Arando en el mar entre Bruselas y La Habana
El tema de los derechos humanos debe permear cada punto del acuerdo de
la UE con Cuba
ROSA MARÍA PAYÁ 18 DIC 2015 - 19:11 CET
A más de un año de negociaciones con el gobierno cubano, la Unión
Europea continúa sin exhibir avances significativos más allá de los
comentarios sobre el establecimiento del marco estructural de un acuerdo
y los asuntos comerciales.
El gobierno cubano jugó bien sus cartas. Hizo pública parte de las
conversaciones que ha mantenido (por años) con el gobierno de los
Estados Unidos, y la ya precipitada carrera por el "posicionamiento" en
Cuba se desquició. Bajo el supuesto, entre otras ingenuidades, de que el
fin biológico de los hermanos en jefe traerá espontáneamente la
democracia, los empresarios europeos y otros intentan asegurarse un
lugar en la Isla antes de que "lleguen los americanos", no importan
cuánto dinero pierdan en el proceso.
No me detendré en la obviedad de la inexistencia de un mercado cubano,
donde los habitantes no tienen ni poder adquisitivo, ni los recursos
democráticos para entenderse con inversionistas extranjeros y auto
gestionarse, pues en Cuba el único empresario con personalidad jurídica
es el gobierno. Está claro que los extranjeros privilegiados por una
sociedad siempre minoritaria con el gobierno, siendo este el único dueño
en la Isla, se garantizan la ausencia de competencia. Pero es a riesgo
de perderlo todo en el momento en que comiencen a ser "incómodos", ya
sea porque exigen cobrar lo que se les debe, o porque apareció un socio
más interesante (y sumiso). Hay ejemplos de empresarios europeos que han
terminado incluso en las cárceles cubanas, como el inglés Stephen Purvis.
La realidad es que en el trato con las mafias no hay soluciones win-win.
A pesar de la precaria situación económica en la que se encuentra el
país, paradójicamente el gobierno cubano se las arregla para aparentar
que no tiene nada que perder en las negociaciones con la UE. Sin
embargo, para la diplomacia europea sería un fracaso terminar el proceso
de negociaciones y tener que admitir que el gobierno cubano no está
dispuesto a ceder en nada y, por tanto, que no cumple con los requisitos
básicos que en materia de derechos humanos que la UE requiere de sus
socios. La presión en este punto aumenta en sentido contrario a la
lógica, y esto hace crecer las posibilidades de que se termine firmando
cualquier cosa, en un esfuerzo desesperado por mostrar algún resultado y
complacer sólo los intereses económicos.
Para cerrar un acuerdo de negociación es requisito de la UE incluir una
cláusula de derechos humanos, que el gobierno cubano intentará definir
de forma tal que pueda manipular o simular el cumplimiento de sus
condiciones. Pero si en un golpe de sentido común y coherencia, Europa
se da cuenta de que es el gobierno cubano quien necesita de ella, y no
al revés, la UE tiene en sus manos una palanca para apoyar la democracia
y con ella la verdadera paz, el progreso y la estabilidad en Cuba y en
la región. Condición necesaria para establecer, esta vez sí, un marco de
garantías para los intereses económicos europeos.
Hace más de 65 años que en Cuba no se realizan elecciones libres y
plurales, ni tampoco existe un marco legal para llevarlas a cabo. El
espacio para hacer reformas económicas también es muy limitado, pues la
constitución fue ilegalmente alterada en el año 2002 para hacer
"irrevocable" y pétreo el sistema económico, político y social de la
Isla, que queda atado al control de la "fuerza dirigente superior" de un
partido único comunista y a la gestión monopolista de este. La UE no
puede pedir un cambio constitucional, pero sí puede apoyar el derecho de
los cubanos a elegir su futuro, a escoger el sistema en el que quieren
vivir, y a participar en la vida económica y política del país. Lo
contrario se llama apartheid, es insolidario e inmoral.
Existe una iniciativa ciudadana no partidista llamada Cuba Decide que
promueve la realización de un plebiscito vinculante para que los
ciudadanos cubanos puedan votar por los cambios necesarios para iniciar
un proceso de transición democrática. Sin importar cuántas reformas
cosméticas se hagan desde el poder, dicho proceso no habrá comenzado
hasta que los cubanos no puedan participar plenamente de él. El tema de
los derechos humanos debe permear cada punto del acuerdo de la UE con
Cuba y no puede tratarse como un asunto independiente de los otros. Las
condiciones que la UE establezca ahora deben ser medibles y comprobables
a corto y mediano plazo. Por eso esperamos que se apoye la realización
de un plebiscito vinculante en la Isla, en condiciones concretas que
garanticen la presencia internacional y la limpieza del proceso. Como
ocurrió en Chile en 1988, con el apoyo de buena parte del mundo.
Ni la UE ni la administración Obama son las encargadas de resolver el
problema cubano. Pero sí tienen la responsabilidad histórica de ejecutar
pasos específicos de solidaridad efectiva con una transición real a la
democracia. Apoyar la participación y la soberanía ciudadanas de los
cubanos, en lugar de la gestión excluyente de una casta
corporativa-militar que lleva 56 años en el poder sin haber sido jamás
escogida libremente por el pueblo es, en cualquier caso, la opción decente.
¿Quién podría estar en contra del derecho a elegir del pueblo cubano?
Rosa María Payá es promotora de la campaña "Cuba Decide" e hija del
fallecido líder disidente Oswaldo Payá. Twitter @RosaMariaPaya
Source: Arando en el mar entre Bruselas y La Habana | Internacional | EL
PAÍS -
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/12/18/america/1450460628_905381.html
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