Tuesday, December 15, 2015

Qué deben hacer las autoridades ante este nuevo círculo vicioso?

¿Qué deben hacer las autoridades ante este nuevo círculo vicioso?
ELÍAS AMOR | Valencia | 15 Dic 2015 - 2:01 pm.

Las reformas incluidas en los llamados Lineamientos han generado
expectativas que han quedado tan solo en eso. Los resultados, en modo
alguno, se pueden considerar positivos. La economía castrista, de
vocación socialista, controlada por el Estado y sin derechos de
propiedad reconocidos, muestra los mismos problemas de siempre, a los
que se han añadido otros retos no menos importantes.

Si realmente es difícil para el régimen castrista conseguir que la
economía crezca y remonte las bajas perspectivas que ha venido
arrastrando en los últimos años, más problemático aún es conseguir que
el crecimiento, una vez conseguido, sea sostenible en el futuro. Y
resulta difícil porque en Cuba no existen instrumentos eficaces de
política monetaria y fiscal, la discrecionalidad de la política
económica es absoluta, y en tales condiciones, se genera un entorno
especialmente tóxico para que el Gobierno pueda ejercer influencia
positiva sobre las principales variables económicas. A ello hay que
añadir dos graves amenazas que gravitan, de manera especial, sobre la
economía castrista: de un lado la debilidad demográfica, y de otro las
bajas inversiones en relación con el PIB.

En el caso de Cuba es imposible asumir una recuperación de las cifras de
población a largo plazo, ni por medio de una mayor natalidad, ni tampoco
con la llegada de inmigrantes. Algunos informes apuntan a que en el
horizonte de los próximos diez años, la población cubana empezará a
descender, con las consecuencias negativas que ello tiene sobre la
dinámica del crecimiento económico. Y dado que no es previsible que se
produzca un aumento de la inmigración, sino todo lo contrario, la
situación lejos de mejorar puede ir a peor, creando problemas de
sostenibilidad a medio y largo plazo que actuarán como una restricción a
los márgenes de la política económica.

En tales condiciones, la única esperanza que tiene la economía castrista
para crecer, de forma sostenible, es impulsar la productividad. El
problema reside en que uno de los rasgos de la economía a largo plazo ha
sido el deficiente comportamiento de las ganancias de productividad,
sobre todo del trabajo. En Cuba, el crecimiento de la productividad ha
sido inferior a la media del conjunto de países de América Latina
durante décadas, en gran medida, por la naturaleza estructural del
modelo económico existente. Incluso, la productividad total de los
factores, que incluye la relativa al capital y la influencia de la
innovación tecnológica es, si cabe, aun más baja. Romper ese círculo
vicioso no será fácil.

Cuba necesita un crecimiento económico sostenible si pretende mantener
su sistema de sanidad y educación gratuitas a medio plazo, debiendo
prestar atención a las nuevas demandas sociales derivadas de una
población cada vez más envejecida, retos formidables que no se pueden
afrontar con el actual modelo económico, reafirmado en los Lineamientos.
Como ya se ha señalado, el gran reto será afrontar el efecto combinado
del progresivo descenso de la población y la productividad. Ambas
tendencias apuntan a un escenario realmente complicado para la economía
a medio y largo plazo. Tendencias que, por otra parte, se presentan en
otras zonas del planeta, y que los gobiernos de los países tratan de
afrontar, bien actuando sobre las políticas demográficas, como Europa, o
bien sobre las tecnológicas, como es el caso de China. Pero en Cuba nada
apunta a que se estén adoptando políticas para afrontar ese nuevo
escenario pesimista.

El declive de la productividad en la economía castrista no solo se debe
a la falta de incentivos derivada del modelo económico estatal, sino que
tiene mucho que ver con la innovación tecnológica. Cuba, como se ha
podido contrastar hace unos días, es uno de los países que presentan los
más bajos niveles de digitalización en la economía mundial, con un
notable retraso en el sector de las comunicaciones y la sociedad de la
información. Se podría afirmar que Cuba ha quedado, al menos
momentáneamente, al margen de la gran revolución industrial del siglo
XXI, la de las nuevas tecnologías de la información y comunicación. Y el
error que cometen las autoridades es creer que se puede hacer algo
paliativo aumentando el número de smartphones o las zonas públicas de
internet, cuando existe evidencia suficiente que confirma que, con ello,
no se mejora la conectividad de una sociedad.

El problema está en el consumo. La sociedad de consumo que en Cuba no ha
existido en el último medio siglo, y que las autoridades se niegan
torpemente a autorizar, es un obstáculo. Los consumidores cubanos, que
siguen teniendo dificultades para poder acceder a una serie de bienes
fácilmente alcanzables en cualquier otro país, no se benefician todavía
de los efectos derivados de una mayor rapidez en las transacciones de
bienes y servicios resultantes de la digitalización. Además, en la Isla,
existe un atraso muy notable en la prestación de servicios por medio de
internet, con un coste muy elevado de uso de las redes y centrando en
zonas públicas y no privadas el acceso a la información. Una vía
contraria a la que se explora en otros países, incluso en los que
presentan niveles de desarrollo inferior.

Otro factor que ralentiza el crecimiento de la productividad en Cuba es
la marcada concentración de monopolios estatales en la mayoría de
sectores. La ausencia de competencia empresarial, que provoca efectos
muy destacados sobre los precios y calidades de los bienes y servicios,
frena el aumento de la productividad total de los factores, e impide el
desarrollo de la economía digital. Los sistemas de tecnología avanzada
permanecen alejados de la realidad económica y social, vinculados a
organismos de investigación que se encuentran con dificultades para
implementar sus innovaciones en la sociedad y en el peor de los casos,
contemplan como las mismas se destinan, muchas veces sin compensación, a
otros países.

Y si la llegada de la sociedad de la información a Cuba está siendo
frenada por el régimen, el otro factor que obstaculiza la productividad
son las inversiones. Difícilmente la economía castrista puede alcanzar
tasas de crecimiento sostenibles a medio y largo plazo si la
participación de las inversiones en el PIB sigue estando por debajo del
8%, frente a más de un 20% en el conjunto de países de América Latina.
El crecimiento dependerá en buena medida de la recuperación que se
produzca en esa cuota inversora. El régimen trata de resolver este
problema recurriendo al capital foráneo, pero esta vía es cuanto menos
incierta, y en cambio se desdeña la inversión interna en
infraestructuras, en detrimento de los programas de gasto corriente que
absorben más del 70% del presupuesto.

De todo ello, se desprende que no hay motivos para el optimismo. Las
débiles inversiones son el reflejo de una visión melancólica de la
economía castrista. Con la población laboral en descenso y el
crecimiento sin alcanzar tasas sostenibles, ¿qué conviene hacer? La
economía necesita más productividad y para conseguirla se requieren más
inversiones que compensen el efecto negativo de una población laboral
cada vez menor. ¿Que deben hacer las autoridades ante este nuevo círculo
vicioso?

Desde luego, mucho, pero por desgracia, nada de lo que actualmente se
está planteando puede ayudar. Hay que potenciar los mercados de consumo
de bienes y servicios en la Isla, mejorando la libertad de elección de
los cubanos y facilitando el desarrollo de las redes de distribución
mayorista y minorista. Sin una sociedad de consumo, no habrá espacio
para el crecimiento económico en Cuba. También hay que avanzar en la
digitalización de la sociedad, en el desarrollo de los mercados de
capitales y del sistema bancario y financiero, prácticamente
inexistentes en la Isla. Se tiene que avanzar en la sostenibilidad
energética, y sobre todo, facilitar la realización de inversiones por
los cubanos, bien de forma individual o por medio de asociaciones con
extranjeros, respetando los derechos de propiedad y la garantía de la
obtención de rentas.

Además deberían apostar por otro tipo de políticas de inversión
vinculadas a las nuevas tecnologías, que estimulen la innovación y
promuevan el desarrollo de las cualificaciones. Cierto es que la
población cubana tiene un alto nivel educativo, pero sus competencias
laborales presentan grandes lagunas con relación a lo que precisan las
empresas para cubrir sus puestos. Por último, se tiene que promover la
competencia entre las empresas, poniendo fin a los monopolios de Estado,
permitiendo a los nuevos emprendedores alcanzar escalas competitivas en
todos los sectores de la economía.

Las autoridades tienen que reconocer que la economía castrista carece de
estímulos suficientes para recuperarse por sí misma, y alcanzar un
crecimiento sostenible si no se remueven los obstáculos aún vigentes del
sistema estalinista. En suma, mejorar las condiciones en que se
desarrollan los negocios y las empresas, con ello se puede mejorar la
productividad. Recetas que se han aplicado en otras zonas del planeta y
que han dado buenos resultados.

Source: ¿Qué deben hacer las autoridades ante este nuevo círculo
vicioso? | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1450036995_18798.html

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