Thursday, February 18, 2016

Marita Lorenz, “la espía que amó al comandante”

Marita Lorenz, "la espía que amó al comandante"
Su testimonio muestra "el empuje del personaje" revolucionario
jueves, febrero 18, 2016 | José María Ruilópez

GIJON, España.- Marita Lorenz fue la primera novia del personaje tras el
triunfo de la Revolución en Cuba. El personaje, claro, es Fidel Castro
Ruz. Marita Lorenz había llegado a La Habana desde Nueva York a bordo
del barco de pasajeros Berlin, que capitaneaba su padre, un alemán
llamado Heinrich Lorenz, y arribado al puerto habanero el 27 de febrero
de 1959. Así lo cuenta Marita Lorenz en su último libro: "Yo fui la
espía que amó al Comandante".

Fue en la tarde del 28 de febrero de ese año. Dos lanchas cargadas de
hombres uniformados se acercaron al barco. El Capitán estaba echando la
siesta, así que Marita tomó el mando por su cuenta y riesgo y recibió a
pie de borda a los "barbudos", como llamaban a los revolucionarios de
Sierra Maestra. Según narra ella: "barbudos y armados, vestidos con
ropas militares, mi atención se fijó especialmente en uno de ellos, el
más alto de todos. Realmente me gustó lo que vi, me cautivó su rostro".

Aquel rostro cautivador era de Fidel Castro. Por aquel entonces un
personaje que salía en los medios todo el tiempo por su guerra
revolucionaria para derrocar a Batista en Cuba. El mito ya estaba en sus
inicios. Y su empuje, demostrado. Él, sabedor de su capacidad de
atracción tanto entre hombres como entre mujeres aunque por distintos
motivos, pronto comenzó a seducir a Marita Lorenz seguro de que no sería
rechazado. Ella en aquel momento tenía 19 años.

Algunas breves frases que se intercambiaron ya denotaban el carácter y
empuje del revolucionario y su sentimiento de propiedad: "Yo soy Cuba.
Cuba es mía", le dijo a una ingenua y osada adolescente que cayó en sus
brazos en su camarote tras un recorrido por las distintas partes del
barco. Ya durante el tiempo que compartieron en la nave con el Capitán
Lorenz, padre de Marita, todos los pasajeros se le acercaban a pedirle
un autógrafo como si de un "souvenir" más se tratara. Incluso el recién
nombrado embajador de Cuba ante las Naciones Unidas, Raúl Roa Kourí, se
acercó al hermano de Marita, Joe, para darle un mensaje personal de
Fidel: "Tu hermana es siempre bienvenida en Cuba como invitada del
Estado. Cuidaremos de ella lo mejor posible". Era lo que podríamos
llamar celestinazgo de estado.

Marita Lorenz describe el encuentro con Fidel como un flechazo
irresistible. Tanto, que le deja el número del teléfono de su casa en
Nueva York para verse de nuevo. Tan sólo unos días después, continúa
narrando Marita, sonó el teléfono en línea directa con Fidel, diciéndole
que le mandaba un avión para que regresara a Cuba. Era el 4 de marzo de
1959 cuando se encaminó de nuevo a La Habana acompañada por tres cubanos
que la condujeron justo hasta la habitación que Fidel usaba como
despacho de jefatura del estado en el hotel Habana Hilton –luego Habana
Libre– de la capital cubana.

Tras el primer encuentro sexual, Fidel muestra la ciudad desde la altura
del hotel repitiéndole: "Todo lo que ves es mi Cuba. Yo soy Cuba. Tú
eres la primera dama de Cuba". A una adolescente de 19 años y un poco
loquilla, que se dejaba guiar por sus impulsos ayudada por el empuje del
personaje, eso debía sonarle a música celestial. Pero en los días
siguientes, tantas horas de soledad en la habitación esperando la
llegada de su amante convirtieron a Marita Lorenz en secretaria de la
abundante correspondencia que llegaba dirigida al personaje. De modo que
Fidel empezó a firmar con una gran F en papeles oficiales en blanco, y
era Celia Sánchez, e incluso ella, quienes decidían los asuntos que le
solicitaban.

Fidel Castro viajó a los EE.UU. en abril de 1959. Y Marita Lorenz le
acompañó. En realidad Fidel no fue invitado por el gobierno americano,
sino por la Asociación de Editores de Prensa. Se celebró una comida en
su honor en la que se entrevistó con varios personajes de la política,
pero el presidente Eisenhower no se presentó; es más, se fue a jugar al
golf. Fue en su representación el vicepresidente Richard Nixon, a lo
que Fidel respondió: "Yo soy Fidel. ¿Cómo me pueden hacer esto a mí?"

En aquel periplo, Fidel se fue a la Argentina. El empuje del personaje
se manifiesta un vez más cuando un emisario llegado de La Habana se
presenta en Buenos Aires diciéndole que su hermano Raúl está repartiendo
las tierras entre los campesinos sin su permiso. A lo que él contesta
diciendo: "Los fusilo a todos, a mi hermano también". Esto lo refiere
Guillermo Cabrera Infante como periodista presente en el momento.

De regreso a La Habana, el hermano de Marita Lorenz, Jojo, convenció a
un amigo para que fuera a Cuba detrás de ella. Era El Sayed El–Reedy, un
diplomático que trabajaba en las Naciones Unidas, que luego sería
embajador de Egipto ante la ONU. El empuje del personaje se manifestó
una vez más. Enterado de la presencia del diplomático en una habitación
cercana a la de él. Fue allá, golpeó la puerta hasta que el joven
diplomático salió en pijama. Fidel lo zarandeó de un lado a otro, según
narra Marita en su libro, gritándole: "¡Qué quieres de la Alemanita!",
como él llamaba a Marita. "¡Soy un diplomático! ¿No puedes hacerme
esto!" De poco le sirvieron las protestas al joven emisario, vestido
sólo con el pijama fue expulsado de Cuba en un avión que lo llevó de
nuevo a los EE.UU.

Aquellos primeros meses de revolución el empuje del personaje estaba
desbordado. Fidel había encarcelado a uno de los más conocido mafiosos
que todavía pululaban por la capital, Meyer Lansky, apodado "Little
Man" por su corta estatura, que era el propietario del hotel Riviera. A
través de Frank Fiorini, agente doble, de la revolución y de la mafia,
sabedor de que Marita era la novia de Fidel, empezó a mandarle cartas
solicitando la excarcelación de Jake Landsky, hermano menor del mafioso
"Little Man". Marita, cansada de la insistencia, cogió una de las hojas
firmadas en blanco por Fidel y la rellenó con varios nombres de mafiosos
que quedaron en libertad al instante.

Era complicado que esta relación entre Fidel y Marita Lorenz tuviera un
final feliz, a pesar de que Marita por aquellos días ya mostraba un
avanzado embarazo. Un día, tras el desayuno, cuenta Marita, empezó a
sentirse mal y se quedó adormilada. Durante ese tiempo de amodorramiento
había sentido una serie de sensaciones que apuntaban a un parto
provocado. Poco tiempo después, se encontró en una habitación del hotel,
dolorida, mareada y sin muestras de embarazo. Apareció por allí el
comandante Camilo Cienfuegos, que se mostró alarmado al ver su aspecto,
la atendió, buscó ayuda y facilitó su salida de Cuba en un avión hacia
los EE. UU. Poco después fue cuando el avión que llevaba a Camilo desde
Camagüey a La Habana cayó con él dentro, en un accidente lleno de
incógnitas.

Fue a primeros de 1961 cuando el FBI y la CIA encargaron a Marita Lorenz
asesinar a Fidel. Marita se había establecido en Miami. Tras sus dudas
iniciales, acepta, más con la intención de poder reencontrase con él y
saber de su hijo, que de asesinarlo. Llega a La Habana y entra en la
habitación del hotel de la que todavía conserva la llave. Cuando aparece
Fidel, éste, lo primero que le pregunta es si viene a matarlo. Ella le
dice que no. Él se acuesta sobre la cama, saca su pistola de la
cartuchera y se la entrega a Marita. Haciendo gala de su empuje le dice:
"Nadie puede matarme", como una premonición que se ha prolongado en el
tiempo. Marita empuñó la pistola que él le había dado convencida que de
que era incapaz de hacerle ningún daño. El empuje del personaje había
hecho efecto una vez más. Ella quería saber de su hijo, y Fidel le dijo
que todo estaba bien. "Lo arreglé todo".

Fue años después, cuando Marita se encontró con Andrés en Cuba, un
estudiante de medicina, hijo de ella y de Fidel. Tres personajes que
todavía siguen escribiendo algún tipo de historia. Así lo contó Marita
Lorenz en su libro "Yo fui la espía que amó al Comandante".

Source: Marita Lorenz, "la espía que amó al comandante" | Cubanet -
https://www.cubanet.org/actualidad-destacados/marita-lorenz-la-espia-que-amo-al-comandante/

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