Friday, January 15, 2016

El saqueo del mausoleo de Catalina Lasa

El saqueo del mausoleo de Catalina Lasa
Los restos de los amantes más famosos de la Cuba del siglo XX ya no
reposan en el hermoso complejo funerario, ahora destrozado
ZUNILDA MATA/14YMEDIO, La Habana | Enero 15, 2016

Los amantes más famosos de la Cuba del siglo XX, Catalina Lasa y Juan
Pedro Baró, ya no reposan en el hermoso mausoleo donde fueron enterrados
en la Necrópolis de Colón de La Habana. En su lugar, unas tumbas vacías
y unas lápidas rotas son el epílogo de un amor que alimentó los rumores
e hizo palidecer de envidia a la alta sociedad cubana.

En la avenida que se extiende desde la puerta norte del cementerio hasta
la Capilla Central, se ubica un panteón que atrae los lentes de los
turistas y los suspiros de los arquitectos. La obra fue erigida para
cobijar los restos de Catalina Lasa, quien murió en 1930, apenas 13 años
después de conocer a Juan Pedro Baró en una fiesta a la que ella fue del
brazo de su esposo, Luis Estévez Abreu.

Hace algunos años una reparación ejecutada por la Oficina del
Historiador de la capital alimentó la ilusión de devolver al mausoleo su
antiguo esplendor. Así lo merecía todo el conjunto y en especial el
majestuoso portón, que diseñó la Casa René Lalique de París y que fue
presentado en el Salón de Artes Decorativas de la capital francesa en 1925.

El mármol de la construcción vino de Bérgamo en Italia y el reconocido
arquitecto, escultor y conferencista Luis Bay Sevilla escribió en El
Diario de la Marina que aquel panteón, "el de Catalina Lasa, de un gran
arquitecto francés, dentro de las normas que señalan el arte nuevo, es
único en el mundo".

Sin embargo, los prolongados retrasos sufridos por las obras de
restauración han provocado que el interior de la capilla, construida en
mármol blanco y con una media cúpula en forma de vaina, muestre un
paisaje desolador, donde una vez todo fue lujo y oropel.

Antes de que las obras reforzaran esa imagen de abandono, ya los
vándalos habían hecho su parte, atraídos por la codicia que despiertan
los rumores sobre un lujoso enterramiento. Una práctica común en los
cementerios cubanos, donde en los últimos años más de un difunto ha sido
desenterrado para extraerle desde un anillo hasta un diente de oro.

Un aliciente para los saqueadores cotidianos debieron ser las crónicas
de la época que aseguraban que el cuerpo de Catalina fue sepultado con
un pectoral de piedras preciosas engastadas en oro formando un diseño de
rosas. La posible desaparición de estos objetos debido a la rapacidad
que sufrió el panteón podría ser el robo de mayor cuantía llevado a cabo
en el camposanto habanero donde abundan las tumbas de personalidades y
aristócratas.

Un pariente exiliado de los Baró-Lasa aseguró a 14ymedio que las joyas
en el ataúd eran sólo "cuentos de novelistas". Sin embargo, la versión
que rueda por las calles habaneras es que detrás de las espectaculares
puertas del panteón se hallaba uno de los mayores tesoros sepultados en
la Isla.

Guiado por esa historia y con el olfato de un experimentado profanador
de tumbas, Angelito, un antiguo sepulturero de la necrópolis, desbarató
el año pasado con una barreta y a golpe de mandarria las losas que
cubrían los ataúdes de Catalina Lasa, Juan Pedro Baró y la madre de este.

La acción de este saqueador de tumbas se sumó a los pequeños robos
anteriores ocurrido en el mausoleo, en los que se sustrajeron otras
piezas, como varios de los cristales que daban una luz lechosa hacia el
interior y proyectaban la figura de una rosa. Los vecinos de la barriada
aseguran que después del atraco, Angelito dejó tras de sí un rastro de
gastos excesivos y noches de locura.

La investigación policial apuntó hacia el depredador funerario, quien
fue apresado y recluido siete meses en el centro penitenciario de Valle
Grande, según confirmaron a este diario varios custodios del cementerio.
En la redada policial también quedaron bajo investigación otros
trabajadores del lugar, pero todos resultaron absueltos por falta de
pruebas.

Mientras esa trama criminal transcurría, los turistas enfocaban su lente
hacia aquella joya del art déco cubano. Hasta hace pocos meses allí
estuvieron los restos de Catalina, quien en la pacata época que le tocó
vivir escandalizó a muchos al pedir la separación a Estévez Abreu, hijo
del vicepresidente de la República y de la conocida como "benefactora de
Santa Clara", Marta Abreu.

La noticia prendió cual pólvora en una Cuba donde aún no se había
aprobado la ley de divorcio, y la bella matancera huyó junto a su
amante. Un papa en Roma intervino para anular el matrimonio y los
enamorados regresaron a La Habana en 1917, donde vivieron juntos hasta
que ella falleció, en Francia.

Sin acostumbrarse a su viudez, Baró quiso darle a Catalina en la muerte
aquello que su fugaz vida no le había permitido y costeó un panteón de
medio millón de pesos en el cementerio habanero. Hoy, un bloque de
concreto colocado de manera improvisada por la parte trasera sirve como
escalón para asomarse a la que fue proyectada como una vivienda eterna.

Desde esa indiscreta posición y auxiliado por una cámara, es posible
captar el deterioro de toda la capilla. Los cristales que cubrían las
ranuras traseras ya no están y la cruz diseñada por Lalique corrió igual
suerte, como las mamparas de cristal colocadas entre las puertas y el
recinto más íntimo de las tumbas.

Una fuente cercana al Historiador de La Habana comenta que la
complejidad patrimonial del panteón exige un estudio "para su
reparación", aunque un empleado del cementerio confirma que las obras de
restauración están detenidas desde hace meses porque "los recursos de la
Oficina del Historiador tuvieron que ser destinados a algo aparentemente
más urgente y no han regresado".

Los restos mortales de Catalina Lasa, de Juan Pedro Baró y su madre
descansan provisionalmente, y hasta que terminen las obras, en el
panteón de los Emigrados Cubanos, el mismo lugar donde reposa Leonor
Pérez, madre de José Martí. Mientras, Angelito, el saqueador de tumbas,
fue finalmente condenado a 30 años de privación de libertad por daño al
patrimonio y profanación.

A pesar de la devastación, algo del brillo de la mirada de quien fuera
conocida como La Maga Halagadora queda en el lugar. Una triste
presencia, de quien no logró en vida ser aceptada por una sociedad llena
de prejuicios y después de muerta ha sido víctima de la expoliación y la
indolencia.

Source: El saqueo del mausoleo de Catalina Lasa -
http://www.14ymedio.com/reportajes/Catalina-Lasa-lagrimas-marmol_0_1926407342.html

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