Monday, June 13, 2011 | Por Miguel Saludes
MIAMI, Florida, junio, www.cubanet.org. -Leonardo Leal, de 18 años, no
tenía dinero para pagar por el álbum de fotos al terminar la secundaria.
Por años, no tuvo un verdadero hogar. Pero todo eso está cambiando para
este muchacho cuyos amigos llaman Leo. El mejor estudiante de la
escuela secundaria Braden River High School, es uno de los jóvenes del
condado de Manatee más codiciados por las universidades. Un muchacho que
alguna vez no tuvo techo, ha sido aceptado por las universidades de
Harvard, Stanford y Brown. También está en las listas de espera de
Dartmouth y Princeton. Hace poco regresó a Bradenton tras visitar
Stanford en Palo Alto, California. Ya había estado en persona en Harvard
y en la Washington and Lee University. (Indocumentado, de la calle a las
mejores universidades. Univisión)
En Cuba la propaganda oficial retomó recientemente la temática sobre el
llamado robo de cerebros con el que se favorece Estados Unidos. De
acuerdo al criterio difundido en los medios de la Isla el gobierno
norteamericano sostiene una política migratoria dirigida a despojar a
los países del Tercer Mundo de su mayor riqueza: la inteligencia humana.
Todo el despliegue publicitario de la gran potencia buscaría cumplir el
objetivo de atraer a los mejores exponentes intelectuales de las
naciones menos favorecidas económicamente, en particular de
Latinoamérica, estimulando y facilitando la fuga hacia el Norte próspero.
La acusación no es nueva. Ha sido esgrimida por el régimen en
innumerables ocasiones y circunstancias coyunturales, con especial
énfasis cuando las noticias dan a conocer del salto de fronteras
protagonizado por algún cubano reconocido por su talento artístico,
deportivo o intelectual. No obstante los expertos de la retórica
castrista evitan focalizar estos hechos, y generalizan el problema en
acto solidario para denunciar la extorción del conocimiento que sufren
los pueblos de nuestro continente a manos del Imperio. Curiosamente la
cruzada reivindicativa lanzada por el gobierno cubano no parece contar
con mucha acogida entre los afectados y menos consigue captar su interés.
El tema reapareció en ocasión del discurso pronunciado por el presidente
norteamericano Barack Obama en Texas. Los voceros de La Habana tomaron
algunos párrafos de la alocución para afirmar que la reforma migratoria
tiene como fin legalizar este robo de intelecto. En su afán por
demostrar su tesis, tergiversan la realidad que motiva la intervención
de Obama en un escenario emblemático y complejo, donde millones de
emigrantes latinoamericanos claman por una reforma que otorgue estatus
legal a tantos que han cruzado la frontera norteamericana con tal de
alcanzar un futuro superior.
La lectura del problema es muy diferente a la que se hace en el círculo
de poder en Cuba, quejoso de una ley migratoria que se aplica en su caso
y que es envidiada justamente por todos los vecinos del área. Mientras
desde la Isla se acusa a los del Norte de propiciar el latrocinio
intelectual, contradictoriamente en muchos de los estados de ese país se
lucha enconadamente para evitar que esas inteligencias "robadas" sean
devueltas por la acción de deportaciones forzadas, que no se detienen
ante el grado de brillantez de los que son remitidos definitivamente a
sus lugares de origen.
Mientras Obama prometía en Texas una reforma migratoria y en la prensa
cubana se comentaba este discurso como una nueva maniobra de despojo
imperialista, en la ciudad texana de Brownswille un líder estudiantil
próximo a graduarse de administración y negocios internacionales
enfrentaba una dura batalla para evitar su deportación. José Arturo
Guerra, el estudiante en cuestión, contradice un tanto lo expresado en
Juventud Rebelde cuando explica el por qué no debe materializarse su
deportación. "No veo por qué ellos educarían a gente aquí en Estados
Unidos y gastarían miles y miles de dólares y luego simplemente los
enviarían de vuelta."
Para casos como los de Guerra, Leal o el prometedor estudiante de
matemáticas Mariano Cardoso, traídos a Estados Unidos por sus padres, no
a instancias de un plan norteamericano sino contraviniendo leyes
migratorias de ese país, se lucha por la implementación del DREAM act,
(Development, Relief and Education for Alien Minors). La legislación de
Atenuante, Desarrollo y Educación para Extranjeros Menores – en su
traducción del inglés- introducida en agosto del 2001 fue aprobada por
la Cámara a finales del 2010, pero hasta hoy no acaba de recibir la
sanción definitiva en el Senado. De ser aprobada ayudaría a miles de
estudiantes que llegaron ilegalmente a Estados Unidos antes de los 16
años de edad.
La prensa cubana dedica espacios a criticar lo que ellos llaman robo.
Por un lado es cierto que esos peloteros, artistas y jóvenes que salen
de sus países lo hacen mayoritariamente impulsados por la realidad de su
entorno, pero invariablemente en todos los casos con la intención de
lograr metas elevadas para su desarrollo personal. Lo que no dicen estas
notas periodísticas es que no pocas veces el fruto de su esfuerzo se
revierte en provecho de sus propios países, a los que siguen
perteneciendo simplemente porque allí, donde nunca se les dejó de
reconocer como hijos, se les recibe con orgullo por sus triunfos.
No es el caso de los que gobiernan en Cuba que niega a los suyos la
posibilidad de crecer, les corta las alas y les cierran el camino
mediante múltiples barreras. Cuando alguno logra sobrepasar los
obstáculos en lo que se considera un escape, se les quita todo
reconocimiento, incluso el derecho ciudadano, para luego tratar de
borrarlos con el silencio. Cuando este método no resulta entonces acuden
al uso del descrédito y el insulto que llevan palabras tan duras como
apátrida o traidor. Sus éxitos jamás serán reconocidos o divulgados por
estos esclavistas de nuevo tipo para quienes la gente es un recurso más
del estado. Una propiedad que no tiene derecho a la aspiración
individual de crecer libremente. Una práctica que puede definirse como
secuestro de cerebros.
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