Saturday, September 24, 2011

La vuelta al monigote

Opinión

La vuelta al monigote
Miguel Fernández-Díaz
Miami 23-09-2011 - 11:41 pm.

Silvio Rodríguez acaba de soltar que escribió un par de décimas al
enterarse del fusilamiento, el 11 de abril de 2003, de tres de los once
autores del secuestro incruento de la lancha Baraguá el 2 de abril de
2003, las cuales concluyen así: "¡Viva mi noble bandera, / muera la pena
de muerte!" Nunca se atrevió a ponerles música, pero sí puso su firma —a
la semana de los fusilamientos— al pie del Mensaje desde La Habana para
amigos que están lejos, que incluyó este pasaje: "Para defenderse, Cuba
se ha visto obligada a tomar medidas enérgicas que naturalmente no deseaba".

En 2009, otro de los 26 firmantes, Amaury Pérez Vidal, intentó limpiarse
ante las cámaras del Canal 51 de Miami con que "no he firmado una carta
que explícitamente diga (…) que yo estaría dispuesto a que fusilaran a
nadie". Aquí se nota el descaro implícito en no ser explícitos, porque a
una semana del fusilamiento de Lorenzo Enrique Copeyo, Bárbaro Leodán
Sevilla y Jorge Luis Martínez nadie puede apearse con que tales "medidas
enérgicas" no incluyeran la pena de muerte.

Ahora Silvio da otra vuelta al monigote para confirmar que no habrá
cambio alguno en la tradición intelectual cubana del embaraje insultante
y el servilismo al poder dictatorial. Para defenderlo apareció el
abogado José Pertierra, quien espantó este comentario alucinante donde
Silvio dejó caer sus décimas ocultas: "El Mensaje desde La Habana para
amigos que están lejos no respalda los fusilamientos. Respalda a Cuba".

Así reaccionó Pertierra frente a los blogs de Miami, que detectaron
enseguida la inconsistencia de Silvio. Pertierra simplemente olvidó que
ese mensaje fue enviado a "amigos que están lejos", pero no tanto que
aún no se habían enterado, sino porque habían protestado contra el
fusilamiento de las tres personas antemencionadas y el encarcelamiento
de casi otras 80, ergo: respaldar a Cuba en aquel contexto vital no fue
otra cosa que respaldar tanto los fusilamientos como los encarcelamientos.

Desde luego que un piquete de 26 intelectuales del arte y la literatura
cubanos no podía menos que aliviar el peso semántico del paredón y la
cárcel con el alarde estético de "medidas enérgicas" no deseadas. La
originalidad de Pertierra en su defensa a Silvio se reduce al reciclaje
del mismo jueguito lingüístico, pero la cosa empeora, porque el mensaje
giraba en torno al peligro de "una agresión militar de Estados Unidos
contra Cuba".

Así, los firmantes formaron —junto con Pertierra, Heinz Dieterich
Steffan y otros muchos intelectuales— un Grupo de Apoyo del Comandante
en Jefe para apuntalar su capricho de que el secuestro de la lancha
Baraguá traía su causa de "una conspiración urdida por el gobierno de
[EE UU] y la mafia terrorista de Miami", a sabiendas de que ninguno de
los tres fusilados había recibido ni siquiera por teléfono un recado de
Miami o Washington y de que ni un solo marine, siquiera borracho, andaba
por Cayo Hueso en zafarrancho de combate contra Cuba. Ni qué decir del
pretexto para encarcelar a casi 80 disidentes pacíficos: un taller de
ética periodística organizado por Manuel David Orrio, el agente Miguel
de la seguridad del Estado castrista, quien escogió deliberadamente como
sede la residencia de James Cason, jefe de la oficina de intereses de EE
UU en La Habana.

Aquel mensaje que firmaron 26 y todavía Pertierra defiende con impudicia
no es más que la versión artístico-intelectual orgánica de la
argumentación con que Castro insultó a la opinión pública. Algo anda mal
en una nación en que Silvio Rodríguez no encuentra música para ciertas
décimas suyas y sí encuentra pluma para firmar cartas que no guardarían
correspondencia con su convicción contraria a la pena de muerte.

Coda

También da mala espina esa reacción pública e inmediata de Silvio por la
ejecución de Troy Davis en Georgia. Nada de décimas para circular entre
amigos, sino bloguetazo para que repicara en Cubadebate. Vamos a
dejarnos de engaño: ni Silvio sabía quién era Troy Davis ni mucho menos
Troy Davis sabía quién era Silvio. Y en este mundo los muertos ajenos
son estadísticas.

http://www.ddcuba.com/opinion/7137-la-vuelta-al-monigote

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