La paz cubana le importa a unos pocos
El mundo democrático concede a los gobernantes cubanos respaldo,
espacios y beneficios sin exigirles libertad para el pueblo de la isla
viernes, octubre 2, 2015 | Leonardo Calvo Cardenas
LA HABANA, Cuba.- Lo que parecía imposible se hizo realidad el pasado 23
de septiembre en La Habana, cuando a través de la televisión vimos al
presidente colombiano Juan Manuel Santos y al jefe de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia FARC Timoleón Jiménez "Timochenko"
darse la mano durante la firma del acuerdo que creó la Jurisdicción
Especial de Justicia para la paz en Colombia.
El mencionado acuerdo constituye un importante paso en el largo y
complejo proceso de paz destinado a poner fin a casi seis décadas de
guerra en lo que ha sido el conflicto más dilatado y traumático del
hemisferio occidental, con una dolorosa secuela de millones de víctimas
entre muertos, secuestrados, desplazados y despojados. Tanta violencia,
fratricidio, narcotráfico, están ahora al parecer más cerca que nunca de
concluir cuando tanto Santos como Timochenko se comprometieron ante los
garantes (Cuba y Noruega) los acompañantes (Chile y Venezuela) y la
opinión pública a concluir un acuerdo de paz definitivo en el término de
seis meses.
El acuerdo recién firmado establece las condiciones y las vías a través
de las que se juzgarán y castigarán a los participantes en el conflicto
culpables de delitos graves y crímenes, a partir del consensuado
principio de lograr la paz sin impunidad. El acuerdo consta de dos
elementos trascendentales: en primer lugar reafirma el reconocimiento a
las FARC como una contraparte con pleno derecho y además extiende la
mano de la justica y la ley a todos los actores del conflicto, a saber
guerrilleros, militares, policías y paramilitares, amén de establecer la
rebaja considerable de las penas para los culpables que colaboren y
sobre todo reconozcan abiertamente sus crímenes. En la ceremonia se
anunció que al firmarse la paz las FARC se convertirán en un partido
político con todos los derechos y entregarán las armas.
Sin embargo para Cuba lo más significativo es apreciar los conceptos y
fundamentos en que se sustenta la negociación, los compromisos y los
acuerdos. En la ceremonia escuchamos varias veces las palabras
reconciliación y voluntad política, además del tratamiento respetuoso a
la contraparte, a la cual se le reconoce en su beligerancia y en sus
derechos. Fue coincidente el llamado a la unión de todos los colombianos
para construir una convivencia armónica y justa, sin violencia ni
desigualdades.
En tanto, en Cuba…
Tales fundamentos y propósitos contrastan de manera chocante con la
actitud del gobierno cubano en su problemática doméstica, cuando exige
para sí todos los reconocimientos y es incapaz de admitir el mínimo
error o el derecho de la contraparte.
A diferencia de Colombia, hace medio siglo que en Cuba no hay
enfrentamientos armados, la oposición política al régimen ha dado
muestras de un pacifismo sin precedentes en el continente, la
confrontación política en la Isla está libre, al menos por la parte
opositora, de violencia, secuestros, genocidio, narcotráfico y venganzas
estériles como las que han desangrado a Colombia. A pesar de esto, los
gobernantes cubanos se niegan a reconocer al otro, al diferente como
sujeto beligerante y de derecho.
Los gobernantes cubanos jamás usan la palabra reconciliación,
simplemente porque no admiten que hay otro sujeto contraparte en un
conflicto político. Para los jerarcas de La Habana solo ha existido un
adversario: los Estados Unidos, lo cual convalida el útil argumento
fascista del poderoso y amenazante enemigo externo. Para ellos los
opositores internos e incluso los interlocutores críticos desde el
exterior son dependientes de la política y los presupuestos de Estados
Unidos.
Ahora, cuando los gobiernos de Cuba y Estados Unidos emprenden un
camino, al parecer irreversible, de reconocimiento mutuo, diálogo
constructivo y acuerdos trascendentales, las autoridades cubanas ni
siquiera se molestan en reconocer la natural diversidad y pluralismo del
pueblo cubano y recrudecen sus dinámicas represivas y de terrorismo de
estado contra los adversarios internos. A éstos los continúa tratando
como 'mercenarios', el problema es que ahora no se sabe al servicio de
quién.
La cara más terrible de la realidad cubana es que muchos interlocutores
y actores desde el mundo democrático conceden a los gobernantes cubanos
respaldo, espacios y beneficios sin exigirle que reconozcan el más
elemental fundamento de la convivencia democrática, la existencia digna
y respetada del otro, del diferente.
Hace pocas semanas fueron cerradas las puertas de la Organización
Internacional del Trabajo OIT para los activistas cubanos. Los
demócratas 'de afuera' pasan por Cuba y no reclaman abiertamente espacio
y respeto para los demócratas 'de adentro', el papa Francisco se fue sin
enterarse que en Cuba había detenidos.
La historia ha demostrado el enorme precio que se paga por apaciguar a
criminales confesos y sin escrúpulos. La historia ha enseñado que el
camino de la paz y la reconciliación pasa por el reconocimiento y
compromiso con esos valores, principios y voluntades que ahora parecen
anunciar la solución del conflicto colombiano.
Mientras el apretón de manos de La Habana abre una luz de esperanza para
Colombia, escuchar a tanto demócrata en el mundo hablar de
transformaciones en Cuba sin exigir un cambio radical en las leyes y en
las prácticas institucionales, anuncia para Cuba mucho tiempo de dolor y
sufrimiento.
Source: La paz cubana le importa a unos pocos | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/la-paz-cubana-le-importa-a-unos-pocos/
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