Monday, November 16, 2015

Todos los caminos conducen a Miami

Todos los caminos conducen a Miami
FRANCISCO ALMAGRO | Miami | 16 Nov 2015 - 6:22 am.

'La Ley de Ajuste Cubano podría no desaparecer pues no lo quieren ni el
Gobierno norteamericano ni el cubano.'

De seguir aumentando la cifra de cubanos entrando por las fronteras
norteamericanas, para finales de este año habremos tenido un Mariel
terrestre o una Crisis de balseros aéreos. El número de cubanos que han
pedido asilo en EEUU, sobre todo en la frontera sur, o en los
aeropuertos básicamente floridanos, equivaldrá a más de la tercera parte
de las masivas migraciones cubanas a estas tierras el pasado siglo:
Éxodo del Mariel de 1980 y Crisis de los balseros, en 1994.

Lo que es altamente curioso-sospechoso es que la mayoría de los caminos
conduzcan a Miami. No importa si se viene desde Madrid o de Copenhague;
o si se entra por México o por las catataras del Niágara. Los aviones,
autobuses y trenes tienen su destino final en la Capital del Sol, aunque
alguien quede varado unos meses en casa de un amigo o un pariente cercano.

Es curioso, porque el Gobierno cubano y el Gobierno estadounidense
parecen haberse puesto de acuerdo para una migración tan pacífica y
ordenada como en una peregrinación otoñal. El Gobierno cubano
flexibilizó las salidas temporales suprimiendo la inefable carta blanca
y prorrogando por dos años la estadía fuera de la Isla. El Gobierno
estadounidense cooperó aumentando las remesas para poder adquirir en
Cuba boletos y pasaportes, a lo cual el régimen cubano ripostó
abaratando algunos costos y abriendo oficinas en todo el país.

Ni cortas pero sí algo perezosas, las autoridades cubanas garantizaron
la posibilidad de vender casas y automóviles, de modo que los emigrados
temporales pudieran irse tranquilos a tomar el sol de los Everglades.
Por acá no fueron parcos: aún menos restricciones para empresas y
bancos, de modo que los norteamericanos de pedigrí puedan viajar y
gastar y, de modo indirecto, pagar los gastos de los viajeros cubanos.
El Sun Sentinel ha revelado detalles de cómo algunos cubanos están
adelantándose a las legislaciones norteamericanas y ya reciben en Cuba,
ilegalmente, el dinero de sus cheques de seguridad social.

No por sabido debe ser olvidado que los cubanos escapan de una situación
económica y social asfixiante. Pero incluso peligrosamente mortal puede
ser también la situación de mexicanos, guatemaltecos y colombianos. Para
ellos la Corriente del Golfo son esos desiertos, ríos y mafias de muerte
segura. Entonces, ¿por qué otra razón escapan los cubanos? O mejor, ¿por
qué casi todos los caminos de los cubanos conducen, al final, a Miami?

Una de las respuestas, la más sencilla, es que a solo 40 millas de Miami
hay que hablar inglés. Parece un chiste, pero no lo es. Lo raro es oír
hablar inglés en un Sedano, un Navarro o un restaurante. Muchos trabajos
en la Capital del Sol son mal remunerados, elementales y escasos. Pero
no exigen bilingüismo. Y hablando del sol, día a día llegan cubanos
desde Nueva Jersey, Nueva York y Chicago que han estado 50, 40 y 30 años
por acá. ¿Razón? El frío. La mayoría de los cubanos tienen una ancestral
enemistad hacia el frío. Los recién llegados evitan tal confrontación
climática y prefieren permanecer en el Caribe norteamericano. Ojo: el
frío es también metafórico. En el norte hay mayor frialdad afectiva, o
al menos, allí no son tan calurosos como el cubano medio desearía.

Hay otras razones que el cerebro anglo no entiende y sí el corazón
hispano: el sentido de pertenencia social y de referencia cultural.
Aunque la temperatura política haya bajado en Miami por el declive de
las viejas generaciones, Miami y el tema Cuba son inseparables. Tema que
alcanza la política, las artes o la ciencia. En ningún lugar del mundo,
incluyendo los propios EEUU —a solo 40 millas—, se habla más de la Isla.
Y aunque eso parece una paradoja, un machucarse inservible, es otra
realidad incontrastable. Los cubanos necesitan, al contrario de lo que
diría el poeta romano Publilio Sirio, una tumba en el exilio: un juego
de dominó, un puerco asado en caja china, el almuerzo familiar los
domingos y hablar de La Cosa…

Tal vez previendo que este éxodo de baja intensidad se convierta en un
huracán migratorio, enviaron a Cuba al subsecretario de Homeland
Security, nada menos que un cubano de origen. Como en conciliábulos
anteriores entre gobiernos, nada ha trascendido. En pocas semanas, el
general Raúl Castro aterrizó en Mérida, Yucatán. Sucede que las 90
millas marítimas de Cuba a la Florida son ahora más de mil entre selvas,
desiertos, ríos y ciudades de Sur y Centroamérica; destino final: la
frontera mexicana para ingresar en EEUU. Y recordemos que tanto Mariel
como Guantánamo sucedieron en administraciones demócratas; ambas
desastrosas experiencias para Carter y Clinton. Puede que Obama no esté
dispuesto a repetir el error y dejar fuera de la contienda a Hillary.
Tampoco Raúl es Fidel. Se habla ya de deportaciones express de México a
Cuba.

De estos sucesos podríamos sacar algunas prematuras conclusiones: la Ley
de Ajuste Cubano podría no desaparecer pues no lo quieren ni el Gobierno
norteamericano ni el cubano. A los del Norte les garantiza el voto
latino del sur de la Florida. Al régimen cubano, miles de millones de
dólares en remesas de ciudadanos y residentes. Así, ambos gobiernos
mantienen una fluida conversación, diríase que una íntima aunque
discreta plática, lejos de la vista de los curiosos. Relación cuyo
objetivo primario es ganar tiempo en ambas orillas: en Cuba, dar tiempo
a la infalible biología y la sucesión generacional; en EEUU, tiempo para
lidiar con las escaramuzas del Socialismo del Siglo XXI y centrarse en
la verdadera cruzada, lo que el Papa Francisco ya calificó de Tercera
Guerra Mundial.

El único dilema sigue siendo, como siempre, el dinero. ¿Podrán las
remesas hacia la Isla garantizar ese tiempo esencial? ¿De dónde saldrá
la enorme suma que necesitará el régimen cubano para mantenerse a flote
y que ningún norteamericano con cerebro invierta en las condiciones
actuales? ¿Cómo hacer una transición democrática y no una sucesión
dinástica financiada por los mismos cubanos?

La respuesta podrá estar en ese cuasi Estado llamado Miami donde vive y
muere la Otra Cuba. Como el Monte Megido, que da nombre a la llanura
donde sucederá el Armagedón o Batalla Final, los caminos futuros
conducen allí. Ya no será posible construir algo nuevo, inclusivo, con
todos y para el bien de todos, sin Miami. El régimen lo sabe o ya
debería saberlo. Y quizás hace años se está preparando para ese momento.
La batalla verdadera puede que no se dé en ambos capitolios —casualmente
similares y reconstruidos al mismo tiempo—, sino en ese Macondo de los
Everglades, descalificado por muchos y que, lucha apocalíptica,
reveladora, será una batalla espiritual entre la verdad y la justicia
contra el mal.

¿Estaremos preparados entonces, como diría San Agustín, para ser
implacables con el pecado y al mismo tiempo, misericordiosos con el pecador?

Source: Todos los caminos conducen a Miami | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1447623100_18152.html

No comments:

Post a Comment