Sunday, February 20, 2011

La luz de una nueva esperanza

Publicado el domingo, 02.20.11

La luz de una nueva esperanza
By THOMAS WENSKI

El martes 8 de febrero, el Arzobispo de Miami, Monseñor Thomas Wenski,
pronunció esta homilía en el Santuario de la Virgen de la Caridad, en
Cobre, Cuba, donde había acudido con un grupo de peregrinos de Miami,
miembros de la Asociación Cubana de la Orden de Malta.

En su encíclica, Spe Salvi, que trata el tema de la esperanza, el Papa
Benedicto XVI dijo: ``Ella (María) con su `sí' abrió la puerta de
nuestro mundo a Dios mismo''. Cuando la gente intenta vivir sin Dios --o
aun contra Dios-- el mundo se vuelve un desierto, un lugar antagonista a
la vida y carente de esperanza. Como el mismo Papa dijo: una sociedad
puede organizarse sin Dios, pero no será una sociedad humana. El
colectivismo que propone el materialismo ideológico --y también debemos
añadir el individualismo que propone el materialismo práctico de
nuestras sociedades de consumo-- ignora que el ser humano ha sido creado
--no para perderse en lo colectivo ni tampoco vivir aislado, a solas,
sino para la comunión y el amor-- con su Dios y con sus hermanos.

Cuando la gente vive como si Dios no le importara, se construyen torres
de Babel y murallas para separar y dividir y no puentes de comprensión y
cooperación. Cuando un pueblo vive sin Dios, el mundo se ve encerrado en
sí mismo --sin horizontes, sin futuro, sin esperanzas.

Qué falta nos hace ese ``sí'' de María, para que las puertas de nuestros
hogares, de nuestras familias, de nuestra querida Cuba se abran a Dios
para que derrame su gracia sobre nosotros. Que esta gracia nos permita
ver por los ojos de Dios y así que nos reconozcamos los unos a los otros
como hermanos y hermanas.

Ese ``sí'' de María --su aceptación del plan de Dios-- implica ``ponerse
en camino''. Y hoy veneramos a nuestra madre común bajo este título
hermoso y elocuente: Virgen de la Caridad. Y la caridad es precisamente
el camino para poder cumplir con el plan de Dios. Ese ponerse en camino
quiere decir compromiso de amor hacia nuestros hermanos, entrega
desinteresada. Como nos recuerda el refrán que todos bien conocemos:
``obras son amores y no buenas razones''.

María se puso en camino para ayudar a su prima Isabel en un momento de
especial necesidad. Es nuestra Cachita, siempre en camino, siempre al
encuentro del pobre, de aquellos a quienes Dios ensalza en su Magnificat.

Así, se puso en camino hace casi 400 años, para salir al encuentro de
nuestro pueblo cubano, un pueblo cuya identidad nacional se estaba
forjando. Desde entonces no ha cesado de acompañar a los cubanos en
medio de las tantas vicisitudes que han marcado la historia de Cuba, en
sus guerras de independencia, a lo largo de la etapa republicana y
también en los días del paredón de fusilamiento y de la pérdida de todas
las libertades. Allí estaba la Virgen de la Caridad y a lo largo de
todos estos años de sufrimientos y esperanzas truncadas.

Y ha sabido acompañar a todos sus hijos sin distinción: a los que
quedaron en la patria y en el Cobre la visitan, y a los que tuvieron que
emprender el camino del exilio y en esta nueva tierra le construyeron
una Ermita junto al mar. Y hoy, en preparación al año del jubileo de los
400 años del hallazgo y la presencia de la Virgen de la Caridad del
Cobre, todos, aquí y allá --como recuerda el canto-- acuden ``a los pies
de la Virgen, trayendo sus penas, sus plegarias y sueños. Su vida entera''.

La Iglesia en Cuba ha querido celebrar los 400 años de esta presencia
constante, iniciando en Santiago de Cuba el pasado 8 de agosto una
peregrinación nacional con la venerada imagen de la Virgen Mambisa. Una
vez más María se pone en camino para sembrar amor y esperanza en los
corazones de todos sus hijos, de todos los cubanos. Como bien nos
recuerda otro canto popular: ``el que siembra amor cosecha amor''. Y
como nos dijeron los obispos cubanos: A Jesús por María, la caridad nos
une. ¡La Virgen de la Caridad quiere que se abran de nuevo las puertas
de Cuba a Dios para que renazca en el corazón de cada cubano la
esperanza! Y tanta falta hace esta esperanza en Cuba para que --en las
palabras del muy recordado Juan Pablo II-- los cubanos puedan ser
protagonistas de su propia historia, una nueva historia sin presos de
conciencia y sin acosos a madres que simplemente exigen la libertad de
los suyos.

En la experiencia de María, ponerse en camino implica también el estar
al pie de la cruz. Como acompañó a su hijo, Jesús, ella también siempre
nos ha acompañado en nuestras cruces: en el dolor de vivir con la
familia separada, el dolor de haber perdido a un ser querido en la
travesía del mar. Estos dolores y muchos más son comunes a los cubanos
de aquí y de allá, y la Virgencita quiere ayudar a todos sus hijos en
nuestras necesidades como ayudaba a su prima, Isabel en las suyas. Qué
alentador fue entonces ver su estampita sostenida entre las manos de
algunos de los presos recién liberados.

También la Iglesia --que somos nosotros todos los bautizados-- tiene la
misión de ponerse en camino --con María y como María-- sosteniendo y
acompañando a los que sufren.

En Cuba en medio de grandes limitaciones, la Iglesia ha sabido acompañar
a nuestros hermanos, animando su esperanza y sosteniendo su fe desde su
propia pobreza. No puedo dejar de mencionar la gran obra de Cáritas Cuba
o los comedores parroquiales sostenidos por la Asociación Cubana de la
Orden de Malta, ni tampoco puedo dejar de mencionar la acción
facilitadora de la Iglesia cubana y sus pastores a favor de la
liberación de los presos de conciencia.

Debemos animarla en sus esfuerzos y apoyarla en cuanto sea posible, pues
la unidad sí es posible si hay caridad. Como dijeron los obispos de Cuba
en su mensaje del 15 de agosto de 2008, María sigue siendo el faro de
esperanza y promesa de un futuro mejor. Y como dijo el Papa Benedicto en
esa encíclica que ya he citado: ``nuestra esperanza es siempre y
esencialmente esperanza para los otros. Solo así es realmente esperanza
para mí''.

Termino citando otra vez las palabras del Santo Padre, Benedicto XVI, en
Spe Salve: ``Madre de la esperanza, Santa María, Madre de Dios, Madre
nuestra, enséñanos a creer, esperar y amar contigo. Indícanos el camino
hacia su reino. Estrella de mar, brilla sobre nosotros y guíanos en
nuestro camino''.

or María, por su ``sí'', la esperanza de milenios debía hacerse
realidad, entrar en este mundo y su historia. Que la intercesión de la
Virgen de la Caridad del Cobre haga realidad la esperanza para los
cubanos, que entre en Cuba y su historia la luz de un nuevo amanecer,
una nueva esperanza, una esperanza que no defraude, que tiene un rostro
humano, la esperanza que es el hijo de María, Jesucristo, nuestro Señor.
Así sea.

Arzobispo de Miami.

http://www.elnuevoherald.com/2011/02/20/v-fullstory/889970/thomas-wenski-la-luz-de-una-nueva.html

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