Wednesday, January 13, 2016

La UNEAC contra los jóvenes

La UNEAC contra los jóvenes
Un golpe a ciegas del extraviado patriotismo cubano
martes, enero 12, 2016 | Ana León

LA HABANA, Cuba.- El 28 de noviembre de 2015 tuvo lugar la ceremonia de
los premios Lucas, proyecto cultural concebido para apoyar y promover la
creación de videoclips en Cuba. Desde hace algunos años el público de la
Isla aguarda y participa de este importante evento, acudiendo a la gala
en el teatro Karl Marx, o disfrutando en la tranquilidad del hogar la
transmisión –en vivo o diferida– del espectáculo.

Transcurre el mes de enero de 2016 y aún los cubanos que no fueron al
Karl Marx se preguntan por qué la Televisión Cubana no ha transmitido la
entrega de los premios Lucas 2015. El motivo ha sido la censura, por
parte de una Comisión del Comité Central, de la escenografía preparada
para apoyar la interpretación del tema "Hace falta", del cantautor
cubano Raúl Paz.

Desde mediados de 2015, ha provocado un efervescente estado de opinión
el polémico performance –verificado en el marco de la XII Bienal de La
Habana– de un sujeto disfrazado con el cuerpo de Mickey Mouse y la
cabeza de Elpidio Valdés, ícono de los dibujos animados cubanos,
tradicionalmente emparentado con los valores patrios.

La canción de marras aborda el tema amoroso, pero de modo tangencial
alude a la necesidad de un cambio de aires en el statu quo, anhelo que
desde hace poco más de un año los cubanos asocian al restablecimiento de
las relaciones diplomáticas entre la Isla y los Estados Unidos. De ahí
la acción plástica que dio a luz a Mickey Valdés. Lo que para el público
no pasó de ser una simpática metáfora visual, provocó un inopinado
estallido de ira en la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba),
que extendió una carta acusando al equipo de Lucas de permitir que un
ícono de la intransigencia revolucionaria cubana apareciera en escena
como un héroe vencido, congraciándose con uno de los símbolos más
difundidos de la cultura norteamericana.

Las repercusiones de dicha queja –cuya existencia desconoce la mayoría
de los cubanos– han colocado en un frágil equilibrio los presupuestos
defendidos por el proyecto Lucas frente a la asfixiante esquematicidad
de la política cultural cubana, que se recrudece cuando se aplica a los
medios de comunicación masiva. Algunos se preguntan, en medio de un
contexto en el cual debe abogarse por el entendimiento a toda prisa con
el gobierno estadounidense, si la reacción de la UNEAC pudo atribuirse a
un inesperado acceso de nacionalismo trasnochado, o si solo fue una
treta para enturbiar los diálogos entre Cuba y Estados Unidos. Un
berrinche intelectual para dejar claro que "los cubanos no van a ceder",
que "aquí no se rinde nadie" y otras consignas vacías que parecen haber
dejado secuelas irreparables en las altas directivas de la cultura cubana.

Una vez más, la que debería ser una institución de vanguardia apoya
vergonzantes episodios similares a aquellas acciones difamatorias de los
años sesenta y setenta, que provocaron la amargura, la decepción y el
exilio de tantos artistas e intelectuales cubanos. Esa misma UNEAC que
acepta el liderazgo de Miguel Barnet por conveniencia política –durante
el congreso celebrado en 2015 la mayoría de los miembros votaron por el
actor Osvaldo Doimeadiós para ocupar la presidencia–, ha articulado una
cacería de brujas contra toda iniciativa cultural que considere
"extranjerizante".

La creciente fama del proyecto Lucas se ha convertido en un pretexto
para levantar toda suerte de argumentos con el interés de denigrar lo
que hasta el momento ha fungido como una alternativa para el diálogo
cultural. Es cierto que se trata de un monopolio –como también lo son la
Empresa de Telecomunicaciones o las cadenas de tiendas en divisa–
generador de importantes beneficios económicos, que podría fomentar el
crecimiento de un sector privado específico.

Sin embargo, la verdadera razón por la cual Lucas puede constituir un
problema es su impacto en la juventud cubana, que paulatinamente se ha
ido sumando a la cultura audiovisual online. Lucas es una ventana
abierta a estéticas visuales diversas, diametralmente opuestas a
aquellas legitimadas por décadas de política cultural obsoleta. Las
irradiaciones de la fórmula Lucas escapan al control enfermizo de los
esbirros de la cultura cubana; es fácil comprender, entonces, que el
proyecto esté a punto de desaparecer, y sus hacedores sean objeto de
críticas y amenazas, además de no tener un local donde trabajar, ni
acceso a Internet.

La arremetida de los censores del Comité Central contra el programa
Lucas debido al maridaje cultural entre Mickey Mouse y Elpidio Valdés,
es un golpe a ciegas del extraviado patriotismo cubano. Un suceso que se
revela más absurdo e hipócrita si se considera que la mega difundida
canción "Me dicen Cuba", de la orquesta Habana D´ Primera, cierra nada
menos que con el Himno Nacional en pleno apogeo timbero-chovinista, sin
el menor asomo de respeto por sus más de cien años de existencia, ni su
significado para la dignidad nacional.

Source: La UNEAC contra los jóvenes | Cubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/la-uneac-contra-los-jovenes/

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