Friday, December 18, 2015

Los presidentes y su desvergüenza

Los presidentes y su desvergüenza
diciembre 16, 2015 5:51 pm

Capdevila, La Habana, Agustín López, (PD) El presidente de Costa Rica,
Luis Guillermo Solís, no tiene previsto reunirse con organizaciones de
la oposición cubana durante la breve visita oficial que realizará a la
Isla a partir del domingo, cuando sí sostendrá un encuentro con Raúl
Castro. Tampoco confirmó que tenga previsto abordar la crisis migratoria
en Centroamérica.
Miro las palabras escritas, la sangre me circula con frenesí por todo el
cuerpo, llega al cuello y me ahoga, pero no siento ira, ni odio, ni
rencor, solamente mucha tristeza, un dolor que se me clava en el pecho
como el aguijón de un escorpión.

Como se podría decir, todos los presidentes que visitan esta desdichada
isla, no escucharán a quienes demandan: por favor misericordia, a
quienes gritan: por favor nuestros derechos, a los excluidos. Como esos
presidentes y otros que no son presidentes, pero que tienen influencia
sobre la humanidad, este también excluyó de su agenda a los ya excluidos
por más de medio siglo, Derechos Humanos.

Recuerdo que mientras Lula Da Silva conversaba con los Castros en
disfrute de lo mejor de este, mi país, un humilde cubano moría en huelga
de hambre. Mientras en otra ocasión cuando el "Papa" viajero sermoneaba
a los militantes del partido comunista, en las prisiones cubanas
centenares de presos comunes y políticos injustamente encarcelados
pedían misericordia.

Recientemente en la visita que el "Papa" Francisco realizó a Cuba, tres
también humildes, excluidos y desposeídos cubanos se lanzaron delante de
su carrosa para pedirle misericordia, piedad, amor para el pueblo, que
por favor alzara su voz por los desposeídos, por los excluidos, por los
desterrados de los derechos que da Dios sobre esta tierra, su mano logró
bendecir a uno, ese hombre junto con los demás fue llevado a prisión y
en protesta permanecía sin ingerir alimentos detrás de las rejas junto
con los demás, una de ellas, madre de dos menores. Mientras, el clemente
"Papa" elogiaba al más culpable de todos estos abusos de poder: Fidel
Castro Ruz, entregándole la colección de encíclicas, quizás el documento
más odiado por el dictador. Apenas un día después y ya en los EEUU,
según comentarios noticiosos, al ser preguntado el generoso "Papa" sobre
lo sucedido en la Plaza, se dio por desentendido. Ese hombre hoy
nuevamente está detrás de las rejas sin cometer delito punible por
alguna ley nacional e internacional.

Ahora el presidente Solís no deja la costumbre a un lado y también
excluye a los ya excluidos por todos. Los DDHH de las minorías en Cuba,
no cuentan en las agendas de los inescrupulosos que gobiernan la humanidad.

El aguijón del escorpión continúa masacrándome el pecho. Hace apenas
treinta horas logre que liberaran a mi hermana llevándole sus niñas a la
estación de policías donde la tenían encerrada por reclamar derechos
dados por Dios a todos los seres humanos.

-Tío, ¿y mama?- me dijeron sus niñas cuando fui liberado y llegue a la
casa. -Mama viene ahorita- contesté. Pasaron las horas y llego la media
noche, solo podía decir a cada minuto, "…mama está presa pero pronto la
liberan". Así, ya por el agotamiento se durmieron. Sin poderles decir
siquiera donde estaba su madre, porque el gobierno en franca violación
de su propia ley de procedimiento penal no da información sobre donde
encierran a los activistas de DDHH.

Yo también quedé dormido, muy dolido y pensando en su mamá. Mi hermana
diabética, cardiópata, tiroidea y sin sus medicamentos. A las 05AM por
la misericordia de un policía, a riesgo de ser juzgado por un tribunal
militar y ser condenado quizás por violar otra asesina orden del
presidente Raúl Castro, escuché por el móvil estas palabras: "…por favor
mi hermano, tráeme Dipirona, tengo mucho dolor de cabeza".

Salté de la cama, miré a las niñas que no podrían asistir a la escuela y
decidí llevarlas junto a su madre. -¿Tío y mama?- fue la primera
pregunta al abrir los ojos. -¡Levántense que vamos a buscarla!- le
conteste y partí con ellas y los tres hijos de otra activista que
también estaba encerrada en algún calabozo de Cuba.

Con una de mis sobrinas de cada mano y la niña de la activista, me
presenté frente a la puerta de la unidad de policías. Sin importar que
las niñas estuvieran presentes varios policías uniformados arremetieron
contra mí y mi sobrino, aun sin ofrecer resistencia al arresto. Nos
introdujeron en un calabozo y los tres inocentes menores quedaron fuera
muy asustados. -Tío- me dijo una de las niñas después en casa, -yo puse
mis manos atrás porque creía que me iban a esposar como le hacen a ustedes.

Más tarde se presenta ante mí una señora con traje verde olivo, un
letrero encima del bolsillo superior de la camisa decía en letras
negras: Ministerio Del Interior. Sobre sus hombreras, grados de capitán:
-"Soy la encargada de menores del municipio- dijo. Para no hacer larga
la historia transcribiré solo lo más importante.
-Usted involucró a las niñas en eso del artículo…-dijo la uniformada.
-No hablemos de artículos –dije- todas las leyes en Cuba hay que
reformarlas.
-Aparte de mi trabajo, yo soy madre y tengo hijos, las niñas no debían
estar aquí, y usted las abandono ahí fuera.
-Si se siente tan madre y se preocupa tanto por los niños. Lo primero
que debía haber hecho antes de venir a cuestionarme, era llevar las
niñas donde su mama, que ha estado encerrada aquí desde ayer sin cometer
delito alguno, mientras ellas, clamaban por su presencia durante toda la
noche. Eso, por su trabajo, por humana y por madre. Yo solo hice el
gesto más humanos que hay sobre la tierra. Llevar a esas niñas donde
están sus madres sufriendo los abusos y las atrocidades del poder.

Después de más de cuatro horas atormentando a las niñas con preguntas
capciosas y buscando la forma de atribuirme un delito, dejaron al fin
que mis sobrinas se reunieran con su madre y nos liberaron. La otra niña
se reunió con su madre a las 14 horas porque la tenían encerrada en un
calabozo a más de treinta km de allí.

Antes de liberarme uno de los oficiales de la seguridad me dijo: "Les
podemos quitar las niñas". No es la primera amenaza de este tipo. Pero
este clamor lastimoso que avergüenza a cualquier hombre digno, la
opulencia y el poder no lo escuchan, es opacado por la ambición de los
negocios con la dictadura.

Las palabras a continuación escritas en el Universal lo corroboran con
tanta desfachatez que yo no me dignaría a cruzar una sola palabra ni por
ruegos con el "señor" y "distinguidísimo presidente" de Costa Rica Luis
Guillermo Solís.

Luis Guillermo Solís viajará a la Isla acompañando a una comitiva de más
de 60 personas entre funcionarios y empresarios, en busca de estrechar
la cooperación con La Habana en áreas como turismo, salud y deportes, y
conseguir oportunidades de negocios y para las exportaciones
costarricenses. De auerdo con el rotativo oficialista Granma, "el tema
migratorio estará incluido en la agenda".

Comencé a escribir este lamento a las cuatro de la mañana. No ha
amanecido. En la esquina deben estar las fuerzas represivas esperándonos
para apresarnos si salimos a la calle. Las dos madres irán hoy a la
marcha por sus derechos y serán apresadas de nuevo, espero que no dejen
a sus niñas sin la atención de las madres por muchas horas.

No he terminado de escribir, ya ha amanecido, miro para la calle. Varios
policías y un agente de la Gestapo Castrista esperan a varios metros de
la salida. Pero el "presidente" Luis Guillermo Solís beberá su copa de
champan con los dictadores y ni siquiera se dignará leer esto y si
alguien intenta hacérselo saber lo destituirá de su gabinete. A este
periodista no le importa mucho. Estará por los desposeídos aunque se
desplomen los cielos. Es un cubano de adentro y de abajo, nunca será de
afuera o de arriba. No espero la libertad desde el exterior. De todas
formas los cubanos de adentro y de abajo le damos las gracias al
generoso y preocupado "presidente" costarricense. Incluyo fotos de una
hora después.
agustinlopez1955@yahoo.com; Agustín López

Source: Los presidentes y su desvergüenza | Primavera Digital -
http://primaveradigital.net/los-presidentes-y-su-desverguenza/

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