Sandra podría ser una abuelita
La prostitución es un tema prohibido para el oficialismo
Jueves, junio 9, 2016 | Jorge Ángel Pérez
LA HABANA, Cuba.- Cuando los almanaques adviertan que se suceden los
días del mes de septiembre próximo, se habrán completado veintinueve
años desde que Carlos Aldana, aquel personaje de "triste recordación",
"invitara" a todo el equipo de redactores y diseñadores de la revista
Somos Jóvenes a sus oficinas en el Comité Central del Partido. Los
"convidados" tenían muy claro que iban a enfrentarse a una enorme
reprimenda, y que la causa era la aparición, en el número 93-94 de la
revista, de un testimonio que su autor, Luis Manuel García, titulara "El
caso Sandra".
Pasaron muchos años, tantos, que cualquier curioso que se interese en
comparar las firmas que aparecieron en la revista de aquellos años con
las de ahora comprobará que no existen coincidencias. Pero que no
suponga ese curioso que fueron el retiro y la vejez los culpables de
tantas desapariciones. Lo cierto es que muchos de quienes escribían esas
páginas resolvieron "poner pies en Polvorosa". Luis Manuel vive y
escribe en España desde hace rato, y varios de los implicados en aquel
número distinguieron también, de entre todas las opciones, al exilio.
Unos años después, y en otro septiembre, era destituido de todos sus
cargos el ominoso Aldana, pero esos retruécanos de la política cubana no
consiguieron contener la retirada de redactores y diseñadores; muy bien
sabían ellos que nada iba a cambiar, y que otro "compañero" muy parecido
se ocuparía cuidando el trabajo ideológico con procedimientos idénticos,
incluso peores. Ellos consiguieron la certeza de que escribir sobre la
prostitución en Cuba, o de cualquier otra verdad silenciada, resultaba
muy riesgoso, casi imposible. Y ya sabemos de los métodos que se idearon
desde los años sesenta para cuidar la ideología y esconder la verdad.
Como sucede siempre, designaron a otro que se hiciera cargo de dirigir
la ideología de los cubanos desde una oficina. Y Somos Jóvenes no volvió
a mencionar a las muchachas que, muy emperifolladas, salen todavía en
las noches, o a cualquier hora, buscando extranjeros de bolsillos
abultados para luego desemperifollarse frente a ellos y en la cama, a
cambio de unos cuantos dólares, o euros. "De eso no se hablará otra
vez", dijeron los de aquella oficina que antes regentó Aldana, aun
conociendo que crecía el número de mujeres que preferían entregar sus
cuerpos a un desconocido con dinero, antes que trabajar en una oficina o
en una fábrica por un pago que parecía más una metáfora. Y aquellas
mujeres crecían en número, y el silencio también.
Y cómo no iba a crecer ese mutismo si el discurso oficial se ocupó en
demostrar que las prostitutas eran solo un rezago del pasado. Se dijo, y
se escribe todavía, que después de 1959 el Estado las había reintegrado
a la sociedad permitiéndoles que se alfabetizaran, buscándoles empleos,
responsabilidades públicas. Es muy común que el gobierno cubano asegure
que, de esas cien mil prostitutas que heredó, todas fueron
reivindicadas. ¿Lo fueron realmente? De todas formas a ellas, si se les
menciona con frecuencia, resulta que no eran "hijas de la revolución".
Tanto se les señaló, tan visibles se las hizo que ellas mismas
decidieron esconderse. Debe ser por eso que hoy resultaría muy difícil
reconocerlas. ¡Deben ser tan viejas!
Es frecuente en el discurso oficial destacar a esas cien mil para
establecer luego diferencias con las que, ahora, acceden al poder más
alto; y entonces se hacen interminables enumeraciones y aparecen las
mujeres que son miembros del Comité Central del Partido, y las que
forman parte del Consejo de Estado o son piezas del Parlamento. ¿Qué
cubano no escuchó hasta el cansancio esas enormes peroratas donde se
repasan las infinitas posibilidades que tienen sus mujeres?
Muchas veces es referida la infinitud de hembras de "vida alegre" que
sobreviven en países pobres, y también leemos sobre las damas que en
Cuba llegan a ser ministras, médicos y fiscales. Constantemente se
recurre a esas figuras que se desempeñan como presidentas de las
Asambleas provinciales y municipales del Poder Popular, a las delegadas
de circunscripción, y hasta se alaba el hecho de que la vicepresidenta
de la Asamblea Nacional sea una mujer, como si tal cosa fuera un caso
único en el mundo. ¿Cuántas son o fueron presidentas en la más reciente
historia latinoamericana? También es habitual en estos días que se haga
referencia a una mujer que es árbitro en el restablecimiento de las
relaciones diplomáticas entre la isla y los Estados Unidos.
Confieso que no voy a extrañarme si alguna vez se hace apología porque
una "compañera" presida la Federación de mujeres. El Gobierno y el
Partido, su prensa, destacan con exaltación ese "empoderamiento" de las
mujeres cubanas para restar visibilidad a las que se ganan la vida
haciendo malabares en la cama. Es común que quienes alguna vez se
refieren al asunto aseguren que la mayoría de las prostitutas europeas
no hicieron estudios más allá de los primarios, sin que noten que mucho
más vergonzoso resulta que en este país existan jineteras (prostitutas)
que se graduaron en la universidad.
Aldana, aquel funesto jefe del Departamento ideológico del Partido, no
consiguió que desaparecieran las Sandras que a Cuba le habían nacido, y
mucho menos el que vino después, y otra vez salió al ruedo la figura del
proxeneta; pero nunca se dijo que ese "chulo", muchas veces, muchísimas
veces, vestía uniforme de policía. Un montón de Sandras han pasado ya
por las cárceles, pero muy pocas creen en la reivindicación. Por eso
creo que aquel gobierno, que sigue siendo el mismo, debió agradecer a
Luis Manuel García, el redactor de Somos Jóvenes. Un país agradecido, un
gobierno justo, lo habría reconocido, considerado incluso a su texto
como fundacional.
Aquel número de la revista destapó la olla y mostró que éramos un país
como cualquiera, o peor que muchos, por tan indecente escondedera. Hoy,
Sandra sigue siendo referencia. Es posible que aquella que impresionara
al escritor y que lo llevara a escribir su texto ahora sea una abuelita.
¿Sandra habrá dejado de interrumpir sus embarazos? ¿Tendrá una nieta? Si
fuera un varón, ¿a qué se dedicará? ¿Seguirán alguna vez los pasos de su
abuela?
Resulta que en cualquier esquina de la ciudad puede encontrarse a una
nueva Sandra; lo mismo en Monte y Cienfuegos que en 23 y L, en Cerro y
Boyeros… Sandra puede estar en el Parque Central o simulando que espera
a su novio en el Parque de La Fraternidad, en cualquiera de esas
esquinas que forman las calles Reina y Amistad. Allí encontré hace dos
días a una nueva Sandra. Yo contemplaba lo que queda del Palacio de
Aldama, pensaba en Domingo del Monte y en sus tertulias, en los poetas
invitados. La muchacha se sentó junto a mí. Creo que, muy confundida,
supuso que yo podría ser su cliente. Como yo, miró fijamente al edificio.
"Debió ser lindo, pero está hecho mierda", así dijo, y señaló entonces
al busto levantado sobre un pedestal. "Ese era el dueño del palacio",
dijo y sonrió cuando asentí. Luego continuó: "Se llamaba Aldana". No
pude contener la risa, me perdí en una enorme carcajada, pero no la
rectifiqué. Hasta adoré que cambiara aquella consonante, que donde debía
estar la m pusiera n. Pensé en lo bueno que habría sido para este país
que algún poderoso ideólogo mereciera un monumento, un busto que
ofreciera un poquito de sombra, en medio de tanto calor, a una joven
prostituta. También recordé a Luis Manuel, y hasta le pinté una sonrisa
cómplice. De esta Sandra, de las otras, deberíamos hablar muy seriamente.
Source: Sandra podría ser una abuelita | Cubanet -
https://www.cubanet.org/actualidad-destacados/sandra-podria-ser-una-abuelita/
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