuales, en primera plana y en horarios
de mayor audiencia, es suficiente para comprender el por qué del miedo
de los cubanos a sumarse a la oposición o de un grupo de la sociedad
civil alternativa.
Frente a este panorama es factible no decantarse por las falsas
expectativas. El pluralismo político y los preceptos constitucionales
que garanticen las libertades fundamentales seguirán siendo un anhelo
insatisfecho por unos años más. ¿Cuántos? Nadie lo sabe.
No obstante, aunque los escollos son considerables, esto no es motivo
para cruzarse de brazos. Hay que seguir la marcha y olvidarse de los
tropezones.
oliverajorge75@yahoo.com
http://www.cubanet.org/articulos/el-dificil-camino-a-la-democratizacion/
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