Tuesday, January 12, 2016

Del discurso único al oficialismo plural

Del discurso único al oficialismo plural
[11-01-2016 17:55:37]
Alberto Medina Méndez

(www.miscelaneasdecuba.net).- Fueron demasiados años de hegemonía
discursiva. La permanente apelación al ordinario recurso del panfleto,
apoyado siempre en la burda propaganda, utilizada para adoctrinar y que
así todos dijeran exactamente lo mismo, repitiendo sistemáticamente sin
pensar, se empieza a esfumar lentamente.
Tal vez sea por eso que cuesta tanto acostumbrarse a este original
arquetipo que se está configurando paulatinamente, día a día, que asoma
muy tímidamente y que viene generando innumerables ruidos en ese
engorroso esquema de progresiva adaptación.

Los hábitos no se cambian con facilidad. Llevará tiempo lograrlo, porque
primero se debe internalizar ese proceso, comprenderlo con total
claridad y asumirlo luego como absolutamente natural, como parte
esencial de una evolución que finalmente se integrará a la rutina cívica.

Quedan atrás los tiempos en los que el mandamás decidía, casi en
soledad, y luego imponía sin piedad, desde su arrogante liderazgo
mesiánico, los argumentos a utilizar para que una porción de la sociedad
se apropie de ellos y los defienda con idéntica convicción.

Se viene ahora un tiempo distinto, de individuos libres, con criterio
propio, que forman parte de una comunidad más abierta, diversa y plural.
En definitiva, al final de esta etapa, florecerá algo más parecido a una
sociedad civilizada que a un rebaño que solo reitera lo que otros
pensaron por ellos.

Todo eso supone un gran esfuerzo, de convivencia en el disenso, de
respeto irrestricto por la visión del otro, de incondicional tolerancia,
sobre todo frente a la esperable discrepancia y más allá de las
eventuales razones esgrimidas en cada caso. Ese gran desafío precisa del
coraje necesario para abandonar todo lo conocido, lo que incluye dejar
de lado la eterna lógica del "ellos o nosotros", esa que invita a
dividir a la sociedad en dos bloques totalmente homogéneos, en rivales
antagónicos sin ningún tipo de matices.

Siempre existirá una masa crítica de personas que acuerdan, en general,
con el accionar de quien conduce oportunamente el gobierno, y otro grupo
que asumiendo notables diferencias, se siente más cómodo en un rol
opositor. Eso jamás desaparecerá. No es tampoco deseable que suceda. El
reto consiste en intentar desarmar los clásicos engranajes del
tradicional discurso único que sostienen aquellos que siempre apoyan a
los que detentan el poder.

Con gran dificultad, pero a paso decidido, se viene estructurando un
novedoso modelo de oficialismo, de acompañamiento a los que gobiernan,
pero ya no desde la humillante actitud de aplaudidores seriales. Un
conjunto de personas, de diversas extracciones ideológicas, con
visiones, a veces coincidentes y otras encontradas, conformarán ese
nuevo espacio menos vertical. Ya no será el oficialismo abyecto de otro
tiempo. Se trata ahora de un grupo de seres humanos con una dinámica
distinta, con grandes acuerdos en lo general, pero también con sus
propias contradicciones, en ese diálogo abierto, a veces sin norte y
otras con más intuición qué razón.

Este nuevo escenario está bastante lejos de la perfección. Después de
todo, en este mundo sin certezas, en materia de opiniones, no existe tal
cosa como la "verdad revelada", sino en todo caso miradas, siempre
parciales, a veces un poco más completas, pero jamás totalizadoras.

El recorrido recién empieza, es pausado, y no se desarrolla en línea
recta, sino que, con múltiples tropiezos, va transitando sinuosamente
esta nueva experiencia. Es imprescindible comprender este fenómeno.
Entender lo que está sucediendo ayudará a dejar de lado la dialéctica
binaria del blanco o negro, de la simplicidad como única forma de
interpretar la realidad.

Si aún no se ha percibido esta nueva construcción, se corre el riesgo de
caer, otra vez, en la trampa de la crispación, esa que invita a
visualizar al que piensa de modo opuesto como un enemigo
irreconciliable. Hay que girar hacia algo sustancialmente diferente. El
aprendizaje del pasado debería ayudar a que esta peculiar etapa sea
superadora. No será tarea sencilla. Las secuelas de lo vivido están aún
muy frescas, golpean a diario, y de tanto en tanto, intentan regresar
abruptamente al ruedo.

En las crisis siempre existe una oportunidad. Pero también es cierto que
muchas dificultades pretenden quedarse para siempre. Depende de los
ciudadanos asumir el compromiso de edificar algo sólido capaz de
reemplazar a aquella triste era dominada por la ira como denominador
común, por una alternativa mejor, imperfecta, pero más estimulante.

Lo más interesante es que nada de eso, depende de los gobernantes. En
todo caso, ellos podrán sumarse a este mecanismo naciente, aprovecharse
de él, comprendiendo su entorno y sumando voluntades diversas bajo esta
flamante perspectiva.

El verdadero cambio radica en la sociedad, en cada uno de los individuos
que la integran. Son ellos los que pueden definir las nuevas reglas de
juego para una convivencia armoniosa. Esa coexistencia no precisa de una
mayoría matemática que imponga al resto su voluntad, obligándola a
someterse servilmente, sino de un debate abierto como método vital.

El desafío que está por delante es complejo. Recién se inicia este
sendero, con gran parsimonia y bastante desorden, con algo de caos y
también con cierto desconcierto. Pese a las dificultades, tal vez valga
la pena intentarlo. Se requerirá de paciencia y también de
perseverancia. Eso será indispensable para pasar del discurso único al
oficialismo plural.

Source: Del discurso único al oficialismo plural - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/5693de893a682e1234b59dce#.VpTvTxUrLjY

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