¿Por qué en Cuba no?
DDC
La Habana 16-03-2012 - 12:35 am.
Manuel Cuesta Morúa, Martha Beatriz Roque, Oswaldo Payá y Antonio G.
Rodiles opinan sobre la ocupación del templo de Nuestra Señora de la
Caridad.
Iglesia de la Caridad, La Habana. (EFE)
La ocupación pacífica de iglesias no es un hecho extraño en América
Latina, aunque casi siempre se produce con el apoyo de sacerdotes
progresistas. Ha sido, fundamentalmente, un movimiento vinculado a los
sectores de izquierda. En Europa, en cambio, los encierros han estado
protagonizados por inmigrantes indocumentados que rechazan los procesos
de expulsión. ¿Qué diferencias existen con Cuba? ¿Es legítimo en unos
sitios y en otros no?
Manuel Cuesta Morúa:
Para empezar, no creo que sea sacrílego que un grupo de gente trate de
llamar la atención sobre su situación específica. No es algo raro en el
contexto latinoamericano, donde ha habido mucha insensibilidad de las
élites políticas dominantes y, en un grito desesperado, las personas más
necesitadas tratan de llamar la atención a través de esto.
No merece una condena, aun cuando no es mi opción política o cívica. En
el caso de Cuba, hay un equilibrio precario entre la Iglesia Católica y
las autoridades. No se deja notar bien el hecho de que se explote ese
equilibrio precario, y pueda amenazar la apertura de un sector como el
catolicismo dentro del país, o la labor que, independientemente de las
críticas que se merece, pueda hacer la Iglesia Católica por mejorar la
situación de todos los cubanos.
Desde ese punto de vista, creo que no fue acertada por parte de esos
compatriotas de ocupar una iglesia. Entiendo que lo hacen, justamente,
porque la Iglesia Católica, el Vaticano, se han mostrado ligeramente
insensibles a las demandas de la oposición para que sea escuchada.
Martha Beatriz Roque:
La mayoría de los países donde esto se utiliza son democráticos, y la
Iglesia tiene una postura totalmente diferente a la de Cuba.
Los periódicos de hoy traen una declaración de Orlando Márquez [portavoz
de la Iglesia], y eso parece sencillamente un editorial del Granma.
Parece escrito por el propio Partido Comunista. Esto implica que buscan
un motivo para que el Gobierno actúe contra la oposición y que la
Iglesia lo apoye. Porque si la Iglesia está diciendo desde ya que no va
a permitir la utilización de los templos para fines políticos, esto
implica que si el Gobierno decide hacer una recogida en masa de la
oposición, la Iglesia se va a poner al lado del Gobierno. Porque ya, de
hecho, se está poniendo.
Nosotros estamos tratando, por todos los medios, de evitar que esto se
convierta en un problema netamente político. Más de lo que lo ha
politizado la Iglesia, con las palabras del cardenal en televisión, con
la posición tan fea que tuvo monseñor Emilio Aranguren en Holguín.
Parecía que Emilio tenía puesta una sotana verde-olivo. Es inconcebible
que esto suceda. Lo que no podemos es ayudar a que se encienda más el
fuego de la Iglesia Católica contra los disidentes.
Oswaldo Payá:
La Iglesia es de todos y somos todos, dentro de la libertad de los hijos
de Dios que incluye la diversidad política de sus miembros. Por eso no
es prudente que en sus templos, en sus cultos, en sus publicaciones y en
sus estructuras pastorales o de otro tipo, se busquen espacios para
demandas políticas aunque estas sean legítimas; ni que nadie desde
posiciones de ventaja, se apropie de la voz de la Iglesia en sus
publicaciones y eventos para promover sus posiciones políticas a favor
del Gobierno, ni para excluir en sus estructuras pastorales y
actividades a los que luchan en la sociedad por los derechos y la
libertad de los cubanos.
Deseamos y esperamos que esta situación, producida porque algunos
ciudadanos, con el objetivo de demandar cambios políticos y derechos, se
han instalado pacíficamente en templos o han intentado hacerlo, se
solucione sin represalias, prontamente, pacíficamente y mediante el diálogo.
Antonio G. Rodiles:
La ocupación de la iglesia por parte de un grupo de opositores puede
tener múltiples lecturas. No creo en una conspiración orquestada para
crear un ambiente negativo ante la visita del Papa; particularmente
tampoco haría una acción de este tipo, pero es comprensible que la
situación de desespero y frustración de muchos cubanos los empuje a
realizar acciones como esta.
La jerarquía eclesiástica ha prestado muy poca atención a los legítimos
reclamos de muchos actores de la sociedad civil, y era de esperar que se
manifestara de alguna manera el rechazo ante esta indiferencia. La
iglesia católica debe escuchar el mensaje que hay más allá del propio
hecho de la toma de este templo y debe entender que la legitimidad en
Cuba está en el soberano y el soberano es el cubano, ese que cada día a
día ve aplastados sus derechos más fundamentales por un gobierno
totalitario que se muestra insaciable frente al poder.
Es hora que todos los actores muestren humildad y un verdadero interés
en solucionar la profunda crisis cubana.
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