Friday, October 23, 2015

¿Juventud? ¿Rebelde?

¿Juventud? ¿Rebelde?
El diario de la juventud cubana no lo leen los jóvenes, según un estudio
de la propia publicación
Redacción CE, Madrid | 22/10/2015 1:20 pm

Los medios de prensa, en todo el mundo, enfrentan tanto el problema de
modificarse constantemente, en formato como en contenido, junto con la
reducción constante de su número tradicional de lectores.
El fenómeno quizá se siente con mayor fuerza en Estados Unidos, pero
Europa no está libre tampoco de este hecho. Basta montarse en cualquier
metro o subway, tanto en una importante ciudad estadounidense como
europea, para comprobar que quienes antes dedicaban el tiempo del viaje
a leer un periódico ahora lo consumen con su teléfono celular o móvil.
Es posible que ese teléfono les sirva también para enterarse de lo que
pasa en el mundo, aunque no necesariamente a través de un medio de
prensa tradicional, pero igualmente es muy probable que se dedique a
otras formas de entretenimiento o información.
Hecha esta salvedad, lo que evidencia un estudio realizado por el diario
oficial cubano Juventud Rebelde no es un fenómeno aislado, pero que en
la realidad de la Isla asume características propias: los jóvenes no
leen su periódico, al menos ese diario como propio nombre reclama
pertenecerle. Veamos primero los datos que ofrece dicha publicación.
De acuerdo a Juventud Rebelde, la muestra del Estudio de Lectoría/2015
abarcó a 3.343 personas, según la suma de quienes participaron en las
dinámicas grupales y de quienes respondieron la encuesta publicada, de
las que recibieron 2.501 contestas, con una participación femenina del
49,3 %.
Entre quienes devolvieron la encuesta por vía correo ordinario y a
través de la página web (recibieron 137 digitales), destaca la
representación de las personas entre 46 a 65 años de edad, que fueron el
34,1 %. Les siguieron quienes tienen más de 65 años (25,9 %).
Los que declararon una edad entre 36 y 45 años fueron el 12,4 %; entre
18 a 25, 9 %; entre 26 a 35 años de edad, 8,6 %; entre 14 a 17 años, 7
%; y menores de 14 años, 3 %. Es decir, según los resultados del estudio
realizado por el propio periódico, la mayoría de sus lectores no son
jóvenes.
Cuando se desglosan los datos de acuerdo al nivel escolar, las cifras
son más alarmantes: solo un13,8 % de sus lectores son estudiantes.
Aunque la publicación intenta reafirmar el criterio de que al menos en
parte está dirigida a la juventud ―"verificamos que poco más de la
cuarta parte de lectores jóvenes (menores de 35 años) siguen nuestro
diario"― la realidad marcha por otro rumbo.
Como ya se especificó, los que declararon una edad entre 36 y 45 años
fueron el 12,4 %; entre 18 a 25, 9 %; entre 26 a 35 años de edad, 8,6 %;
entre 14 a 17 años, 7 %; y menores de 14 años, 3 %. O Sea, hay que
enfatizarlo, los jóvenes lectores son realmente pocos.
El propio diario lo reconoce: "La tendencia respecto a la edad que se
declara ratifica los datos de investigaciones anteriores de lectoría, en
las que el comportamiento de lectura de nuestra publicación se mueve
hacia personas mayores de 35 años".
Más allá de los aspectos que la prensa oficial cubana comparte con la
que se edite en el resto del mundo, hay otros propios que influyen en
esa tendencia a ser de consumo solo entre las personas mayores y los
jubilados.
Una prensa caduca
La prensa oficial en Cuba no cumple la función de informar, es más bien
un órgano de orientación. Sólo que a la hora de desempeñar la función
orientadora lo hace mal, tarde y por omisión.
No se aparta de otros ejemplos que existieron mientras duró la Unión
Soviética y el campo socialista. Es por ello que luce tan anacrónica.
Pero lo peor es que resulta inútil salvo por un aspecto: ocupa un lugar.
No es que logre ocultar una carencia. Se trata de algo más simple: su
ineficiencia contribuye a mantener el statu quo, y en ese sentido su
desempeño es perfecto.
Desde hace algún tiempo se habla en Cuba de incrementar las denuncias de
lo mal hecho, así como publicar y dar a conocer ineficiencias, sobre
todo en el campo económico y administrativo. Si bien este esfuerzo —de
llegar a producirse realmente— resultaría beneficioso, en el
mejoramiento de algunas deficiencias administrativas locales y hasta
nacionales, no deja de eludir el problema fundamental.
La noticia tiene un valor jerárquico en sí misma, dada por su
importancia, las condiciones en que se produce, su singularidad,
procedencia y otros factores. La lista podría ser larga, pero hay algo
común en todos los elementos: el valor noticioso es intrínseco al hecho
y no debe estar determinado o adulterado por factores externos.
Para decirlo de forma más simple: la noticia surge o se descubre, pero
no se fabrica. Al incurrir en esto último se cae en la tergiversación y
el engaño. En el mejor de los casos, se entra en el dominio de la
publicidad y la propaganda, pero casi siempre se acaba en el fraude.
Distinciones de este tipo tienen un carácter político, y de inmediato
puede surgir una contraparte que argumente que en los países
democráticos, y en general en el capitalismo —desde las grandes cadenas
noticiosas hasta los periódicos de provincias— sobran ejemplos de
ocultamiento de informaciones, desplazamiento de noticias importantes a
los lugares menos visibles y simple alteración de contenidos. También
puede afirmarse que la llamada "objetividad" periodística y el balance
informativo se han visto reducidos en los últimos años, en particular
por la crisis que impera en la prensa escrita. Es cierto, pero lo que
constituye un defecto o una limitación no crea una norma o precepto.
Por principio, y desde la época leninista, se estableció que la prensa
en un país socialista, que avanzaba hacia el comunismo, tenía que
orientar y cumplir una función ideológica. De ahí la asignación de
grandes recursos a los periódicos partidistas.
Como ocurre en muchos otros aspectos en Cuba, el despilfarro ha sido
enorme y los resultados de miseria. La prensa permitida en la Isla —un
país con un sistema que a estas alturas no es ni un remedo de
socialismo— permanece condenada al lastre de limitar la información a
sus ciudadanos, de una forma torpe y con el mayor desprecio. Ni siquiera
ha sido capaz de desempeñar esa labor orientadora que siempre ha asumido
públicamente.
Salvo la divulgación de leyes y algunos discursos del gobernante, poco
más de importancia dan a conocer los dos principales periódicos cubanos.
Por otra parte, hablar de la función informativa de la radio y la
televisión es un ejercicio estéril.
En un periódico de limitadas páginas como Juventud Rebelde y Granma,
buena parte del contenido informativo no tiene actualidad y otra buena
parte está referida a noticias baladíes —en que la intrascendencia del
hecho pasa a un segundo plano frente a la conveniencia política de darlo
a conocer— e informes que carecen de sustentación, simple repetición de
datos ofrecidos por determinada instancia o funcionarios, a los que
nunca se les cuestiona o se verifica si lo que dicen es cierto.
A esto se añade una carga de documentos y recopilaciones de lo ocurrido
en los largos años del proceso revolucionario, o el relativo corto
tiempo que necesitó Fidel Castro para derrotar militarmente al gobierno
de Fulgencio Batista, que mejor tendrían cabida en una publicación
especializada en temas históricos.
En este sentido, Granma y Juventud Rebelde actúan como biblioteca y
mausoleo anticipado, no como un contenido noticioso.
La prensa de hoy, en todos sus formatos, es prensa del instante. Sin
embargo, en buena medida, Juventud Rebelde ―y en especial Granma― no le
dice al lector lo que está ocurriendo, sino le reafirma lo que pasó: es
prensa del recuerdo.
Esto ha creado un tipo de prensa que más bien parece salida de una
película de los hermanos Marx, donde el lector va de la inercia a una
lectura entre líneas y por omisión: lo que no aparece cuenta más que lo
que se publica.
Entramos así en un mundo torcido donde el eslogan perfecto para vender
los periódicos Granma,Juventud Rebelde y otros similares: "Entérese aquí
de lo que no está ocurriendo en el mundo; busque en los espacios en
blanco la información de actualidad; manténgase al día de todos los
asuntos sin importancia".
No es un mal chiste, es la realidad cubana.

Source: ¿Juventud? ¿Rebelde? - Noticias - Cuba - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/cuba/noticias/juventud-rebelde-323888

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