Jueves, Marzo 15, 2012 | Por Leonardo Calvo Cardenas
LA HABANA, Cuba, marzo, www.cubanet.org -La sección Cartas a la
Dirección del diario oficial Granma del viernes 13 de enero pasado,
llegada a mis manos recientemente por casualidad, trajo la inquietud del
productor pecuario R. A. Perera Fernández, quien bajo el título "Compra
y venta de ganado mayor: hora de que se analice" da cuenta de su
coincidencia con las preocupaciones reiteradas sobre el delicado tema,
tanto por campesinos como por presuntos consumidores.
El productor relata en su misiva que hace varias semanas las autoridades
le pagaron por su añojo de res de más de un año de vida, de 200 Kg,
aproximadamente 440 libras, la cifra de 279 pesos cubanos es decir el
equivalente a 11 dólares.
El campesino reflexiona y se pregunta: "Es decir que un añojo que crié
durante 16 meses, cuidándolo día y noche, ¿Qué puedo comprar con eso en
las tiendas recaudadoras de divisas? ¿Cómo es posible que se pague tan
poco por un añojo que pese 200 Kg de carne de primera?
Seguramente muchos lectores ignoran el contraste de este ridículo precio
que paga el estado como único comprador autorizado, con el precio que
cobra en la red comercial minorista en divisa, donde el Kg de carne de
res cuesta alrededor de 10 dólares. Con semejantes guarismos el gobierno
cubano puede aspirar con ventaja al record Guinnes de máximas ganancias
y expoliación comercial.
Haciendo otras comparaciones apreciamos que con 1 Kg de carne
comercializada el gobierno cubano puede comprar una res de más de un año
de vida. Esos 10 dólares equivalen a 226 pesos cubanos, lo cual implica
que se necesita el monto de un salario mínimo mensual para obtener dos
libras de carne, ni que decir del monto mínimo de pensión por
jubilación, que es de sólo 200 pesos cubanos.
Perera Fernández da cuenta de las razones por las que muchos productores
pecuarios dejan morir las crías recién nacidas. Lo que resulta
económicamente viable es la producción y venta de la leche. Constituye
un agobiante via crucis alimentar una res, responsabilizarse con su
cuidado o con las consecuencias de un posible robo, no poder disponer de
algo que uno considera su propiedad y al final obtener casi nulo
beneficio por tanto esfuerzo.
Resulta inconcebible que el hijo de un campesino criador de ganado
vacuno esté privado de consumir tal alimento.
El presidente Raúl Castro, durante el último periodo de sesiones del
parlamento cubano, expresó la preocupación y los esfuerzos de las
autoridades para enfrentar el extendido delito de hurto, sacrificio y
venta ilícita de ganado mayor, que junto a la ineficiencia estatal, las
continuadas sequias y la relatada falta de estímulo a la producción
privada, han puesto en franca disminución la masa ganadera en todo el país.
Al llegar al poder en 1959 los hermanos Castro encontraron una masa
ganadera de alrededor de 6 millones de cabezas en un país que tenía 6
millones de habitantes, una carnicería en cada esquina y la libra de
carne al precio irrisorio de unos cuantos centavos.
La imposición del monopolio estatal y varios experimentos absurdos y
fallidos con la masa ganadera, generaron una crisis al parecer insoluble
y convirtieron el consumo de carne vacuna en un lujo y un delito. De
hecho hay muchos cubanos que han nacido y crecido sin haber visto nunca
ese plato tradicional y codiciado.
El presidente Castro prometió acabar con los ladrones y matarifes, pero
debe entender que no será con medidas coercitivas y represión como dará
al traste con este flagelo que afecta los intereses de los campesinos y
disminuye la masa bovina.
Solo restituir los derechos de los propietarios, estimular y apoyar a
los productores, así como equilibrar los precios de compra y
comercialización ayudaran a impulsar el desarrollo de este importante
renglón de la economía y sobre todo el acceso de los ciudadanos a este
alimento de momento inaccesible para casi todos los cubanos.
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