Monday, February 21, 2011

El tercer pilar

Opinión

El tercer pilar
Yaxys Cires Dib
Madrid 21-02-2011 - 6:07 pm.

Reconstruir la sociedad civil deberá ser una prioridad para la Cuba del
mañana. El tejido social deberá regenerarse hasta ser voz crítica de la
nueva realidad.

Una Dama de Blanco con una imagen de Orlando Zapata Tamayo marcha por La
Habana el pasado 20 de febrero. (REUTERS)

Nuestro proyecto de país debe sustentarse en tres grandes pilares: el
Estado, el mercado, y la sociedad civil. Cada uno tiene diferente
naturaleza y fin, de ahí la singular importancia de cada uno, pero los
tres están muy interrelacionados.

A lo largo de la historia, la sociedad civil ha sido relegada a un
segundo plano. En determinados modelos políticos aplicados en el siglo
XX el Estado y el mercado se han turnado la primacía, dejando en la
periferia o en la nada a la sociedad civil. Y es que la propia historia
de la humanidad, tal y como se cuenta, es la del poder (político,
económico, religioso), ya sea para recordar su esplendor, traiciones o
decadencia, pero siempre sobre o desde el poder, y la de Cuba no ha sido
la excepción.

En el comunismo, la exclusión histórica y real de la sociedad civil es
más aguda. En palabras del ex presidente checo Václav Havel: "El
comunismo […] jamás podría coexistir con una auténtica sociedad civil.
El ataque más decisivo que acompañó a la instalación del poder comunista
en todas partes fue el ataque contra la sociedad civil". Las
organizaciones que deberían aportar sustancia y dinámica a la sociedad
dejan de existir o pasan a ser simples correas de transmisión del poder
político, tal y como sucede en la Isla con la Central de Trabajadores de
Cuba, hoy principal valedora de la política de despidos y recorte
sociales del régimen.

Hay muchas razones por las que nuestro país necesita una sociedad civil
activa ahora y en el futuro. Para Dagoberto Valdés, la reconstrucción de
"ese tejido o entramado de asociaciones y grupos que ocupa un amplio
espacio de autonomía y participación libre entre el Estado y los
ciudadanos" es un proyecto apremiante por diversas razones, entre ellas:
para que el diseño del proyecto social no vuelva a caer en manos de un
grupo o persona "iluminada"; para que la democracia tenga una base
social educada y ejercitada en ella; para no caer en una partidocracia
y; para que las instancias intermedias denuncien los excesos del Estado.

En palabras de Tocqueville (1805-1859): "en los países donde no existen
tales asociaciones, si los particulares no pueden crear algo semejante,
no veo ningún otro dique que oponer a la tiranía, y un gran pueblo puede
ser oprimido impunemente por un puñado de facciones o por un hombre".

En la actualidad, la sociedad civil e internet son los dos principales
escenarios en los que se desarrolla la batalla cultural, entendida ésta
como la del pensamiento y las propuestas, no como la de las consignas.
Es en ese "entramado" de asociaciones, universidades, think tanks,
clubes, fundaciones, iglesias, medios de comunicación, colegios
profesionales, etc., donde se generan las ideas que sirven de fundamento
a la acción política, pero es también donde se establecen mediante
procesos complejos las pautas culturales de la propia sociedad. En el
caso cubano, la hegemonía de la cultura democrática y libre tendrá que
ir lográndose ahí, ya sea para que empuje al cambio o para que lo acompañe.

En la mayoría de los diversos procesos de transición hacia la democracia
del pasado siglo y del actual, la sociedad civil ha jugado un papel
importante: unas veces en la delantera, como en Perú, Egipto y Túnez; y
otras acompañando a los políticos como en Chile, España, México y
Panamá. A unos países les ha ido mejor que a otros, pero nunca tan mal
como aquellos donde los cambios han sido monopolizados por la clase
política o donde el tejido social no llegó a regenerarse lo suficiente
como para ser voz crítica en la nueva realidad.

La sociedad civil cubana se abre paso gradualmente bajo difíciles
condiciones, pero algún día habrá que establecer las bases políticas y
legales del respeto a ésta. Ellas serán: el pleno respecto a los
derechos y libertades individuales y a la libre asociación y reunión.
Con este propósito habrá que aprobar una Ley de Asociaciones que
garantice plenamente esos derechos sin que se vean condicionados por la
realización de determinados fines ideológicos, tal y como sucede bajo la
actual Constitución.

Ello también implica un compromiso para todo ciudadano, concretamente:
vencer la desconfianza que pesa sobre el otro, superar el modelo
caudillista y romper con el espíritu sectario. Y algo muy importante,
romper con la cultura de las adhesiones inquebrantables que también
existe en ciertos sectores de la oposición y el exilio.

Este es el tercer pilar de un modelo para Cuba, en el cual el Estado y
el mercado no lo serán todo. Modelo en el que los cubanos necesitarán un
tejido social que les acompañe en el difícil recorrido de su
regeneración como personas y como ciudadanos.

http://www.diariodecuba.com/opinion/3248-el-tercer-pilar

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