Un chanchullo y una lección
JOSÉ HUGO FERNÁNDEZ | La Habana | 27 Oct 2015 - 11:56 am.
Mientras muchos opositores se desgastan sin tino, la dictadura se las
agencia para abrir brecha en el mundo civilizado.
No fueron nada elegantes las opiniones esputadas por Eliécer Ávila sobre
decenas de miembros de la disidencia interna que se manifiestan contra
el régimen cada domingo, desfilando pacíficamente a través del proyecto
opositor #TodosMarchamos. "No marcho con corruptos, gente sin moral y
que el pueblo cubano no soporta", expresó públicamente el joven
disidente. Y por más que luego quiso enmendar la plana, lo cierto es que
no ha retirado las acusaciones ni presentado pruebas para acreditarlas.
Cuando más, quiso defender sus barrabasadas con la alegación de que se
las habían sacado de contexto, al tiempo que intentaba zanjar el asunto
manifestando a DIARIO DE CUBA: "No publicaron mis declaraciones —que
duraron en general dos horas y media—, publicaron las tres frases que,
frías y sin su contexto, se prestan para todo". Sin embargo, cuando este
diario revisó enteramente las declaraciones en cuestión, no pudo hallar
más que resquemores de signo político y enjuiciamientos personales, en
particular contra uno de los participantes en #TodosMarchamos, Antonio
Rodiles, pero ni aun contra este revelaba pruebas que justificasen las
acusaciones de corrupto e inmoral.
Quienes así lo prefieran, podrían sospechar que Eliécer Ávila quizá sabe
muy bien por qué dijo lo que dijo, pero el hecho concreto es que sus
incriminaciones han resultado infortunadas, y todavía más, difamatorias
en tanto generalizan, metiendo en un mismo saco a decenas de opositores,
sin mencionarlos por sus nombres, para peor, aun cuando se deduzca que
no pudo haberse referido a todos.
De modo que, en principio, el mayor perdedor en esta nueva refriega
verbal contra opositores terminará siendo el propio Ávila. Pero tal vez
solo en principio. Más allá o más acá de pasiones, caracteres e
intereses personales (disfrazados de preceptos políticos), subyace por
lo menos una lección que ojalá no agrave, ante los ojos de nuestra
gente, la imagen del movimiento opositor.
Esta lección nos señala el pedestre estado de inmadurez política que de
vez en vez impulsa algunos de los actos de nuestras representaciones
disidentes. Puede que el de Ávila sea un ejemplo extremo, al punto que
mediante su actitud no solo demuestra ser inmaduro en política sino en
casi todos los asuntos que se relacionan con la civilidad y con la ética
ciudadana más elemental. En una nación real (y no virtual como la
nuestra), podría ir directo a los tribunales, por injuria. Pero claro
que ello no sucederá en Cuba, no solo por ser una nación virtual, sino
porque a la dictadura no le convendría. Al contrario, nada le beneficia
tanto como que los opositores se despedacen unos a los otros en público.
Por increíble que parezca, el régimen le está ganando la arrancada al
movimiento opositor justo cuando nos adentramos en una etapa en la que
las agujas de la bitácora histórica debieran apuntar en una dirección
totalmente opuesta. Mientras que muchos opositores (que no todos) se
desgastan alimentando sus egos y pierden el tino en chanchullos de acera
y de portal, los generales y doctores de la dictadura se las agencian
para abrir brecha en el mundo civilizado. Si esa no es una lección
descorazonadora, que venga el diablo y me desmienta.
Source: Un chanchullo y una lección | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1445939810_17742.html
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