El italiano Ernesto Bazán lleva hasta una galería de Madrid 'Al Campo',
un trabajo que recoge 88 instantáneas en color tomadas en sus últimos
años de estancia en la isla y antes de su expulsión por el régimen
ÓSCAR GUTIÉRREZ - Madrid - 22/09/2011
Dicen los que saben de esto que la mejor fotografía llega cuando has
tirado decenas, cuando el protagonista anda cansado y ya no ve la
cámara. Como si no estuviera. Este es el ritual de Ernesto Bazán
(Palermo, 1959): primero un poquito de ron para la Pachamama, la tierra.
Luego, otro poquito para sus cubanos, los que fue a ver al campo. Y para
él. Tercero, el puro de Fidel. No el del traje oliva, sino Fidel
Rodríguez, uno de esos amigos de la provincia de Pinar del Río que, sin
falta, iba cada día hasta la choza donde guardaba su tabaco para liar un
buen habano. "Fumaba, bebía y, después, fotografiaba", recuerda Bazán
con una sonrisa que se escucha a través del teléfono. El resultado:
instantáneas de "amigos", no de "desconocidos". Y un libro con 88
fotografías, selección de sus últimos cinco años en la isla (2000-2005),
que hoy jueves, a partir de las 20.00, abre sus tapas en la galería
madrileña Rita Castellote bajo el título Al Campo (Bazan Photos Publishing).
"Fotografío lo más banal, lo obvio y lo anodino"
Las fotos entran por los ojos y cada ojo deja pasar lo que quiere. Una
de las imágenes que, a lo largo de Al Campo, entra bien y detiene las
páginas inmortaliza a tres guajiros y a una niña en medio de una
plantación de un verde intenso, pero matizado por el nublado. ¿Qué
queda? El gesto de cariño de la menor, con sus manos a ambos lados del
rostro de uno de los campesinos; o la mueca del que no lleva sombrero de
paja; el bigotón del que aparece en primer plano con una barba de dos
días cerrada, muy cerrada; o las arrugas de cualquiera de ellos, las de
esa Cuba pegada a la tierra con poco bamboleo. "Es totalmente diferente
a La Habana, es la visión de un lugar ancestral", relata el fotógrafo
italiano, exmiembro de la agencia Magnum y ganador del World Press
Photo. "Allí no ha cambiado nada desde hace mucho tiempo".
Sicilia, en Cuba
Y eso es lo que el fotógrafo siciliano persiguió durante los 14 años que
pasó en Cuba: la cultura que se mantiene aferrada a las raíces, a su
tradición. No lo sabía cuando aterrizó por vez primera en La Habana de
1992. Había algo, cuenta Bazán, que le llevaba a esa "niñez siciliana en
la que los campesinos le invitaban a un pan con cebolla con un poquito
de sal". Algo que le sonaba a su Palermo natal. Y lo retrató -con el
permiso de su mujer Sissy y sus dos gemelos- en blanco y negro, como
recoge su primer título, BazanCuba, pero también en color. "Fui
increíble", continúa, "recordar mi niñez con amigos campesinos. No era
solo fotografiar, sino compartir nuestras vidas".
Como lo ha hecho con los 70 estudiantes que han empujado junto a él para
llevar a las estanterías Al Campo. Han ayudado a la financiación del
proyecto, una suerte de trabajo "coral", explica, sin el que las
fotografías no habrían llegado a la imprenta. Ellos y la plataforma
estadounidense Kickstarter, a través de la que ha obtenido, con el
bolsillo de los internautas, un 25% del dinero que necesitaba.
¿Qué siente ahora que ve de nuevo esas imágenes? "Extraño mucho ese
momento de mi vida y el deseo interno me dicta volver, pero soy persona
non grata". Bazán tuvo que abandonar Cuba en 2006, acusado por el
régimen de impartir clases de fotoperiodismo. "Fue el destino", se
aventura a interpretar. El próximo proyecto, ya fuera de ese "baúl de
Pandora" donde guarda sus carretes, cerrará la trilogía cubana, de nuevo
en blanco y negro, pero ahora en tamaño panorámico.
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Cuba/cambio/elpepucul/20110922elpepucul_8/Tes
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