Monday, January 11, 2016

No dude en ir a Cuba, presidente Obama

No dude en ir a Cuba, presidente Obama
El mandatario norteamericano, que inició el acercamiento con la Isla, ha
dicho que tiene intenciones de visitarla
lunes, enero 11, 2016 | Miguel Saludes

MIAMI, Estados Unidos.- Comienza el último año de la carrera
presidencial de Barack Obama y con ella la configuración del legado que
el mandatario dejará tras su paso por la Casa Blanca. En una agenda muy
cargada para esta fase final de su mandato se perfila la posible
inclusión de una visita oficial a Cuba; la primera de un presidente
norteamericano tras el restablecimiento histórico de las relaciones
interrumpidas por poco más de medio siglo y con la particularidad
añadida de que la restauración de esos nexos se produjo bajo su
administración.

Aunque no hay nada fijo en el calendario oficial hasta la fecha, todo
parece indicar que la contingencia se cuece motivando numerosas
expectativas. Al menos no ha existido un desmentido firme dejándose
abierta la posible concreción del inédito viaje. Una nota de prensa dada
a conocer por estos días asegura que la decisión se tomará en los
próximos meses. A la misma le sucedió otra exponiendo la predisposición
de Obama siempre y cuando no existan limitaciones para un encuentro con
los disidentes cubanos. Una condición que apenas supone un impedimento
de peso; ni para el gobierno de la Isla, ni para la contraparte
norteamericana.

Ben Rhodes, asistente presidencial cuya gestión resultó clave en el
reciente cambio de la política de Estados Unidos hacia Cuba, defiende la
realización de una empresa que considera en consonancia con los deseos
de Washington en aras de que Cuba mejore sus indicadores en materia
económica y derechos humanos. La visita del actual presidente sería un
paso trascendental para estrechar lazos y confirmar las aspiraciones de
transformaciones más profundas.

La pregunta es si el viaje será prudente y si el mismo ayudará al
aceleramiento, o al menos contribuirá, de los esperados cambios en la
Isla. Los más radicales reniegan de tal posibilidad bajo el argumento de
que una visita de esa categoría solo será factible con la salida total
de los Castro del escenario cubano y la verificación de un sistema
plenamente democrático. No tienen en cuenta los que apuestan por esta
salida aquella misión emprendida por Richard Nixon en 1972 cuando
restableció relaciones con la República Popular China en plena
comandancia del dictador comunista Mao Zedong, con su régimen en
plenitud de funcionamiento.

Cuando Nixon visitó al gobernante chino y se produjo aquel famoso
encuentro de tenis de mesa, conocido como el ping pong de la diplomacia,
los chinos ni siquiera soñaban con las nuevas políticas económicas de
las "cuatro modernizaciones", llevadas a cabo finales de los ochenta por
Den Xiao Ping. Ocho años después del estrechón de manos entre el
presidente demócrata y el líder comunista poco parecía haber cambiado en
el contexto político e ideológico chino. Quienes salían en funciones
oficiales, de trabajo o estudio, lo hacían vistiendo la vestimenta
monocolor con las que el maoísmo uniformaba a su gente. Los afortunados
viajeros portaban los sellos con la imagen del timonel de Pekín y
repartían los libros rojos de su decálogo como si de misioneros de una
religión se tratase.

En las impenetrables inmensidades del gigante asiático, casi como ocurre
hoy con su vecina Corea del Norte, millones de campesinos y trabajadores
sufrían las atrocidades del sistema. Se encarcelaba, torturaba y mataba
a mansalva sin que ello hubiera sido impedimento para el acercamiento,
que tampoco consiguió la salida inmediata del tirano. Menos aún se puso
en orden la situación sobre libertades y derechos que todavía en el
presente tiene muchos aspectos que corregir. En el plano internacional
el régimen servía de base moral y financiera a grupos tan terroríficos
como Sendero Luminoso en Perú. Pero al final el saldo fue positivo.

En el caso de Obama la pregunta ronda sobre qué encontraría en una
hipotética visita suya a Cuba y por qué el gesto sería importante o en
qué redundaría en beneficio de los cubanos. Un paralelo posible para el
bosquejo de una respuesta puede tomarse de la histórica estancia de
Jimmy Carter en La Habana, justo cuando el movimiento opositor cubano
había logrado la entrega del Proyecto Varela liderado por el Movimiento
Cristiano Liberación. Las palabras del ex presidente norteamericano ante
un Fidel Castro gobernante, tuvieron un impacto incalculable al que no
se le ha hecho justa valoración. Solamente el reto de que el discurso
del ex presidente demócrata fuera publicado íntegro en el Granma y la
mención que hiciera sobre el proyecto ciudadano que buscaba la
materialización de un plebiscito apoyado en las bases constitucionales
socialistas de la Isla, lograron más que todas las posturas de
enfrentamiento conocidas durante décadas.

Desde otra perspectiva, otro episodio que permitiría valorar en positivo
una estancia de Obama en Cuba se corresponde con la visita pastoral de
Juan Pablo II casi a finales de los noventa. Entonces muchos creyeron
que aquel periplo no estaba acorde con la situación imperante en la isla
y menos aún lograría cambios. El viaje del Pontífice polaco había sido
postergado por el gobierno cubano durante una década. Cuando finalmente
se dieron las "circunstancias" acordes al criterio del Partido Comunista
cubano y a pesar de que el Papa ya se encontraba tocado por los años y
la enfermedad, su presencia definitivamente marcó el corazón y la
historia de Cuba para bien. Baste recordar la experiencia del Sagrado
Corazón ocupando por unos días uno de los edificios de la emblemática
Plaza de la Revolución y el gesto de los que miraban la extraña
aparición. El minoritario rechazo incomprensivo de los recalcitrantes
contrastaba a ojos vista con las lágrimas agradecidas de la mayoría.

Si la visita de Juan Pablo II dejó una huella indeleble en la memoria
del pueblo cubano no sería menos el efecto que lograría la de un Obama
querido y respetado, entre otras cosas por su papel en el
restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su
presencia, más que sellar lazos políticos, serviría para acrecentar
sentimientos de cercanía y afecto del pueblo cubano hacia el vecino del
Norte. No es difícil imaginar el baño de pueblo que recibirá en la
cercana isla al primer mandatario afronorteamericano de Estados Unidos.
Sólo por ello la valdría la decisión del viaje.

Seguro que Obama podrá reunirse con la disidencia. Ese encuentro no
redundará en un empeoramiento de la situación para el actual gobierno ni
definirá nada en el próximo futuro de unos y otros. Pero la conjunción
del mandatario norteamericano con la gente común del cercano país, sí
puede significar la irreversibilidad de un cambio iniciado con la subida
de las banderas en las respectivas embajadas de ambas naciones. Al final
ese estrechón de manos simbólico entre Barack Obama y el pueblo cubano,
gestor genuino del futuro cambiante que se avizora en el horizonte de la
Isla, deberá servir de acicate para que Presidente norteamericano no
dude en ser el primero en ir a Cuba.

Source: No dude en ir a Cuba, presidente Obama | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/no-dude-ir-a-cuba-presidente-obama/

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