La Ciudad de las Sombras
[15-09-2015 22:15:32]
Steve Maikel Pardo Valdes
(www.miscelaneasdecuba.net).- Hoy, como lo fue en el ayer, el caminar
por las calles de La Habana puede ser una experiencia única y
ciertamente vivificante, claro, siempre y cuando se mantenga usted
alejado de los balcones, en particular los del municipio Habana Vieja,
donde en un pequeño espacio geográfico de apenas 4,32 kilómetros
cuadrados viven más de 97 mil personas y es posible apreciar una
peculiar mezcla de estilos arquitectónicos que quedan como testimonios
de las diferentes relaciones históricas mantenidas por la urbe con la
metrópoli española, con británicos, franceses y estadounidenses.
Un amigo un día me dijo: ´´Puede que, en realidad, La Habana sea un
experimento. Quién sabe. Puede, incluso, que alguien hubiera robado la
ciudad de un relato de Borges o de una novela sinuosa de Italo Calvino o
tan surrealista como el Macondo de García Márquez, y que sin enterarse
nadie, la hubiera colocado en Cuba, en esa bahía de formas caprichosas´´.
El inexorable y devastador paso del tiempo, la desidia y el olvido de un
Gobierno que poco ha hecho por conservar lo heredado, impactaron sobre
su arquitectura, sobre su gente. Centenarias edificaciones amenazaban
con derrumbarse; la insalubridad y el hacinamiento poblacional
repercuten sobre la imagen de la zona más antigua de la capital cubana,
cuyo centro fue considerado por la UNESCO como Patrimonio de la
Humanidad, en 1982, siendo además todo un icono para el visitante
extranjero, convirtiéndola en un sitio asediado por fotógrafos
profesionales y aficionados, cada uno de ellos quiere atrapar en su
lente la imagen de una ciudad que se deteriora y se esfuma ante los ojos
impávidos de sus habitantes. Lo que más llama la atención, es el
evidente deterioro de las casas y los edificios, del ánimo de una
población que cada día sonríe menos.
Y aunque era imprescindible introducir algunos cambios, y de que a
partir de los años sesenta del siglo pasado se inició un programa de
restauración que cobró mucha más fuerza en los últimos 20 años, bajo la
conducción de la Oficina del Historiador de la Ciudad, dirigida desde
1981 por el Dr. Eusebio Leal, evidentemente no ha sido suficiente para
una ciudad que se nos escapa de las manos, pues señores, La Habana es
mas que su casco histórico, donde quedan entonces todas sus barriadas
periféricas, que por cierto generalmente escapan del lente curioso del
turista extranjero.
Muchos de estos inmuebles, parte del llamado Fondo habitacional, son
sitios de peligro inminente para sus habitantes, pues a simple vista se
puede observar que esos balcones donde se ven tendidas ropas y sábanas
pueden ser -de un momento a otro- protagonistas de un ruidoso derrumbe.
Uno de esos edificios que presenta condiciones pésimas para ser habitado
es el que se encuentra frente al Tribunal Provincial de Justicia de la
Habana, a la vez frente al Capitolio y además comparte la misma manzana
que el cine Payret, en la calle Prado.
Alrededor del edificio el Gobierno municipal ha ordenado colocar vallas
metálicas, adornadas irónicamente con viejas imágenes de la Habana,
ocultando con algo de sutileza el basurero que hay detrás de estas
vallas, donde se mezclan deshechos lanzados indolentemente desde arriba
por sus propios habitantes y los que agregan los que por allí pasan,
pues el espacio que hay entre estas y la calle se halla cubierto además
de excrementos y orines; aprovechado muchas veces como improvisado y
urgente baño público, debido a la ausencia de estos en un área tan
concurrida de la capital, claro estas que ello no justifica tal
indisciplina social, o si. ¿Estaremos en presencia de una etapa de no
retorno en cuanto ha perdida de conciencia, ética y compromiso social?
Me refería un transeúnte octogenario, que toda esa zona se le solía
llamar Los Aires Libres del Prado, sitio emblemático que contaba con
tres largas cuadras de extensión, desde la calle Dragones, junto al
Hotel Saratoga, hasta la calle San José, frente al cine Payret, hoy el
régimen lo sumió en el olvido.
Los Aires Libres del Prado fueron punto ineludible de concurrencia para
dos o tres generaciones de habaneros anteriores al triunfo de la
revolución. Las más aclamadas orquestas populares de la isla se
presentaban allí cada noche, en cuatro tarimas ubicadas lo largo de la
amplia avenida del Prado, con sus correspondientes espacios para el
baile. Había decenas de bares que servían bebidas y comestibles ligeros,
siempre al aire libre, en un ambiente festivo. Allí cantaron los grandes
de nuestra música popular, desde Rita Montaner a Benny Moré. Desde allí
conquistaron su fama antiguas orquestas como Anacaona y Ensueño.
Ya me comentaba ese amigo: ´´lo menos que podríamos concluir es que a
las autoridades del gobierno en La Habana les ha resultado más
tranquilizador llamarle así que por su nombre original, dado el estado
de tensión en que les pone el término "aires libres". ¿Volveremos alguna
vez los habaneros a disfrutar de Los Aires Libres del Prado? Todo por su
orden. Habría que empezar por respirar al fin aires libres en Cuba´´.
Hoy, los cubanos conviven con la ruina y la falta de higiene, dicen que
ha todo se acostumbra el cuerpo, creo que es un mal augurio para una
población harta ya de tantas consignas, mentiras y basura. Hoy, los
turistas continúan retratando las mismas ruinas y se van contentos, con
testimonios gráficos y pintorescos de una Nación que sufre más de cinco
décadas de comunismo.
Source: La Ciudad de las Sombras - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/55f87c643a682e0b9802a3f4#.VflTIPmqqko
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