Sunday, October 25, 2015

Periodista en peligro

Periodista en peligro
Es necesario mostrar solidaridad hacia un comunicador acosado por las
autoridades cubanas
sábado, octubre 24, 2015 | René Gómez Manzano

LA HABANA, Cuba – No es la primera vez que me siento obligado a escribir
en pro de mi amigo y colega por partida doble –como jurista y
comunicador independiente– Roberto de Jesús Quiñones Haces. En esta
oportunidad provoca mi inquietud la situación que él confronta a raíz de
la detención y el registro arbitrarios de los que lo hizo objeto a
principios de mes la Seguridad del Estado en la ciudad de Guantánamo,
donde reside.

Esto último fue informado en su momento por CubaNet, que recogió
asimismo la elocuente crónica que escribió al respecto, tras su
excarcelación, el propio interesado. Pero es el caso que las
informaciones publicadas con rapidez y los mismos textos salidos de la
pluma de Quiñones, no han resultado suficientes para poner fin al acoso
exacerbado que él está sufriendo.

Ahora acabo de conocer el escrito que el mismo Roberto de Jesús presentó
a la Fiscalía horas después de terminar su inicuo arresto. Con
independencia de los giros forenses inevitables en un alegato de esa
naturaleza, aparecen reflejados allí, de manera tersa, todos los
atropellos que las autoridades cubanas suelen prodigar a cualquier
ciudadano que se les enfrente o simplemente discrepe de ellas.

El documento de cuatro páginas hace un rápido recuento de la serie de
arbitrariedades sufrida por el escritor. Entre ellas un registro de
madrugada, en el que participó una veintena de agentes represivos; la
negativa a entregar o siquiera exhibir adecuadamente las
correspondientes disposiciones de las autoridades; la ocupación
infundada –que dura hasta hoy– de objetos lícitos de uso personal, tales
como teléfonos móviles, ordenadores y memorias flash, dinero, discos con
música, una agenda, libros, revistas.

Quiñones rechaza los cargos. Asombrado de que le imputen difundir
noticias falsas contra la paz internacional y entorpecer el acercamiento
Cuba-Estados Unidos, concluye que esa acusación demuestra la necesidad
de "ofrecer clases de superación jurídica a los instructores"
policiales. "Tengo mi ego", ironiza, "pero también la cordura y humildad
suficientes para saber que no soy tan importante".

Sabiendo que un buen ataque constituye la mejor defensa, denuncia con
valor diversos males. Así, comienza preguntándose por qué un operativo
como ése no lo dirigieron contra el hijo del fundador de la actual
dinastía, "el señor Antonio Castro Soto del Valle, para que explique de
dónde sacó el dinero para su reciente y famoso viaje a Europa, todo un
escándalo en las redes, mientras el pueblo cubano vive en la pobreza".

No falta la mención a "los mismos calabozos hediondos e indignos de
cualquier ser humano" que ya visitó con ocasión de la anterior patraña
judicial urdida contra él. También a las "amenazas de… ser llevado a
prisión" si continúa su trabajo informativo. Se pregunta cómo es posible
que se califique su labor pacífica como una "actividad subversiva".

"Yo sólo soy un escritor y periodista independiente", aclara, "no un
talibán ni uno de los mal alabados miembros del Movimiento 26 de Julio
que sí pusieron bombas en los cines y asesinaron a cubanos inocentes y
luego han implantado un régimen que no respeta los más elementales
derechos civiles y políticos". "Soy un intelectual, no un delincuente".

El colega aprovecha la ocasión para demandar que se defina la situación
del expediente que se le ha incoado para anular su inscripción en el
registro de juristas. Otra espada de Damocles que pende sobre su cabeza
desde hace casi dos años. Irónicamente, en estos tiempos de buenas
relaciones entre el régimen comunista y la Iglesia Católica, el pretexto
aducido para esa otra arbitrariedad es que él, en la Casa Parroquial de
Guantánamo, asistía gratis a familiares de reclusos carentes de recursos
económicos.

La situación que confronta Quiñones es más preocupante que la enfrentada
por otros miembros de la aguerrida prensa independiente cubana, debido a
la ferocidad que han demostrado los agentes represivos guantanameros.
Aunque se trate de la quinta ciudad de la república, aquí cabe aplicar
el conocido refrán: Pueblo chiquito, infierno grande. Los policías
políticos de la más oriental de nuestras provincias, lejos de las
luminarias capitalinas, sienten que pueden perpetrar sus atropellos con
mayor impunidad.

Es menester que los colegas y las personas honestas de todo el mundo
levanten la voz en pro de este intelectual perseguido. La circunstancia
de que no esté preso ahora mismo, no puede servir de excusa para la
inacción. Si no se levanta un fuerte coro de condena, podrá consumarse
el despojo de sus bienes, y quién sabe si tenga que marchar de nuevo a
las mismas prisiones donde ya estuvo encerrado injustamente durante años.

Source: Periodista en peligro | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/periodista-en-peligro/

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