Consumo de drogas en Cuba dispara las alarmas
A pesar del esfuerzo policial, en La Habana nocturna, entre reguetón y
farándula, aumenta la adicción por los estupefacientes.
Iván García Quintero
octubre 02, 2015
Después de las diez de la noche, Yunier se llega a un bar privado, a dos
cuadras del solar empercudido y bullicioso donde vive y e compra media
docena de cervezas Corona y una bebida energizante para ligar con el trago.
Luego de fumarse un taco de marihuana en la azotea de la cuartería, se
sienta en una silla de hierro sin espaldar, con su iPod y audífonos
profesionales, a escuchar una frenética descarga de reguetón cubano.
Al poco rato, el móvil comienza a sonar. "Son los puntos (compradores)
que vienen a buscar lo bello y lo prohibido (drogas). A la una de la
mañana ya debo tener vendida las piedras que me quedan y dos onzas de
yerba", comenta, mientras observa el cielo colmado de estrellas con la
mirada vidriosa y perdida.
Yunier vive en un barrio marginal de La Habana profunda. Antes de
cumplir catorce años ya había visitado un par de veces el correccional
para menores por delitos de poca monta.
"Fue en el tanque (prisión) donde conocí las drogas. Comencé tragando
píldoras. Metil, Parkisonil, cualquier cosa que me cambiara el cuerpo.
Luego me enganché con la yerba. Cuando salí, un socio del barrio me
dijo: 'Asere hay dos tipos de hombres, los perdedores y ganadores. Si
quieres salir adelante, buscar un baro largo y tener un montón de
jevitas, el vicio no te puede dominar'. Y me dediqué a vender drogas. A
veces me doy un cantazo (halar una piedra) y todas las noches me fumo un
cigarrón más largo que un habano. Pero lo hago para estar sabroso y
afinar la muela", confiesa.
Yunier conoce de primera mano el riesgo de las drogas. "Aquí cada noche
llegan tipos que lo han perdido todo. Igual que jevitas, que por una
piedra, te hacen una completa (sexo en todas sus facetas). El vicio los
vuelve descarados. El televisor de pantalla plana, el teléfono cómico
(Samsung Galaxy) y casi toda la percha (cosas) que tengo la he
conseguida mediante empeños con gente enganchada con la piedra. Es la
peor de todas. El vuele que nunca llega. Una perdición. Pero yo vivo de
esos giles (ingenuos)".
La piedra, una combinación de bicarbonato con pequeñas dosis de cocaína,
es ahora mismo la droga estrella en La Habana de noche. Se vende a diez
pesos convertibles cada una y los compradores rastrean por toda la
ciudad para consumirla.
Eddy, con un peinado estrafalario y una camiseta azulgrana de
Neymar, dice que "la piedra es destructiva. Hay socios que han terminado
en Mazorra (hospital siquiátrico). Yo la mezclo con un prajo (taco) de
marihuana. Es la combinación perfecta, le llaman 'primo' o 'cinco con
diez'. El arrebato es único".
Un segmento de músicos exitosos, emprendedores privados de negocios
boyantes y personas que trabajan en centros turísticos suelen consumir
cocaína. Los precios fluctúan según el momento.
"Cuando se pierde, hay que pagar a 80 o 90 chavitos (cuc) el gramo.
Ahora se puede encontrar a 50. En la farándula encuentras jevitas que
halan más polvo que una aspiradora. Portar coca es de buen gusto en las
discotecas de pegada. Es sinónimo de tener un baro largo. Con un auto y
un poco de polvo te llevas a casa a las mejores hembras de La Habana",
acota Reinier, DJ en una discoteca al sur de la ciudad.
En los barrios pobres es raro que un adolescente menor de quince años no
haya probado drogas. "Por supuesto, ya han tomado alcohol. Y cuando se
van a descargar los fines de semana ingieren pastillas o fuman
marihuana", expresa Sixto, médico de una policlínico de Mantilla,
barriada a 45 minutos del centro de la capital.
La prensa oficial ha publicado reportajes sobre el perjuicio de los
estupefacientes. Tanto la radio como la televisión nacionales emiten
spots publicitarios sobre los peligros de la drogas para la salud mental.
Aunque el general Raúl Castro intentó disminuir el auge en alza de los
estupefacientes en Cuba, cuando en un discurso de la CELAC en el
invierno de 2013 manifestó que en la Isla no existían drogas, "solo un
poquito de marihuana que algunas personas cultivan en una maceta del
balcón de su casa", los frecuentes operativos policiales dicen lo contrario.
El año pasado, la Aduana frustró 49 intentos de entrada de drogas al
país. Decomisaron 44 kilogramos de cocaína y pequeñas cantidades de
hachís, marihuana y drogas de diseño.
En la primavera de 2015, en Sancti Spiritus, provincia a 300 kilómentros
al este de La Habana, fuerzas policiales antidrogas en el municipio de
Taguasco confiscaron 453,252 semillas de marihuana, 433 plantas y 395
tallos podados. También incautaron 14 fincas donde existían sembradíos
de marihuana.
Según un oficial de la policía que prefirió el anonimato, los municipios
y barrios de La Habana, donde es mayor el consumo de drogas son Centro
Habana, sobre todo Colón, Jesús María y San Leopoldo, Diez de Octubre y
Arroyo Naranjo. "Se conocen de casos de vendedores que expenden drogas
en puntos cercanos a escuelas secundarias y preuniversitarios", precisa.
Cuando usted a vendedores de drogas les pregunta dónde y cómo obtienen
los estupefacientes, sus respuestas varían. Desde los recalos en costas
cubanas a componendas con policías corruptos.
"Que no te metan cuentos. La mayoría de los que venden drogas trabajan
para la policía. Los dejan vender a cambio de chivatear a pejes gordo.
Este es un negocio donde todos se mojan con dinero", expone Yunier.
Rayando las dos de la mañana, Yunier cuenta un fajo de billetes y llama
a su proveedor. "Oye, tráeme más juguetes que los niños me compraron
todos los que tenía". Luego, tararea una canción de Gente de Zona y bebe
con calma su cerveza Corona. Hoy fue una buena noche para Yunier. FIN
Source: Consumo de drogas en Cuba dispara las alarmas -
http://www.martinoticias.com/content/consuma-de-drogas-en-cuba-dispara-las-alarmas/105761.html
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