Martes, Diciembre 20, 2011 | Por Víctor Manuel Domínguez
LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -Nada como Contrabando de
sombras, título de una novela de Antonio José Ponte, para definir lo que
ocurre con los escritores cubanos que han muerto o escriben desde el
exilio. En la isla no existen, son invisibles para el lector
Sólo en algunos casos, después de fallecidos, se comienzan a mencionar
sus nombres, se realizan reseñas de algunas de sus obras, y hasta puede
que se publique algo en una editorial del país.
Mientras tanto, no. Así sucedió con Gastón Baquero, Severo Sarduy,
Enrique Labrador Ruíz, y otros cuyas obras fueron borradas del
patrimonio cultural de la nación.
Pero la censura no cesa contra los escritores que decidieron abandonar
el país. Quienes escriben desde Suiza, Miami o Madrid, aún tienen
prohibido publicar en la isla, o asistir a la Feria del libro de La Habana.
Es como si sus obras, por ser escritas del otro lado del mar, no
abordaran nuestra realidad, igual que las que hoy se escriben en el
país. Y en no pocos casos, con mayor precisión.
En nada difieren, temáticamente, Las cuatro fugas de Manuel, de Jesús
Díaz, escrita en el exterior, de Prisionero del agua, de Alexis Díaz
Pimienta, publicada por Letras Cubanas en el país.
La nada cotidiana, escrita por Zoé Valdés y prohibida en Cuba, refleja
el derrumbe social de la Isla, los conflictos personales y la represión
interior, con tanta intensidad como la Mujer perjura, de Marilyn Bobes,
o Las Ofelias, de Aida Bahr.
El hombre, la hembra y el hambre, descritos por Daína Chaviano desde un
lugar fuera del país, aún deambulan por la isla con el Rey de la Habana,
escrito por Pedro Juan Gutiérrez en un solar de la calle Porvenir o en
una mansión de Miramar.
Informe contra mí mismo y Caracol Beach, censuradas en Cuba, fueron
escritas por Eliseo Alberto Diego, como Ester en cualquier lugar,
publicada aquí.
Es la misma realidad narrada en diversos tonos. Visiones diferentes que
se complementan, aúnan y conforman un paisaje insular sólo roto en dos
pedazos por la ideología.
Como bien señalara el crítico José Prat Sariol desde su exilio en
México, los intelectuales filotiránicos, es decir, quienes se proclaman
defensores a ultranza de la revolución, aseguran que la literatura
cubana sólo se escribe en el país.
Y nada más lejos de la verdad. La literatura cubana se escribe donde
quiera que haya un escritor nacido aquí, ya sea desde Nepal o Nueva York.
La raíz cultural es una, el sentimiento hacia la nación también. La
mirada al régimen que los censura puede variar, lo que reflejan en sus
obras, no. Lo mismo escritas en Oslo que en Manatí.
Ningún funcionario filotiránico ni un correveidile censor tienen fuerza
legal para excluir a quienes escriben desde el exterior, del panorama
de la literatura cubana.
Estigmatizar como traidores a quienes expresan otro ángulo de la
realidad, es la verdadera traición a la identidad nacional. Escribir
bien es lo importante, y que decida el lector.
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