Wednesday, January 13, 2016

Un dilema muy cubano - elegir

Un dilema muy cubano: elegir
FRANCISCO ALMAGRO | Miami | 13 Ene 2016 - 6:30 am.

Un amigo recién llegado de Cuba me cuenta que la familia lo llevó a
comprar ropa en una tienda. Se paró frente a una percha de camisas, y al
ver tantas, de tantos colores y precios tan bajos, tuvo un vahído;
después de recuperarse, pidió a sus parientes que fueran ellos quienes
le escogieran la camisa, la más barata, dijo. Jamás pudo comprarse una
camisa de su gusto en Cuba. La ropa se la regalaban o se la "traían de
afuera". En la tienda de CUC —moneda "dura"— estaban fuera de su
bolsillo. Y por eso le daba lo mismo si la camisa era azul o verde, de
moda o pasada, con mangas cortas o largas. Su problema, concluye, era
"resolver" con qué vestirse, sin poder escoger cómo y cuánto.

Es preciso aclarar, para los lectores que no lo conocen, que en más de
medio siglo la mayoría de los cubanos no han tenido grandes
oportunidades para elegir, empezando por las cosas más sencillas. Por
ejemplo, no se escoge donde nacer. El sistema de salud, universalmente
gratuito, hace que a la madre le "toque" un médico, un gineco-obstetra,
un hospital para parir. Puede haber mejores médicos, obstetras, y
limpios y modernos hospitales, pero no a todo el mundo "le toca".

La infancia también puede estar prediseñada. Salvo los jardines de la
infancia, la enseñanza es gratuita y universal. A cada cubano "le toca"
un jardín infantil, una escuela primaria, secundaria y preuniversitaria.
Puede haber muy buenos maestros y escuelas formidables fuera del área de
residencia. Pero a muchos eso "no les toca".

La universidad, salvo los libros y otros servicios, es gratuita. A ella
ingresan, por puntos obtenidos durante el preuniversitario, estudiantes
según las necesidades del Estado. Es el Gobierno y no la persona quien
decide la cantidad y las carreras en oferta. En un año se necesitan
psicólogos e ingenieros, y se abre el banderín. En otro, sobran y no
entra nadie. Si tiene buenas calificaciones y en ese año necesitan
historiadores del arte, le "toca". Pero si le gustaba la ingeniería
hidráulica y no hay demanda porque no hay agua para ingeniar, pues "no
le toca".

Sucede, curiosamente, hasta con algo tan sencillo como la comida. La
inefable libreta de abastecimiento garantiza una "cuota" de alimentos
por individuo y familia. Sería temerario decir que alcanza para medio
mes. Pero es distribuida en todo el país y los precios son asequibles.
Si este mes "toca" pollo, come pollo. Y si vino pescado por pollo, pues
"toca" pescado y "no toca" pollo. Hay unos pocos quienes siempre pueden
escoger entre pollo y pescado o incluso, la intangible carne de res.

Podríamos llenar cuartillas de cosas que, desde niños, y en aras de una
supuesta igualdad, tabulan, regulan, prediseñan la vida de los cubanos
hace más de media centuria. Quienes peinan canas recuerdan los juguetes
básicos, dirigidos y no-básicos. Y la libreta de la ropa: si cogías
camiseta no te tocaba calzoncillo. Los cubanos no se compraban
automóviles, casas, o pagaban vacaciones en la playa. A los cubanos les
"daban" un automóvil, le "otorgaban" una casa, o se "ganaban" vacaciones
en la playa. ¿Cómo pretender que con semejante discurso un individuo
tenga capacidad para elegir, y elegir bien?

Esos somos los cubanos que estamos llegando a Estados Unidos en los
últimos 30 o 40 años. Como niños, inmaduros socialmente, a veces no
hemos sabido discernir por falta de información y de formación. Tal
incapacidad de discreción ha ido en aumento con la pobreza generalizada
y el deterioro moral en la Isla. Ya no es solo si "toca" o "no toca".
Ahora es que "te toca" pero no hay, o no llegó a tiempo, o nadie tiene
una explicación precisa. Si bien es cierto que en nombre de la igualdad
se hizo mucho daño a la elección individual, peor ha sido mantener
fingidamente el discurso de igualdad mientras la vida real lo
contradice: sin CUC —dólares o euros— no hay comida, ropa, zapatos,
vacaciones o juguetes.

Sin embargo, el conflicto mayor comienza fuera de ese universo insular,
tabulado paradójicamente, donde todo parece estar bajo control en un
descontrol generalizado. Como elegir y elegir bien lleva práctica; mucho
debe al ensayo y al error; los individuos sometidos binarismo del
"toca-no toca", fuera de Cuba se sienten incapaces de dar primeros pasos
sin el "adulto" que les escoja la comida sana, la ropa que ajuste, los
trabajos adecuados o la vivienda rentable.

Eso es pasajero, y como el sistema es por naturaleza autocorrectivo, a
las pocas semanas la mayoría de los emigrados aprenden que el "toca-no
toca" depende de ellos mismos. Algunos compatriotas permanecen bajo la
sombra protectora; jamás se adaptan al juego, a veces angustiante, de
elegir cada mañana. Y, acostumbrados a "resolver" a cualquier precio,
escogen la única opción practicada desde la Isla: quebrar las leyes.

¿Cómo podremos levantar una Cuba democrática si además del ADN
peninsular, altamente autoritario, hemos vivido dos terceras partes de
la vida republicana bajo gobiernos de ordeno y mando, de "toca" y "no
toca"? ¿Cómo tener opciones políticas, religiosas y filosóficas si se
permanece en que "me den un poquito más" y no en "voy a hacer un poquito
más"? ¿Cómo elegir un diputado de la oposición si en Cuba casi nadie
sabe qué cosa es ser opositor?

Puede que en la Cuba futura haya un Gran Vahído el día que enfrente
tenga un enorme tendedero de opciones materiales. Puede que después de
ese mareo providencial, las personas despierten y sepan por ellas mismas
qué les toca y qué no. Y en ese camino de discernir sin atajos, no
pierdan el derecho a hacer realidad los sueños. Solo entonces, frente a
una percha multicolor a bajos precios, el cubano de la Isla comenzará a
pensar en política.

Source: Un dilema muy cubano: elegir | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1452546223_19405.html

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