Viernes, Febrero 17, 2012 | Por Leonardo Calvo Cardenas
LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -Las declaraciones Alicia
Bárcena, Secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América
Latina de la Organización de Naciones Unidas (CEPAL), a su paso por La
Habana llenaron de sorpresa y estupor a los ciudadanos que pudieron
escuchar su muy particular visión de la realidad cubana.
La señora Bárcenas, en su encuentro con la prensa nacional, elogió los
sistemas de educación y salud, según sus propias palabras, precisamente
porque son un sistema. La funcionaria de la ONU se manifestó satisfecha
porque, de acuerdo a su criterio, los planes de desarrollo del país se
fundamentan en el financiamiento propio a partir del crecimiento de la
productividad de la economía nacional y con solidaridad.
Varios conocidos me comentaron lo inaceptable de tales valoraciones. Un
vecino, sin disimular su enojo, me preguntó ¿Qué Cuba visitó esta
señora? Para después extenderse en una disertación sobre las atrofias
estructurales y los traumas que agobian a la sociedad cubana.
En realidad no son pocos los observadores, interlocutores y
especialistas foráneos que proyectan una imagen distorsionada de la
realidad nacional. Algunos conceden mayor peso a sus intereses y
compromisos con el régimen que a la necesaria objetividad del
especialista, y simplemente repiten sin sonrojo lo que las autoridades
de La Habana necesitan escuchar.
Sin embargo, en este caso, se supone que por el rango y la
responsabilidad de la funcionaria deben ser mucho mayores el nivel de
imparcialidad, objetividad y solidez de la información que sustenten sus
criterios y valoraciones.
En varias ocasiones la CEPAL ha expuesto juicios sobre la economía
cubana bastante polémicos y distanciados de la realidad.
En este caso la funcionaria tal vez reconoce como sistemas a los
servicios de salud y educación porque son monopolio del Estado, lo cual
implica nominalmente una total cobertura garantizada por el gobierno,
que no concede participación a otros actores en tan importantes ámbitos
de la vida social.
La secretaria ejecutiva de la CEPAL debe entender que el monopolio
estatal, además de la manipulación y el tutelaje ideologico, no ha
logrado impedir la baja calidad del proceso docente-educativo, el pobre
aprovechamiento académico, el éxodo de maestros que huyen de la mala
remuneración, o el alto índice de corrupción docente que ya constituye
una vergüenza pública no reconocida por las autoridades.
Uno de los mayores vía crucis del cubano de a pie es tener que disfrutar
los beneficios de ese sistema de salud que elogia la entusiasta
visitante. Carencias extremas en lo material y una epidemia de mala
atención caracterizan a los centros asistenciales de todo el país. ¿Cómo
hablar de un sistema de salud adecuado en un país donde no hay leyes
contra el tabaquismo y el muy toxico asbesto sigue siendo uno de los
principales materiales de construcción de uso común y extendido?
No me canso de decir que si el sistema de salud cubano gozara de mínimas
cotas de calidad los gobernantes y los turistas extranjeros no tuvieran
sus propios hospitales y los trabajadores de la salud no abandonarían a
hijos y pacientes para buscar en otras latitudes los beneficios
materiales y el reconocimiento profesional, imposibles de encontrar en Cuba.
Pero donde el onírico desquiciamiento de la Secretaria llega a límites
insospechados es cuando concede alguna posibilidad a la economía cubana,
sin percatarse que después de liquidar todas las bases productivas del
país los gobernantes cubanos se niegan a hacer las transformaciones
estructurales necesarias para impulsar el renacimiento material de la
Isla a partir de reconocer a los cubanos espacios y derechos económicos.
¿Cómo es posible que esta señora vea solidaridad donde el gobierno
cubano ha roto el contrato social que daba sustento legitimador al
proyecto revolucionario, donde cada medida socioeconómica ahonda el
desamparo y la polarización que ya caracteriza a la actualidad cubana?
Hoy, junto a una minoritaria élite económicamente encumbrada crecen en
Cuba los bolsones de miseria y desesperanza, así como el deplorable
espectáculo de indigencia y mendicidad que esta señora fue incapaz de
apreciar a su paso por La Habana.
Al parecer la secretaria soñadora abandonó feliz la Isla para regresar
al gélido y efervescente Nueva York sin darse cuenta de como La Habana,
y todas nuestras esperanzas, se derrumbaban a sus espaldas.
http://www.cubanet.org/articulos/el-sueno-de-una-secretaria/
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