Cerrar la grieta demandará mucho esmero
[25-01-2016 15:16:28]
Alberto Medina Méndez
(www.miscelaneasdecuba.net).- La crispación no es un fenómeno nuevo,
pero es evidente que en los últimos años se ha exacerbado. Mucho se
podría decir acerca de como se gestó, se desarrolló y escaló este
perverso proceso, pero vale la pena poner todas las energías, más bien,
en debatir como superar esta situación de coyuntura.
La "grieta" existe y es indisimulable. Esa división entre "ellos y
nosotros" está presente en la sociedad y tiene poco sentido negarla o
minimizarla. Tampoco parece razonable detenerse para asignar culpas y
cargar las tintas sobre unos u otros. Es hora de asumir con hidalguía y
humildad que, como bien se dice en el boxeo, "cuando uno no quiere, dos
no pelean".
Es el momento de dar vuelta la página o, al menos, intentarlo. La meta
no es que desaparezcan los desacuerdos, ni que las miradas sean todas
idénticas, ni parecidas. El disenso no solo es deseable sino que también
es necesario para luego hurgar sobre los diferentes senderos posibles,
esos que conducen a mejores soluciones como resultado de un profundo
análisis.
Los encargados de construir la armonía social no son los gobernantes, ni
los políticos. No es bueno que la sociedad se haga la distraída
quitándose cualquier tipo de responsabilidad cívica. Claro que la
política es protagonista y debe aportar ejemplaridad. Cuando la
dirigencia apuesta a la confrontación multiplica la gravedad del
problema. Por eso son bienvenidos los buenos gestos y los estilos que
contribuyen a generar ese clima adecuado. Es el mínimo aporte que la
política puede hacer a este loable fin.
Por difícil que parezca este objetivo no hay que resignarse ni bajar los
brazos. La historia de la humanidad muestra innumerables ejemplos de
sociedades que estuvieron divididas por hechos más graves que los
actuales, con odio, resentimiento y muertes como ingredientes centrales.
Pese a ello, lograron sobreponerse, con tropiezos, escollos, idas y
vueltas, pero con una contundencia absolutamente verificable.
Los intelectuales y comunicadores deben también cumplir con la parte que
les toca en suerte. Desde el periodismo, la academia y cualquier tribuna
disponible se puede hacer mucho en favor de esta dinámica, ayudando a
pensar con inteligencia y sin inútiles sobreactuaciones.
Pero indudablemente la responsabilidad mayor recae sobre la gente, sobre
cada uno de los ciudadanos en su actividad diaria. Allí empieza el
trabajo y es donde realmente se harán notar los eventuales progresos
concretos. Es en la rutina más mundana donde florecerá la verdadera
convivencia.
Si la sociedad no logra entender su rol vital en esta difícil
reconstrucción, es improbable modificar la tendencia. Es imperioso
recorrer ese camino de aprendizaje y autocrítica. Ha sido demasiado
tiempo el vivido bajo estas hostiles reglas de juego. Abandonar esos
malos hábitos requerirá de una adaptación que no todos lograrán. Es
posible que la mayoría de la sociedad lo consiga y que los violentos,
solo terminen siendo una insignificante minoría que no logre impregnar a
los demás con sus patéticas costumbres.
Importa mucho aquí la escala de valores que hay que decodificar y luego
intentar alinear. El respeto por el otro, por su vida e integridad,
debe incluir la tolerancia por sus ideas, aunque ellas puedan
considerarse equivocadas. Un epíteto despreciativo, una agresión sin
sentido, no solo no consigue cambiar posiciones, sino que evita el
camino de la sensata reflexión e invita a ratificar posturas
encerrándose en lo conocido. Así solo se empeora todo.
Las modernas herramientas de comunicación, no siempre ayudan en este
devenir. Cierta despersonalización, hace que sea más fácil decir lo
indebido por esos medios que en persona. El "cara a cara", disminuye los
niveles de belicosidad en casi todas las circunstancias. Es necesario,
entonces, no alejarse de las personas con las que se discrepa. Por el
contrario, se debe tomar contacto real con ellas, justamente, para
acortar las distancias.
Es indispensable hacer el esfuerzo y desarrollar ese talento que permite
separar a las personas de sus ideas. Las visiones son siempre opinables.
No existen dos individuos que piensen igual. A Jorge Luis Borges se le
atribuye aquella ironía que dice que "ni siquiera uno mismo comparte su
propia opinión, si solo espera unos instantes". Lo que no es admisible
es renegar de ciertas personas solo por discrepar con sus convicciones.
Todas merecen ser toleradas, mucho más aún cuando no se comparten sus
opiniones, porque se debe respetar a las personas, más allá de sus
concepciones.
Es esencial comprender que no todo tiene que ver con las formas. El reto
no pasa por simular adoptando actitudes impostadas, sino que se trata de
internalizar que se vive en comunidad, con interdependencia del resto,
que todos los días se hacen transacciones de bienes y servicios con
personas con las que no se coincide en muchos aspectos, y que para
cooperar no es imprescindible estar de acuerdo en todo, sino solo en
aquello que, específicamente, es el objeto de ese saludable intercambio
pacífico.
El problema es complejo, existe y es bueno que pueda ser abordado cuanto
antes, con perseverancia. No es solo tarea de la política, aunque ella
debe contribuir con esa misión. Es la gente la que tendrá que tomar la
decisión de dejar atrás esta calamidad cotidiana que destruye todo a su
paso, y deberá trabajar de un modo muy personal para conseguirlo. Es
trascendental entender que cerrar la grieta demandará de mucho esmero.
Source: Cerrar la grieta demandará mucho esmero - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/56a62e3c3a682e0d2487c875#.VqdhOyorLjY
No comments:
Post a Comment