Fumando espero
1 noviembre, 2016 5:22 pm por Misael Aguilar Hernández
Bejucal, Artemisa, Misael Aguilar, (PD) En cada barrio o pueblo del
país, hay un personaje que por sus hechos es conocido por todos. Es el
caso de María Eugenia, una señora de 78 años de edad que se suele ver
por las calles de Santiago de las Vegas, de un lado para otro sin rumbo
fijo, vagando constantemente por cualquier lugar de este poblado del
municipio capitalino Boyeros.
Según cuentan algunas personas, no tiene casa donde vivir, ni siquiera
donde dormir. Lo mismo duerme en un parque que en la terminal de ómnibus.
Para comer, pide dinero a quienes pasan por su lado. Mendingando logra
resolver el día. Para mañana, Dios dirá.
Algunos creen que no está bien de la cabeza, que padece trastornos
siquiátricos, pues en ocasiones habla sola.
Los que saben que fuma, en ocasiones le regalan tabacos. Los recibe con
entusiasmo, se pone contenta y se va a sentar en algún banco de un
parque, a disfrutar su tabaco sin que la molesten.
La situación de esta señora no es desconocida por las autoridades
locales. Lleva mucho tiempo así. Los residentes del lugar se preguntan
por qué no se le ha dado a esta anciana un lugar de acogida, un hospital
o un asilo. Quizás también se le hubiera podido entregar un pequeño
local o un cuarto donde pueda vivir.
Pero las autoridades le hacen muy poco caso a este tipo de situaciones,
que, no dejan de ser tristes, y dicen mucho de lo mal que anda nuestra
sociedad.
Sin embargo, los medios noticiosos cubanos con mucha frecuencia hacen
referencia a las personas sin casa en los Estados Unidos –conocidos como
homeless- y se recrean mostrando escenas de algunos que están en las
calles, tratando de abrigarse con papeles o haciendo hogueras.
Cuando usted lee en estos momentos "La Historia me Absolverá", el
alegato de Fidel Castro en el juicio por el asalto al Cuartel Moncada,
no sabe si lo que dijo en aquel entonces fue pensando en el futuro. Por
ejemplo, refiriéndose al Estado, señaló: "Construyen mientras pueden
percibir un tipo elevado de renta, después no colocan una piedra más,
aunque el resto de la población viva a la intemperie. De tanta miseria
sólo es posible liberarse con la muerte; y a eso sí los ayuda el Estado,
a morir…En Cuba, cuando un funcionario se hace millonario de la noche a
la mañana y entra en la cofradía de los ricos, puede ser recibido con
las mismas palabras de aquel opulento personaje de Balzac, Taillefer,
cuando brindó por el joven que acababa de heredar una inmensa fortuna:
"¡Señores, bebamos al poder del oro!"
Al parecer María Eugenia es de las que se quedó sin que el Estado
colocara más ninguna piedra para construirle una casa. Con ese ritmo de
vida, los que dirigen este país, la van a ayudar a morir.
Entre la cofradía de los funcionarios que cada vez acumulan más riqueza,
gordos por el sedentarismo y el buen vivir, se deben hacer brindis por
mantener el poder con los bolsillos llenos de cuc, moneda que María
Eugenia seguramente ni conoce.
Como diría Luis Carbonell, el Acuarelista de la poesía antillana: son
estampas de mi país, muchas y muy variadas.
comuni.red.comunitaria@gmail.com; móvil: +53 58365937; Misael Aguilar
*Red Cubana de Comunicadores Comunitarios
Source: Fumando espero | Primavera Digital -
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