Saturday, November 7, 2015

Jorge Valls - «Esta es la playa de las ilusiones perdidas»

Jorge Valls: «Esta es la playa de las ilusiones perdidas»
MANUEL ZAYAS | Nueva York | 7 Nov 2015 - 12:15 am.

Casi al final de su vida, el poeta y expreso político cubano ofreció, en
primera persona, un repaso de trascendentales acontecimientos que
marcaron su propio destino y el de su país.

Jorge Valls Arango pasó 20 años preso. 20 años y 40 días, para ser
exactos. El pasado otoño nos encontramos en casa de unos amigos del
lado oeste del río que pone límite a la gran mole neoyorquina. A medida
que él hablaba uno se iba haciendo a la idea de un naufragio. Hasta que
lo definió: "Esta es la playa de las ilusiones perdidas".

A raíz del golpe de Estado de Fulgencio Batista, en 1952, Valls se metió
de lleno en una lucha incesante contra la dictadura. Nacido el 2 de
febrero de 1933 en Marianao, él estudiaba la carrera de Filosofía y
Letras en la Universidad de La Habana cuando en 1955 participó en la
fundación del Directorio Revolucionario con el líder estudiantil José
Antonio Echeverría a la cabeza.

En esta entrevista, Jorge Valls ofrece su visión del frustrado asalto al
Palacio Presidencial en 1957, en el cual participaron varios miembros
del Directorio; y rememora el juicio seguido a su amigo Marcos
Rodríguez, acusado de ser el delator de cuatro de aquellos
revolucionarios que buscaron refugio en un apartamento situado en la
calle Humboldt 7, en La Habana. La policía de Batista masacró en aquel
edificio a Fructuoso Rodríguez, Joe Westbrook, Juan Pedro Carbó Serviá y
José Machado.

Siete años después de aquellos sucesos, Marcos Rodríguez fue presentado
como el gran traidor en un juicio público que tuvo mucho de purga y de
espectáculo. Fidel Castro aprovechó la oportunidad para limar asperezas
entre las distintas formaciones revolucionarias y para consolidad su
poder: figuras claves del Partido Socialista serían por siempre
defenestradas, enlodadas. Jorge Valls fue el único testigo que intentó
defender la inocencia de su amigo Marquitos, fusilado en 1964.

A los pocos días de consumarse aquella condena a muerte, Valls fue
sentenciado a 20 años de cárcel. Por su liberación intercedieron el
escritor inglés Graham Greene, que escribió una carta a Fidel Castro,
así como el Pen Club de escritores franceses y los gobiernos de España,
Venezuela, México y la Santa Sede. En prisión escribió el poemario Donde
estoy no hay luz y está enrejado, que recibió el Premio de Poesía de
Rotterdam en 1983. Otros textos suyos son Mon enemi, mon frère, Veinte
años y cuarenta días, sus memorias de la cárcel, y La paloma nocturna.
Valls falleció el 22 de octubre de 2015 en un hospicio de Miami.

Jorge, ¿cuándo empieza usted a tener conciencia política?

A mí me interesó la política siempre. Creo que desde niño. Yo estaba
al tanto de quién salía, quién no salía, cuáles eran los partidos. La
polis. Pero el 10 de marzo de 1952 yo caigo preso. El golpe de Estado
de Batista sorprendió y perturbó a todo el mundo.

¿Por qué cae preso?

Porque intentamos forzar una huelga general. Nosotros estábamos en la
Universidad por la mañana. Viene [Rolando] Masferrer y dice que va a
traer armas para defender la Universidad. Yo digo que con ese no se va
a ninguna parte, que nos embarca. Voy a almorzar y cuando paso como a
la una o las dos (Masferrer vivía a dos cuadras de mi casa), me doy
cuenta que ya Masferrer se ha entregado a Columbia.

Me detienen tratando de cerrar un comercio en la calle San Rafael. Me
llevan a la Tercera Estación. Allí me dan mi primera tunda, me dejan en
la celda, a medianoche me sacan para una segunda tunda. A un policía le
caigo bien, y me lleva de comer y de beber. Al día siguiente me sacó.
Cuando salgo, me encontré ya el mundo dividido.

Desde los años 20, la Universidad de La Habana gozaba de una autonomía
que fue abolida con la llegada de Fidel Castro al poder. ¿Esa autonomía
ayudó a que ese fuera el centro neurálgico en la vida cubana de aquel
entonces?

Claro. Por eso la Universidad se convirtió en la colina sagrada, en el
centro intelectual y sensible de Cuba. Todos los problemas de Cuba se
discutían en la Universidad y la policía no entraba. Tú salías
corriendo, te metías en la Universidad y la policía se tenía que quedar
abajo. Se quedaba en San Lázaro. Y por la Universidad, aparte del
profesorado y los alumnos, pasaron los mejores intelectuales de la
época: españoles, argentinos, peruanos.

El 26 de julio de 1953 Fidel Castro intentó asaltar el cuartel Moncada
en Santiago de Cuba. ¿Cómo recuerda aquello?

El Moncada tuvo que ver con gente hasta familia mía, pero política y
estratégicamente nunca lo aplaudimos. Desde el punto de vista político,
el Moncada no tiene sentido. En esos días estaba por darse un atentado
a Batista en Varadero. En eso estaba implicado Fernando Aranda, que era
muy cercano a mí. Fidel era asiduo a la casa de Fernando Aranda, ahí
prácticamente vivió, ahí le mantuvieron al hijo y a la mujer y a todo el
mundo. Y Blanca, la esposa de Fernando, tenía una fuerte devoción por
Fidel. Tenía una creencia en él. Fernando le contaba que cuando se va
al atentado de Varadero, él no tiene a Fidel muy claro y le cuenta.
Entonces él le dice: "Si a mí lo que me interesara fuera mi poder y
mi gloria personal, asaltaba un cuartelito en cualquier lugar y con lo
que pase van a tener que contar conmigo después". Fidel cogió y asaltó
el Moncada.

¿Y qué sucede con el atentado a Batista en Varadero?

El atentado falla. Todos los magnicidios tienen una dosis de destino
extraordinario. Yo sé hasta de un atentado a Batista en que la bala no
salió del fusil. Se le tiró. Fue en el cementerio de La Habana y
cuando la persona disparó, la bala no salió. Entonces yo acabé con la
superstición de que no, que el magnicidio no era posible.

¿Esto lo organizó Fernando Aranda por su cuenta?

Fernando Aranda dice eso y él está en la conspiración de Varadero. Pero
él no tiene mucha confianza en Fidel. Fidel va Oriente y ataca el
Moncada, sin contar con la gente revolucionaria de Oriente. Tan así que
cuando están asaltando el Moncada, la gente revolucionaria, Antonio
Sagaró, que era muy cercano a mí, piensa que es un conflicto dentro de
los propios soldados.

Según testimonios, Fidel Castro no disparó ni una bala en el Moncada,
tuvo problemas con el carro, se perdieron otros integrantes del asalto…

No, el intento del asalto. [Fidel Castro] Iba en el automóvil y todas
esas cosas. Pero estratégicamente, ¿quién toma el Moncada qué? El mito
del [Movimiento] 26 de Julio es tomar el Moncada, entonces cae Santiago,
si tomo Santiago, tomo la provincia de Oriente, y si tomo Oriente, llego
hasta La Habana. Pero todo eso es el cuento de la lechera. Eso no
tiene pies ni cabeza. Por otra parte, si Batista donde está es en
Varadero, donde hay que partirle el alma es Varadero, no en Santiago.

¿Cuál era entonces su percepción sobre Fidel Castro?

La mentalidad suya es fascista. No es comunista ni remotamente. O sea,
en una discusión de ideas, sobre programas, tesis de sociedad, Fidel lo
mismo hubiera sido de derechas, de izquierdas, que cualquier cosa.
Ideología política él nunca tuvo, ni creo que la tendrá. Un día se
apareció en casa de Blanca del Valle con el Mein Kampf de Hitler y el
abreviado de El Capital de Marx. Entonces, Blanca le dijo: "Bueno,
tienes que definirte". "Yo no sé lo que tengo que ser, pero tengo que
llegar de cualquier manera". Ese llegar de cualquier manera nos
resultaba repugnante.

¿Y usted se consideró alguna vez amigo suyo?

No. Yo conozco a Fidel, pero no puedo decir que tengo amistad con él.
Por ejemplo, Naty Revuelta... Ella dice que fui yo quien le presenté a
Fidel. Yo nunca me acuerdo de esa anécdota. Yo no voy a desmentir a
Naty, que es amiga mía y nos conocíamos desde muchachos. Naty vivía en
la calle 11 y 8, y yo vivía en 13 entre 6 y 8. Naty era una gente
maravillosa. Yo creo que en toda esta construcción histórica, porque al
final acaba siendo historia, hay un tramo que tú no puedes distinguir
nunca entre la realidad y la leyenda. Como siempre hay algo que tú
desconoces, ese espacio desconocido se llena con la leyenda. Yo no
tengo la más mínima memoria de eso. Naty dice que sí, que estábamos en
una reunión revolucionaria y que estaba Fidel y que yo se lo presenté.

¿Cuál fue el objetivo de crear el Directorio Revolucionario con José
Antonio Echeverría?

El Directorio Revolucionario se crea en 1955 cuando la lucha
universitaria. Estamos en un trabajo de unir a todos los grupos y de
crear una dirección única. Joe Westbrook tenía devoción por el
Directorio del 30, una atracción histórica; [Rafael García] Bárcena,
también. Me acuerdo que Joe me dijo: "Jorge, hay que crear el
Directorio". Nos reunimos en el aula de la Escuela de Ciencias y se
planteó eso. Yo creía que se debía crear allí mismo. "Esto no puede
ser así, esto es demasiado precipitado", me dijeron. Esta es la
posición de Faure [Chomón]. Después salió el engendro que salió. El
manifiesto del Directorio que redacté yo decía eso: "No puede ser una
organización más, tiene que ser el conjunto de la vanguardia
revolucionaria".

Yo creo que, desde 1952 en adelante, en Cuba ha habido un movimiento
constante de derecha contra lo que fue el Partido Auténtico. La
Ortodoxia se convirtió en la guarida de toda la reacción. Y el de Fidel
era un movimiento, de entrada, casi ferozmente de derechas. La idea del
mundo obrero y campesino, eso no lo concebía el 26. El 26 entendió que
era Fidel y que había que seguir sencillamente lo que Fidel dijera.
Fidel se movía con una serie de acólitos en su adoración al caudillo,
pero yo nunca recuerdo, salvo algún que otro artículo con demagogia,
pero no recuerdo jamás en la vida tratar el tema campesino ni el tema
obrero. Ellos veían el mundo obrero y campesino como a los que había
que darles una limosna para tenerlos al lado. En cambio, el Partido
Auténtico tenía una tradición en el mundo campesino, sobre todo la gente
de [Ramón] Grau.

Varios miembros del Partido Auténtico junto a otros del Directorio
participan en el asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957.
¿Cómo se involucró en todo esto?

El asalto a Palacio en su origen fue una conspiración militar con la que
estableció relación Menelao Mora. Yo era compañero del hijo y conocía a
Menelao bastante, pero entonces este grupo militar dice que ellos
estaban dispuestos a dar el golpe de Estado si les aseguran la muerte de
Batista. Menelao decidió organizar la muerte de Batista, no como un
atentado casual, sino como una operación de guerra. De ahí la idea de
tomar Palacio y matar a Batista.

Hasta ahí había mucha gente comprometida con eso. A la hora del cuajo,
se rompieron las conexiones y buena parte de la gente se quedó fuera del
asunto. Yo siempre he pensado que el asalto a Palacio falla
precisamente por eso. Menelao era un tipo muy callado, muy hermético,
muy valiente e inteligente, pero no soltaba prenda con nada. Él mismo
limpiaba las armas, él lo hacía todo. Cuando llegó al grupo nuestro
dijo: "Bueno, esto es una acción suicida. ¿Cuántos están dispuestos?".
Nos sorteamos siete, yo estaba en eso. Entonces nos dijo: "¿Ustedes
tienen lugar dónde acuartelarse?"

¿Quiénes eran los siete?

Ernesto Pérez Vidal, Fernando Soldevilla, Tirso Urdanivia... El caso es
que teníamos una nave allá en la calle Xifré…. Teníamos una pistola por
aquí, otra por allá, una cosa así. Se nos acuarteló y se nos dijo:
"Bueno, les avisamos para entrar en combate". Empezó el combate. Antes
de eso a mí me habían dado la orden de buscar un arma allá en El Cerro.
Yo voy a buscarla y cuando estoy por la Esquina de Tejas, uno me dice:
"Oye, pero tú ¿qué haces por aquí?" "Nada, lo que tengo que hacer." "¿No
sabes que están asaltando Palacio?" Yo tengo la idea de que me han
dejado a mí fuera. En aquella época, lo peor que le podía pasar a uno
es que lo dejaran fuera de la acción.

Bueno, le salvaron la vida...

Hubiera sido bueno perderla. Por lo menos sería gente ahora. El grupo
entero había sido dejado fuera y la idea que tenemos es que estamos
reservados, pues sabemos que hay dos acciones: la de Palacio y otra
después, que puede ser [el cuartel de] Columbia. Esa noche yo la paso en
casa de uno de los del grupo, en la calle San Lázaro. Después nos hemos
quedado desconectados. Así se pierde una cantidad de armas en Marianao y
después de eso lo primero que tienes que hacer es ver cómo te vas.
Tienes que huir de la policía que te va a partir el alma, no te van a
perdonar.

¿Cuándo se va a México?

Me voy a México casi seis meses antes de que caiga el poder en el 58. Y
me voy de esta manera: caigo preso y me sueltan. Entonces, yo que he
estado clandestino tanto tiempo, creo que por una gestión del embajador
de España, me ponen en libertad. Me saca de presidio Rosa Ravelo, que
me va a buscar como a las diez de la mañana allá al Príncipe, y me llevó
fuera. Tengo que hacer el papel de que estoy en libertad y que tengo
que ser visto, pero yo sé que en cualquier momento aparezco con la boca
llena de hormigas en el Parque Trillo. Yo llevo a asilar a una gente y
cuando me voy a ir, el canciller de México me dice: "Oye, ¿y tú qué? Tú
sabes que te van a matar. A ti no te van a llevar preso". Eso fue a
las once y media del día. Fui a casa, eché cuatro harapos en una maleta
y a la una y pico estaba yo saliendo para México. Y México fue toda una
experiencia.

Usted regresa a La Habana después de la huida de Batista, con el
Gobierno revolucionario ya en el poder. ¿Cómo encontró el país?

Ya habían cambiado muchas cosas, estaba la familia de por medio.
Recuerdo que me van a buscar al aeropuerto y cuando llegamos a la casa
todo el mundo está celebrando, y me quedo con la vieja en la cocina y le
digo: "¿Para qué tanta celebración si lo que viene ahora es peor?" Hay
una cuestión: si tú estabas con Aureliano [Sánchez Arango], con [Carlos]
Prío, Justo Carrillo, tú sabías que en algún momento tú ibas a la
libertad, a la posibilidad de vivir. Con Fidel, no.

Poco tiempo después, a un amigo suyo, Marcos Rodríguez, lo llevan
preso. Lo acusan de haber delatado a la policía de Batista el paradero
de cuatro miembros del Directorio que participaron en las acciones
armadas del 13 de marzo de 1957 contra la dictadura y que fueron
masacrados en los sucesos de calle Humboldt 7. ¿Cómo reacciona usted?

Cuando venimos de México, a Marcos lo detienen [por primera vez]. Yo
voy a Columbia y hablo específicamente con Osmany Cienfuegos. Y le digo:
"Quiero que esto se averigüe hasta el final". Me acuerdo que hay un
policía [batistiano] que está preso que sabía de estos asuntos, entonces
una amiga mía va a verlo, muy amiga de Marcos, y le llevó fotografías y
él le dijo: "No, este no es". Al amanecer ya lo habían fusilado.

Es decir, en un primer momento no puede probarse que Marcos Rodríguez
fuera el delator de aquellos cuatro jóvenes revolucionarios y él se va
al extranjero a estudiar gracias a una beca gestionada por el Partido
Socialista Popular.

Sí. A Marcos le habían ofrecido una beca en Praga. La última persona
que habla con él es mi madre. Marcos le dice a mi madre: "Me han
ofrecido la beca a Praga. En Cuba, la madre de Joe no cree en mi
inocencia, yo me voy para allá. Pienso saltar a Francia cuando pueda".
Cuando llega, él se lía con la gente que va a hacer la Primavera de
Praga después. Allí es donde lo cogen y a él lo cogen por el enredo ese.
Lo traen a Cuba. Lo tienen tanto tiempo preso y después... Yo le estoy
dando clases a una muchacha, que era amiga de una novia que tuvo Marcos.
Por esta novia de Marcos sé que está detenido e incomunicado. Me empato
con el padre. Él tampoco sabía nada. A Marcos lo tuvieron hermético todo
el tiempo. Y cuando ya a Marcos lo presentan en público es un guiñapo
humano. No podía sostenerse. Algunos creen que él tuvo que ver con la
delación. No tuvo posibilidad de delatar, porque ese apartamento estuvo
bajo la custodia nuestra.

¿Quién formaba esa custodia?

El grupo mío era Fernando Soldevilla, Tirso Urdanivia... El apartamento
se alquiló para mí. El apartamento se quemó.

¿Usted cree que la policía batistiana ya conocía de la existencia de ese
apartamento?

Sí. Yo creí que había sido una equivocación, un error, y que la policía
había seguido algún carro a la entrada y salida, porque cuando
entregamos el apartamento sabíamos que aquello estaba muy difícil, pero
fue mucha gente en una noche al apartamento. No tenía sentido aquello,
fueron como seis o siete personas al apartamento, sabe Dios a qué. Al
principio, pensé que era un error. Vigilaron un carro y cayeron allí.
Después supe que había sido una delación porque la policía no violentó
la puerta, entró con una llave.

¿Y es entonces que usted se presenta en el juicio?

Conocemos los juicios de Cuba. Cuando sabemos que él está detenido y lo
van a presentar a juicio, yo me aparezco al tribunal y digo: "Yo voy a
declarar aquí a cualquier precio". Ese día me llevan preso a casa de
Fidel. Fidel me interroga sobre mi estancia en México, mi conocimiento
de Marcos en México. Nada referente a lo que tenía que ver con la
inocencia de Marcos. Cuando yo trato de meter esa baza, cortan el
interrogatorio. Me sacan. Me llevan a la casa. Fidel es un interrogador
policíaco. Él no te deja meter baza. Él te interroga como te interroga
un policía, a ver por dónde te coge. Hubo una persona, un abogado, que
dijo algo así: "La única declaración a favor y no se toma en cuenta".

¿Con Osvaldo Dorticós tuvo algún tipo de contacto?

Yo fui a ver a Dorticós. Me acuerdo de una frase de Dorticós que me
pareció repugnante: "No nos interesa la culpabilidad o inocencia de
Marcos Rodríguez, sino las implicaciones políticas de este juicio".

Desde que triunfa la revolución, Marta Jiménez, la viuda de Fructuoso
Rodríguez, acusa a Marcos. ¿En qué se basaba la acusación?

Jarabe de pisco de Faure [Chomón]. Ella no sabía nada de lo que había
pasado ni cosa por estilo. Insisten en Marcos. Cuando hay un muerto, la
mejor manera de taparlo es con otro. Si tú matas a una gente y después
matas al que se supone que delató, cerraste el cuadro. Marcos no pudo
físicamente haberlo hecho, yo hice esa investigación. La familia casi
siempre forma el pensamiento por lo que tiene alrededor. Este es el caso
de Marta. Yo no sé cómo piensa ahora, pero ella aceptó la versión que le
dieron, porque la versión que le dieron eximía de sospecha a otra gente,
que hubiera sido sospechosa.

En ese juicio, que fue televisado, usted fue el único testigo que
defendió la inocencia de Marcos. ¿En que se basó para defender su
inocencia?

En el conocimiento que yo tenía de Marcos. Marcos era mi hermano, vivía
en casa a veces. Y sabía perfectamente que aquello no era así. Minuto a
minuto... Era imposible que Marcos lo hubiera hecho.

Usted quizá sea la única persona que cree en la inocencia de él.

No. Hay una persona que tiene escrita una versión que se ha despreciado
siempre, que es Esteban Ventura [capitán de la policía batistiana y
sicario]. Ventura tiene un libro en que habla de eso.

Sí, y menciona a Faure Chomón como delator...

Sí. Lo más probable. Yo no te puedo decir, no tengo la posibilidad de
una afirmación completa como la tiene Ventura. Ahora, sí sé que Marcos
no tiene nada que ver. Y que hubo mucho interés en matar a Marcos. Él
cae preso en Checoslovaquia por conspiración con el grupo que va a hacer
luego la Primavera de Praga. Lo mandan a Rusia y de allí a La Habana.
Está incomunicado durante mucho rato. Marcos no era cómodo dentro de
este medio. Primeramente porque era inteligente, culto, cosa no muy
abundante en la época mía. En la época mía ser culto e inteligente en un
varón era dudar de su virilidad. La energía viril se demostraba
mientras más bruto fueras.

Precisamente ese fue uno de los temas que tocan en el juicio, donde se
habla insistentemente de la supuesta homosexualidad de Marcos
Rodríguez. Fidel Castro alude a su debilidad de carácter y lo vinculan
todo a un despecho contra los que se refugiaban en el apartamento de la
calle Humboldt 7.

Nada de eso. Marcos estuvo enamorado de una amiga de mi hermana. Nunca
llegó a nada con ella. No era homosexual. Prácticamente vivía en casa.
Yo sabía de su vida y él de la mía. Después llegó la leyenda de
embarrarlo, de convertirlo en homosexual, en delator, en esto y lo otro.
Marcos hacía conspiración militar conmigo. Nunca se filtró un detalle.

Pero hay una confesión inculpatoria de Marcos Rodríguez...

Hay cuatro confesiones, creo. En Seguridad del Estado cualquiera
confiesa que se comió a su abuela. Si tú estás en Seguridad del Estado,
no tienes contacto fuera de la Seguridad del Estado, no tienes
posibilidad de abogado, ni de defensa, ni de ley, ni cosa por el estilo,
tú acabas confesando que te comiste a tu abuela cruda. Hay un momento en
que el grado, no es de acoso, es de desesperación, en que dices que sí a
todo. Yo he estado preso más de una vez. Cuando tú estás en Seguridad
del Estado, tú sabes que no hay nada, absolutamente nada en el cielo ni
en la tierra que te pueda ayudar.

Una vez yo estaba en el G-2 de Santiago. Y al lado mío pusieron en una
celda que tenía una reja encima a un individuo que viene del campo y que
nunca había estado preso. Él se desespera. Trato de decirle algo, pero
cuando el preso está así no le puedes decir nada, hay que dejar que se
le pase. Que se le pase quiere decir que se ahorcó esa noche. Hay un
momento en que el preso se desespera, no ve horizonte. Sabe que no hay
horizonte. Y se ahorca. No es uno. Son muchos.

En el juicio, que se celebró después de tres años en prisión, salió a
relucir que Marcos Rodríguez espiaba para el Partido Socialista Popular
y se mencionan dos nombres claves de esa agrupación política: Joaquín
Ordoqui y Edith García Buchaca, quienes lo habían acogido en su exilio
en México.

A final de año hay tanta gente de la dirigencia del Partido [Socialista
Popular] presa. Básicamente liquidan la cabeza del Partido. Fidel
nunca respetó al Partido. Para Fidel fue un cojinete, y lo utilizó, lo
vapuleó, lo masticó y lo escupió. El Gobierno cubano es retórico.
Quiero decir, tú nunca puedes confiar en el discurso. Ellos te hacen un
discurso muy bonito, pero después hacen lo contrario. [Joaquín] Ordoqui
era la gran cabeza del partido comunista. Era una gente chévere. Y la
Buchaca igual. Era gente en serio, comunista. Querían a Marcos mucho.
Los dos eran tradicionales del partido comunista. Ordoqui se supone que
haya sido el gendarme mayor del partido. Era gente inteligente, culta.
Pero el partido se suma a Batista cuando yo estoy en contra [de
Batista], se suma a Fidel cuando yo estoy en contra también. Yo vengo de
otro horizonte. En Cuba, el partido siempre fue hembra. El partido
nunca fue macho. Ellos siempre se arrimaron a alguien para ver cómo
llegaban. Hubiera sido mejor quedarse solos, hubiera sido más respetable.

¿Cómo recibe la noticia del fusilamiento?

Estoy en la iglesia de Santa Teresa, en el Vedado. Llega un amigo,
Silvino, que tenía contacto con un soldado de La Cabaña. Y me dijo:
"Mataron a Marcos". Ese era el clima de beligerancia, de que el que
ganara la guerra tiene derecho de vida y hacienda sobre los demás. Así
se hizo en Cuba. El que ganó la guerra, al que le tocó, le arrancó la
cabeza, con causa o sin ella.

En 1964, a los pocos días de fusilado Marcos Rodríguez, a usted lo
llevan preso. ¿Por qué?

Me acuerdo que cuando llego a la Seguridad me dicen: "Tú te has puesto
en contra de nosotros, nosotros hemos decidido ponernos en contra tuya".

¿Qué hacía usted?

Decía uno de la Seguridad que yo iba con una aguja hipodérmica
inyectando a la gente contra el Gobierno. Yo estuve en contra de Fidel
desde el primer momento. Yo nunca fui fidelista ni creía en esa bobería.
Sigo pensando que el autenticismo fue la última expresión de democracia
y libertad en Cuba.

¿De qué lo acusan, cuál es el delito que le imputan?

Conspiración y actividad contra los poderes del Estado.

Esa conspiración que usted llevaba a cabo, ¿contemplaba la lucha armada
contra el nuevo régimen?

Sí.

¿Poseía armas?

En aquel momento no teníamos prácticamente nada. Teníamos alguna que
otra pistola, pero no negábamos la lucha armada. El tema de la no lucha
armada viene cuando la desproporción del poder es muy grande; es decir,
ya cuando yo llevo tanto tiempo preso y han fracasado una serie de
movimientos, ya entonces me doy cuenta que la lucha armada es una
trampa. Al Gobierno le interesa que tú te alces, porque es la pelea de
mono amarrado a león. Al Gobierno una denuncia, un tipo que le haga una
huelga en la calle, sí le molesta porque es escándalo público. El
Gobierno de Castro ha tenido la mejor publicidad y el prestigio mayor de
la historia. En el mundo moderno ha habido dos movimientos que han
tenido un tremendo prestigio: uno es el nazismo, el otro, el castrismo.

A usted, ¿dónde le hacen el juicio?

En La Cabaña.

¿Qué tiempo duró el juicio?

Por la mañana y por la tarde y se acabó. A mí me dijeron: "Chico, aquí
nada más hay dos posibilidades. O condena larga o pena de muerte.
Prepárate para la pena de muerte". Libré con 20 años.

¿Dónde cumplió prisión?

En La Cabaña, en la Isla [de Pinos], en El Príncipe, en Guanajay, en
Boniato.

¿Cómo logró sobrevivir esos 20 años?

Día por día. La prisión es nada más otro lugar donde estar. Tú haces tu
vida allí. Hubo de todo en esos 20 años... Yo puedo vivir el tiempo que
sea en el espacio que sea porque sencillamente... para mí el pensamiento
era más importante. Uno se acostumbra a vivir donde lo ponen. No creo
que uno escoja mucho eso. Yo no escogí nacer en Marianao. Yo caí ahí. El
presidio lo escogí, pero no cuál de ellos. El peor trato era para los
presos políticos. Requisas. Entradas a leña. El presidio es muy poco
original. Ahí hay solo dos posibilidades: la jaula y entrada a leña.

¿Fue testigo de fusilamientos?

Auditivo, sí. Desde la galera en que yo estaba no se veían los
fusilamientos. Había un misterio… la audición. En el foso de La Cabaña
hasta los pasos más leves tú los oyes. Vivíamos en una galera.
Escuchábamos cuando se encendía la luz, cuando traían al preso, toda la
parafernalia del fusilamiento, las últimas palabras del preso y, por
último, la lechuza. Había una lechuza que iba a por las carnazas del
poste donde fusilaban o a la pared a arrancar las carnazas para comérselas.

¿Cómo lo ha acogido el exilio?

No necesariamente me ha entendido mucho. Y es lógico, ¿no? En última
instancia, yo me defino como revolucionario. Ese es el punto de partida.
El punto de partida de mi pensamiento es el conflicto entre la realidad
inmediata impuesta y lo que yo considero que es lo que debe ser. Y ahí
es donde viene la revolución. Pensaba que Cuba necesitaba un paso más.
Pero todo sale como tiene que salir, no como uno quiere.

Esta es la playa de las ilusiones perdidas. En francés hay una palabra
que a mí me gusta mucho para definir esta situación: l´épave. L´épave
quiere decir lo que el mar bota. Esto es, en lengua marinera, lo que el
mar arroja.

Source: Jorge Valls: «Esta es la playa de las ilusiones perdidas» |
Diario de Cuba - http://www.diariodecuba.com/cuba/1446848150_17967.html

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