Fernando Ravsberg | 2012-02-16, 12:35
Cubano leyendo el periodico Granma. Foto: Raquel Perez.
¿Confiaría Ud. en un médico que le diagnostique un gravísimo cáncer y a
renglón seguido le diga que además tiene acné, recetándole únicamente y
con urgencia mascarillas faciales para eliminar esos desagradables de
granos en el rostro?
Esa es la sensación que despierta el artículo de Granma sobre la crisis
del trasporte , donde se menciona una sola vez la falta de piezas de
repuesto, dedicando el resto del texto a la limpieza del bus, los
grafitis en las paredes y el volumen de la música ambiental.
Como siempre las críticas se las lleva el ciudadano de a pie, los que
trabajan en la empresa de autobuses y los usuarios.
Ni una sola mención directa a los funcionarios que no garantizan los
repuestos a tiempo, provocando una escasez artificial.
A nadie se le ocurriría cuestionar la prohibición de fumar en los buses
pero ese no es el problema esencial y cuando uno lee el Órgano Oficial
del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) espera que los
temas sean tratados con una mayor profundidad.
Es verdad que los dirigentes del transporte se niegan a dar entrevistas,
yo mismo llevo meses tratando de conversar con ellos y veo como me dan
largas evitando un encuentro donde calculan que habrá preguntas
difíciles de responder.
Pero esas negativas no justifican que los periodistas nos dediquemos a
dar peroratas sobre el "acné" porque eso es justamente lo que persiguen
los que intentan apartar a la prensa: evitar el escrutinio público de
sus manejos y desaciertos.
Es nuestra responsabilidad seguir investigando de forma paralela,
profundizar en un diagnostico que le permita al país descubrir el tipo
de cáncer que padece y las razones que lo provocan, pasos
imprescindibles para encontrar un tratamiento efectivo.
En lugar de eso, el Granma prefiere utilizar al cubano de a pie como
chivo expiatorio, lo que parece una incoherencia en un medio de prensa
que se proclama portavoz de una "revolución de los humildes, para lo
humildes y por los humildes".
Escriben que el pueblo espera como un pichón que el Estado lo alimente
pero no explican que el modelo de socialismo cubano no los dejaba volar.
Denuncian a los taladores de árboles callando que no hay donde comprar
una mísera tabla.
El país en pleno espera información sobre la corrupción en las
telecomunicaciones, -estafas millonarias con tarjetas y con el cable
telefónico submarino- pero los periodistas priorizan la historia de unos
chicos que robaron un par de teléfonos públicos.
Acusan a los carretilleros del desabastecimiento pero no se atreven a
mencionar la ineficiencia del ministerio de agricultura. Ahora dedican
un artículo completo a los problemas del transporte sin osar investigar
por qué están parados cientos de buses nuevos.
Tienen la tranquilidad de que la gente no les puede responder, silencian
incluso a revolucionarios indignados. La periodista y profesora
universitaria, Elaine Díaz, demuestra en su blog que la censura a las
cartas de los lectores es lo que mejor funciona en el periódico.
Nadie en Cuba es tan ingenuo como para pedirle imparcialidad ideológica
o neutralidad política a un periódico que se define como "órgano
oficial" del partido de gobierno pero eso no lo exonera de cumplir con
otras normas profesionales y éticas.
Uno esperaría encontrar en sus páginas reportajes serios y profundos,
analíticos, con un tratamiento multifacético de los temas, abordados con
honradez y con valentía para enfrentarse, al menos, a los que sabotean
las políticas del PCC.
Se podría aspirar a que sigan las orientaciones de la máxima dirección
de la organización que dicen representar, la cual ya les dijo que el
periodismo que hacen no sirve y los convocó a pelear contra el manto de
silencio que protege a la corrupción.
Sin embargo, difícilmente lograrán avanzar rogando a Raúl Castro que
obligue a los funcionarios a dar información y usando la Conferencia del
PCC como muro de las lamentaciones. Decía José Martí que "los grandes
derechos no se compran con lágrimas".
En vez de seguir esperando la benevolencia de los funcionarios para
obtener la información podrían acudir a la gente sencilla, a los
trabajadores e incluso de los dirigentes conscientes que estén
dispuestos a darla de forma oficiosa.
Pronto los estudiantes de periodismo escalarán el Turquino (1). Puede
resultar divertido escenificar antiguas guerrillas pero si la nueva
generación aspira a ocupar un lugar protagónico tendrá que ser capaz de
librar sus propias batallas.
Y para semejante aventura no hace falta arriesgar la vida como lo hacen
algunos colegas en otras latitudes, basta con estar dispuesto a perder
el cargo y el trabajo en el intento de hacer un periodismo profesional,
honorable, ético y valiente.
(1) El pico más alto de la Sierra Maestra, símbolo de la guerrilla de
Fidel Castro.
http://www.bbc.co.uk/blogs/mundo/cartas_desde_cuba/2012/02/un_yate_a_la_deriva.html
No comments:
Post a Comment