Martes, Octubre 4, 2011 | Por José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Los conductores habaneros de
bicitaxis están poniendo el grito en el cielo, debido a los altos
impuestos que deben pagar por una actividad tan útil socialmente, pero
con beneficios económicos tan exiguos para quienes la ejercen.
La carga impositiva, dicen, se agrava hasta el colmo cuando se le suman
los pagos por una seguridad social cuyas dudosas ventajas no parecen ser
de su interés.
Haciendo tabla rasa a la hora de aplicar dogmas político-económicos, el
régimen incurre en el soez absurdo de aumentarle las tributaciones para
impedir que estos conductores de triciclos a pedal (una tarea parecida a
la de mulos carretoneros) se hagan ricos cobrando sus recorridos a cinco
pesos en moneda nacional, o sea veinte centavos de dolar.
Son pobres, particularmente brutos, con muy escasa instrucción, la
mayoría no alcanza a puntuar –o puntúa a duras penas- el coeficiente de
inteligencia de las personas normales. Son parias por lo general.
Jóvenes procedentes de las provincias del interior de la Isla, que han
encontrado en el oficio de bicitaxistas una disyuntiva para sobrevivir
en esta selva de ruinosa mampostería que es La Habana.
Por supuesto que los bicitaxis no son suyos. Las ganancias no les
alcanzan para comprarse vehículos propios. Así que otros pobres diablos
un tanto más hábiles que ellos se los rentan. Y en tanto dueños, se
embolsillan los mayores dividendos.
No es difícil entonces calcular los recursos con que cuentan estos
infelices para enriquecerse.
Entre los impuestos, los descuentos para esa entelequia a la que llaman
seguridad social, y las mordidas del dueño del triciclo (lastimoso
pichón de empresario que ha conseguido comprar cinco o seis vehículos
con el objetivo de operar desde la sombra, echándose fresco en la
gandinga a su costa), a los bicitaxistas no les queda sino hacer ley del
refrán: apretar las nalgas y darle a los pedales.
Luego, para el completo, están la policía y los inspectores estatales.
La primera, los asedia por "palestinos" e indocumentados sin residencia
fija. Los segundos, atacan a cada minuto, en cada esquina, buscando su
tajada por soborno.
Podrán decirme que no constituyen excepción. En modo alguno.
Menesterosos, lerdos y aturdidos para carne de cañón de los pillos es lo
que más abunda hoy en cualquier parte del mundo. De modo que por mucho
que nos aflija, no es para escandalizarse el caso de los bicitaxistas
(entre otros) de La Habana.
Lo que escandaliza y revienta el ánimo es la actitud cínica, el engañoso
paternalismo y la zafia torpeza del régimen, que a la vez que protege
celosamente a los superricos de Atabey y Siboney, inventa a diario
nuevas regulaciones para impedir que saquen la cabeza los superpobres
del Parque de la Fraternidad. Y luego hay que oírles autoproclamándose
representantes del pueblo.
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